Silence: una película para replantearse la fe

Antonio Vicuña S.
Plano Detalle
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8 min readApr 21, 2017

Dirigida por Martin Scorsese y luego de 28 años de espera, la película cuenta la historia de dos misioneros portugueses que viajan a Japón a buscar a su maestro. Fue criticada por miembros de la Iglesia por su visión errada de la religión.

Martin Scorsese junto a Rodrigo Prieto durante la grabación de Silence

Una larga espera:

La historia de Martin Scorsese y Silence se remonta a 1988. Martin se encontraba ad portas del estreno de “La última tentación de Cristo”, por lo que recibía bastantes visitas de miembros de organizaciones religiosas, que preocupados por la temática, querían ver su nueva película antes de ser estrenada. Es así como el director estadounidense conoció a Paul Moore, obispo anglicano de Nueva York, a quien le fascinó la película y le recomendó leer “Chimnoku, una novela japonesa escrita por Shusaku Endo que trataba principalmente sobre la fe.

Scorsese junto a Andrew Garfield

Agobiado por los estrenos, entrevistas, grabaciones y viajes, Scorsese demoró un par de años en leerla, pero cuando logró finalizar la novela, comprendió que tenía que realizar una película sobre “Silencio”, en gran parte debido a que su film anterior hablaba de algo similar pero diametralmente opuesto. Además de que Scorsese, junto a su Film Foundation, tiene una especial obsesión por el cine japonés, gracias a autores como Ozu, Mizoguchi o Kurozawa.

Es por esto, que llamó inmediatamente a Jay Cocks para comenzar a escribir el guion de su próxima película. En él trabajaron por un par de años, pero nunca lograron encontrar el camino correcto, por lo que decidieron abandonarlo, según cuenta Scorsese a la revista especializada inglesa, Sight & Sound.

Scorsese junto al Papa Francisco

Tuvieron que pasar casi 20 años para que volviera a intentarlo, nuevamente con Jay Cocks con quien había trabajado anteriormente en The Age of Innocence y en Gangs of New York. Así, en 2009, logró finalizar el guion para comenzar a planear la película. Pero nuevamente se estancó, ya que decidió priorizar sus films que estaban más próximos, como Shutter Island, Hugo y The Wolf of Wall Street.

Finalmente, tuvieron que transcurrir más de 28 años para poder estrenar la película, y lo hizo, nada más ni nada menos, que en el Vaticano.

El Silencio de Dios:

La historia comienza a mediados del siglo XVII, cuando dos padres jesuitas, Sebastiao Rodrigues (Andrew Garfield) y Francisco Garupe (Adam Driver), deciden reunirse con su superior para solicitarle viajar a Japón a buscar a su maestro, el Padre Ferreira (Liam Neesom) quién habría hecho apostasía, es decir renegar de su fe, debido a las constantes torturas por parte de los soldados asiáticos a los misioneros católicos.

El P. Rodrigues celebrando una misa clandestina

Es así como se embarcan en esta aventura junto a Kichijiro, un borracho japonés que marinos europeos encontraron en medio del mar. Este particular personaje, los guía desde el puerto en el que se embarcan hasta dejarlos en una pequeña aldea costera donde son recibidos por una decena de japoneses conversos que han mantenido su fe durante años sin un religioso consagrado.

Así comienza a desarrollarse una aventura espiritual y física, en donde todo católico es perseguido, torturado y obligado a renegar de su fe, y en caso de no hacerlo sufrirán las muertes más dolorosas y humillantes, para así incitar al pueblo japonés a no unirse a estas creencias extranjeras.

Durante todo el transcurso de la película, vemos al Padre Rodrigues atormentado, sufriendo en exceso por los castigos que reciben sus “feligreses” y la imposibilidad de hacer algo para evitarlo. Es así como, incita a los aldeanos a apostatar, con un acto simbólico en el que deben pisar un fumi-e –una imagen de bronce o madera con símbolos religiosos como la cruz, la Virgen o el mismo Jesucristo– frente a las autoridades para así salvar sus vidas.

El P. Rodrigues junto a Mokichi (Shin’ya Tsukamoto)

Muchos se niegan a hacerlo, muriendo así quemados, crucificados o de cientos de otras formas terribles, en cambio Kichijiro, quien no pareciera entender del todo la religión católica, traiciona, niega y reniega su fe y a sus misioneros, para luego correr a pedir perdón y confesarse, escudándose en la idea de que él nació débil y que eso no lo puede cambiar.

La película se titula así debido al silencio de Dios, ya que Rodrigues sufre constantemente por todo lo que sucede y pareciera ser que Dios lo ha abandonado, que no escucha sus rezos ni sus preguntas. A esto se le puede agregar el excelente uso del silencio, de la música y de los diálogos, todos pausados, calmos y serenos para luego pasar a la desesperación, al griterío y a la incertidumbre. Es así como Scorsese le hace una enorme alusión al titulo, jugando con el silencio, el grito, la pregunta, la respuesta y Dios.

