La (eternamente anunciada) muerte del cine

Bernardo Palau C
Plano Detalle
Published in
4 min readJan 8, 2017

Cada cierto tiempo alguien anuncia la muerte del séptimo arte. A veces es un director ad portas de un lanzamiento, otra un académico y, más comúnmente, algún medio.

Esta vez han sido dos declaraciones en menos de dos semanas y de parte de dos directores sectagenarios, que a pesar de su edad, se mantienen como estandartes de la generación que a partir de los setentas dio que hablar: Martin Scorsese y Ridley Scott.

Robert de Niro y Martin Scorsese filmando Taxi Driver en 1976

“El cine se ha ido”, dijo Scorsese al National Post. “El cine con el que crecí y que estoy haciendo, se ha ido”. El director del ‘Lobo de Wallstreet’ agregó: “La sala de cine siempre estará ahí para la experiencia comunitaria, no hay duda. Pero, ¿qué clase de experiencia va a ser?. ¿Siempre va a ser una película de parque temático?”, dijo en relación a las franquicias que inundan las salas de terceras, cuartas y hasta quintas partes.

Sir Ridley Scott también criticó el cine de superhéroes: “He hecho ese tipo de películas; Blade Runner es realmente una historieta cuando piensas en ello, es una historia oscura contada en un mundo irreal. Puedes casi meter a Batman o Superman en ese mundo, en esa atmósfera, pero al menos tengo una buena historia, ¡en vez de ninguna historia!” Para el director de ‘Alien’ el problema no tiene relación alguna con el género sino con la calidad de las historias que se cuentan. “El cine está muy malo” sentenció, admitiendo que está “preocupado” por el futuro de éste en la revista Digital Spy.

Ridley Scott dirigiendo a Harrison Ford en ‘Blade Runner’ 1982

Lo cierto es que la muerte del cine ha sido pronosticada desde la mismísima sala de partos del séptimo arte: es sabido que el padre de los hermanos Lumiere le advirtió al mago y cineasta George Meliés que no comprara el cinematógrafo (primera cámara y proyector) que sus hijos habían inventado porque no era más que un entretenimiento de feria que tenía los días contados. Los libros cuentan que Meliés hizo su propia cámara y el resto, como dice el cliché, es historia.

Durante sus ciento veintiún años de vida, el cine ha debido escuchar estos malos augurios prácticamente con cada nueva tecnología que nace: primero con la televisión, luego con el video casero (el Betamax, el VHS y el DVD), y finalmente con internet: los sitios de torrent y posteriormente con las plataformas OTT como Netflix o Hulu.

Afortunadamente para los fanáticos, la historia ha demostrado que el cine, en tanto arte e industria, se adapta. A principios del siglo XX, a regañadientes, los dueños de los entonces elegantes teatros dejaron entrar las cabritas (popcorn) a la sala; con la llegada de la televisión inventaron sistemas anamórficos como el Vista Visión (formato de proyección panorámico de gran calidad); posteriormente vino el formato 70mm que actualmente proyectan los cines IMAX (con una imagen dos veces más grande que la tradicional); más recientemente el 3D e incluso el 4D (que mueve hasta la butaca).

Sin ser un fan de muchas de estas innovaciones (como el sobrevalorado, agotador y antinatural 3D), creo que no hay que desesperar: es cierto que el cine que Scorsese y Scott han hecho (y tienen el lujo de seguir haciendo) es una especie en extinción, que solo pueden hacer unos pocos directores con carreras consolidadas como ellos. Pero eso no quiere decir que películas innovadoras, formalmente atractivas y personales como las que ellos hacían en los setentas no se estén haciendo: una búsqueda rápida en Vimeo o YouTube basta para encontrar joyas del cine independiente internacional.

El problema es que no tienen espacio en la cartelera, no por su calidad, sino porque el cine de franquicias y superhéroes invade los complejos de multisalas con una cantidad de copias que no deja espacio para el resto y un presupuesto en marketing contra el cual pocos realizadores pueden competir.

El mismo Scorsese, ofrece una solución al futuro del cine en una carta a su hija Francesca aparecida en el diario italiano La Repubblica, el 2 de enero de 2014: “No creo, sin embargo, que esté siendo pesimista cuando te digo que el arte del cine y del negocio de las películas se encuentran ahora en una encrucijada. El entretenimiento audiovisual y lo que conocemos como cine –imágenes en movimiento concebidas por individuos – parecen ir encaminados en direcciones diferentes. En el futuro, probablemente, verás cada vez menos de lo que reconocemos como cine en las multisalas y más y más de él en pequeños cines, on line y, supongo, en espacios y circunstancias que no puedo predecir”.

Sala Radical

Un ejemplo de esto ya lo podemos encontrar en nuestro país, con pequeñas salas como el cine Radicales o la Sala K. El cine está mutando, pero lejos está de morir.

--

--