Cosas que no me gustan #1: Death Grips

JJ
playthehits
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5 min readJul 1, 2020

El título de esta sección debería ser ‘’cosas que ahora sí me gustan’’.

Siempre llegó tarde al hype, los únicos artistas que he agarrado con el vuelo de su fama han sido Rich Brian y Joji, con respecto al resto, soy bastante escéptico cuando trata de demasiada atención mediática. Con Death Grips me pasó algo similar, estuvieron al auge los mismos años que Yung Lean, intenté escucharlos y me quedé con el sueco.

En ningún punto de estos siete años con el círculo de Death Grips me había arrepentido prestarles atención. No obstante, me habría sido casi imposible poder apreciarlos durante el tiempo que todos hablaban de ellos. El trío californiano es algo complejo de entender, en realidad, son algo complejo de escuchar también.

La música de Death Grips usualmente se categoriza como hip hop experimental, siendo una etiqueta que queda corta para la variedad de sonidos (para grande parte del mundo, ruido) que tocan en sus cinco discos de estudio.

El gran problema que tenía con la banda, aparte de su sonido abrasivo, era la amplia presencia de sus integrantes en rincones de internet que no frecuento. Eran la pieza ideal para que 4chan comenzara a hacer memes y desde ahí, era juego limpio para todo el resto. Y eso es más que nada un prejuicio personal, ya que la banda no es asidua a tener una presencia online, por el contrario, son bastante enigmáticos y trabajar con ellos es complicado.

En 2013, la banda simplemente no apareció para su presentación en la edición de Lollapalooza Chicago de ese año. Decidieron colocar música pre-grabada y proyectar una nota de suicidio, dejando sobre el escenario solo una batería. La banda luego planteó que esa la idea que tenían para el tour, en que los músicos en vivo o su representación física era innecesaria, según el reporte de Stereogum. En 2012, ellos mismos filtraron No Love Deep Web debido a complicaciones con el sello Epic Records del cual formaban parte, también filtraron mails entre el manager y ejecutivos del sello.

Mirándolo en retrospectiva, el trabajo de Death Grips es una forma de liberación combinada con arte conceptual. Si bien otros artistas de la talla de Nine Inch Nails y Radiohead ya habían publicado discos teniendo en consideración el impacto económico que tendría en sus respectivos sellos, fue el trio de Sacramento que empujó los límites sobre la propiedad de la producción musical.

Y hablando de la banda de Trent Reznor, Death Grips iba a estar en el tour de Nine Inch Nails junto a Soundgarden durante 2014, sin embargo, la banda se ‘separó’. El anunció fue hecho vía Facebook a través de una foto de una servilleta.

La voz y letras de MC Ride son el equivalente a Sartre haciendo hip hop con un cuadro maníaco depresivo, mientras que Zach Hill, el baterista toca con una potencia increíble creando ritmos sincopados que luego de un rato a cualquiera lo dejan en trance. La última pieza de Death Grips es Andy Morin, el productor detrás de todos los samplers crípticos que en el fondo, suenan conocidos porque lo son.

Resumir la música, incluso los conceptos e ideas detrás de Death Grips es complejo. Su sonido posee una complejidad no en el sentido intelectual, todo conlleva un instinto súper primitivo, muy similar a lo que produce la música de tribus africanas. Está diseñada, en su gran mayoría, para provocar ritmos sincopados que inducen al trance, no obstante, ese es el punto que la hace inaccesible, generando un gran culto detrás.

Quiero dejar en claro el punto anterior, lo complejo de apreciar la música de Death Grips no los hace mejor, ni tampoco te hace una persona superior intelectualmente al resto. Sin embargo, las fronteras que empuja cada uno de sus discos es digna de investigar, apreciar la presión que generan en la industria, atrayendo a nombres como Björk, David Bowie, Danny Brown, Skepta y St. Vincent dice mucho. Incluso sus canciones han sonado en show de televisión, como Bojack Horseman, Atlanta y Westworld.

Pasé varias semanas escuchando poco a poco todos los discos de Death Grips, me costó conectar con los sonidos discordantes, con la agresividad de MC Ride y Zach Hill, con los beats acelerados, los breakdowns en puntos de canciones que me parecían poco natural, hasta dar con un punto en que podría escribir planas y planas de cada disco. He molestado a gran parte de mi círculo cercano para que los escuchen, he investigado sobre cada una de las tres personalidades que conforman la banda, he leído todo lo que se me ha aparecido, analizado sus letras y aun así, siento que me queda mucho por entender.

Si algo he aprendido durante casi una década escribiendo sobre música y el experimento de intentar no quedar sordo entre tanta distorsión utilizada en las canciones de Death Grips, es prestarle atención a los nombres nuevos que aparecen en la escena y que el público en general desprecia o no presta interés. Otro de los casos, del que ya he escrito aquí, es 100 Gecs.

Para terminar, si luego de todo el fanatismo que he escrito alguien no sigue convencido en escucharlos, el orden de los discos es el siguiente: The Money Store (2012), Exmilitary (2011), The Powers That B (2015), No Love Deep Web (2012), Government Plates (2013), Bottomless Pit (2018), Fashion Week (2015) y Year of the Snitch (2018). Está confeccionado para hacer la introducción a la banda desde un sonido más convencional hasta su lado más experimental, aunque accesible no es un adjetivo que es fácil de aplicar para la música de Death Grips.

Si ya quedaron suficientemente metidos, Stereoids (Crouching Tiger Hidden Gabber) es un mix de 22 minutos donde toda la experiencia de Death Grips está compuesta, combina 7–8 canciones con límites difíciles de encontrar, no obstante, sintetiza de forma excepcional el sonido de la banda.

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