De 1971 al 2016:

Tan solo cinco años después de estrenar su novela, Shusaku Endo trabajó como guionista en la adaptación de ésta a la pantalla grande, bajo la dirección de Masahiro Shinoda. Ésta, posee muchas escenas que son tratadas de distinta forma que en la versión de Scorsese, logrando este ultimo en casi todas las oportunidades, hacerlo de tal forma en que los sentimientos de los personajes sea reflejados de mejor manera.

Así mismo sucede con las escenas de tensión y suspenso, en que Scorsese logra manejar con una precisión extraordinaria, manteniéndonos cautivados, nerviosos e impacientes por saber su desenlace.

Kichijiro junto al Padre Rodrigues en la versión original de Silence (1971)

En la original, al ser una producción japonesa, los Padres hablan en casi todo momento en la lengua local, en cambio en el re-make vemos como ellos sufren constantemente por no entender, ni poder comunicarse de la mejor forma, por lo que ellos enseñan ingles a los aldeanos japoneses.

Respecto a las locaciones, ambas poseen imágenes y paisajes muy similares. En la versión de 2016, bajo la fotografía de Rodrigo Prieto –nominado al Oscar por su trabajo– Scorsese desarrolla su película más próxima a la naturaleza, con lugares hermosos, un tratamiento del color y una puesta en escena magnífica.

¡¡Advertencia, si continúas leyendo encontrarás spoilers!!

“Una vela a Dios y otra al Diablo”:

El film de Scorsese, genera un sabor agridulce en su trama. Primero con los relatos e imágenes de las torturas japonesas a los católicos, nos deja una sensación de que en el país asiático estos hechos son aceptados y normales, teniendo costumbres y prácticas inhumanas. Por otro lado, nos devuelve la fe, la esperanza con que abrazan la religión católica y como entregan la vida por Dios, a pesar de los constantes maltratos y abusos.

Sebastiao Rodrigues, a lo largo del film se va convirtiendo en Jesús, tanto físicamente como con las situaciones. Primero, es recibido como el mesías salvador, apoyado y amado por gran parte del pueblo. También hace de Kichijiro su apóstol, que luego este se transforma en Judas al entregarlo. “Ofrecen 300 monedas de oro por usted”, le comenta un atormentado Kichijiro, a lo que el misionero le responde sorprendido: “por Jesús ofrecieron solo 30”.

Otra escena en que se demuestra su transición, es cuando ve su reflejo en el agua y se funde junto a la imagen de Jesús, así como cuando entra, sobre un burro, capturado a Nagasaki, abucheado y entre celebraciones como en el via crucis de Jesucristo.

El Padre Rodrigues viéndose reflejado en Jesucristo

Además, cuando los aldeanos católicos son capturados y hacen apostasía, Rodrigues les dice, “hiciste todo lo posible, el Señor te perdonará”. En el clímax, Jesús le habla a Rodrigues, acabando así con el “silencio de Dios”, pero al igual como él incitó a los aldeanos, Dios hace lo mismo con él y lo invita a hacer apostasía, para así salvar a los católicos torturados.

El misionero jesuita, escuchando las palabras de su Señor pisa el fumi-e en una escena espectacular, cargada de simbolismo, tensión y un suspenso casi agobiante. Tras esto, escuchamos el canto de un gallo, haciendo –una vez más– referencia a la pasión de Cristo.

Dicha escena fue la que mayor polémica desató, ya que para ciertos miembros de la Iglesia, Jesús jamás nos invitaría a renegar de nuestra fe, debido a que el fin no justifica los medios. “Es una proyección de la mente atormentada de Martin Scorsese. Una mente que está interiormente dividida, que no tiene una unidad de vida, y que como tiene montones de incoherencias colocando una vela a Dios y otra al Diablo, termina haciendo una película que proyecta su crisis interior” señaló el obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla.

Apostata pisando un fumi-e

Por otro lado, la directora de Citizens for a Pro-Life y teóloga estadounidense Monica Migliorino Miller, fue más tajante con su comentario, señalando que “los creyentes que esperan una película que explore las ideas cristianas desde un contexto cristiano auténtico, no deberían verla. Silence tampoco debe ser visto por los jóvenes, o aquellos cuya fe no es fuerte como la teología compleja, inteligente y seductora de esta película”.

En la escena final, cuando Rodrigues muere y este recibe un funeral budista, se presenta al ahora ex misionero, siendo abrazado por las llamas y sosteniendo entre sus manos una pequeña cruz que le regaló Kichijiro muchos años antes. Esto finalmente es un mensaje de que él vivió aparentando renegar de su fe, pero que Dios le permitió vivir así para salvar al resto.

En conclusión, Silence es una gran película, que supera en casi todos los aspectos a la versión original. A pesar de la polémica con ciertos sectores de la Iglesia, no entrega una visión errada, sino que solamente una mirada distinta, pero igualmente valida, más cercana y basada en el catolicismo según su director. Una película que no deja indiferente a sus espectadores y los invita a elegir un bando: perder la fe tras las torturas o recuperarla tras el hermoso relato de Scorsese, y que al final de todo, es “solamente” una película.

Revisa su trailer a continuación:

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