autumn on 7th street | por stevenw. (flickr)

De por qué esperaba el otoño con ansias.

Israel Torres
2 min readOct 11, 2013

¿Por qué me gusta el otoño? Quizá por sus colores. Tal vez por la expresión pura en sus paisajes, que reflejan la melancolía de una hermosura que muere una hoja a la vez.

Su clima es algo que disfrutarse: el ligero frío que es compensado con un par de sábanas encima o una bebida caliente justo frente a la ventana, contemplando cómo el viento pasa y acaricia a nuestros moribundos árboles; caricias que terminan con su esplendor y su elegante verdor.

Otras personas amen quizá la blancura del invierno, la viveza de la primavera o la calidez del verano. No soportan el estar tristes, o solos. Como si el otoño les hiciera recordar días pasados, remordimientos que continúan a flor de piel. Ellos simplemente odian llorar, y temen a que la tristeza les deje una huella que nada pueda borrar.

«No hay belleza alguna — primaveral o de verano — que tenga tanta gracia como aquella que he contemplado en el rostro otoñal» — John Doone

¿Por qué amar el otoño entonces? Siendo sincero, no tengo una respuesta a ello. Pero es una sensación que puedo disfrutar. Si deseo escribir algo melancólico, tengo el contexto… No, vivo en medio del contexto. El cielo, en su mayoría gris, oculta a la ciudad del calor del sol, dando lugar al alivio y descanso de una población abrumada en su mayoría por esa constante radiación.

Disfrutaré cada uno de estos días hasta el último que pase. Escribiré, caminaré y contemplaré hasta que no exista nada más que comprender. Extrañaré, tal vez… lloraré. Pero estoy seguro que bajo el gris y sobre mi cama, con un café tras la ventana, no estaré solo en este sentimiento profundo…

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