El milagro
(poema)
cuesta trabajo recordar lo que sueño:
separar la vigilia
de los rumbos abstractos
que tomo en mi cabeza
con los ojos cerrados,
angustias agotadas
caprichos encerrados
obsesiones domesticadas,
mezclados en mi cabeza
tomando formas caprichosas, histéricas
transmitiéndome mensajes en código morse
o en claves romanas, en arquetipos culturales
cuando a las cinco de la mañana, entre semana
-o a las 7 si se trata del sábado-
el aire se altera con las vibraciones
generadas digitalmente
por un circuito de precisión asombrosa:
se propagan por el cuarto hasta alterarnos
y entonces sucede el milagro:
ella se levanta automáticamente
como una de esas aves del paraíso
incrustadas en los relojes suizos
sin necesitar del mecanismo de dichas aves:
coloca sus hermosas piernas en el piso,
busca las pantuflas que siempre amanecen en sitios distintos
acomoda su pijama, busca su ropa interior, su pantalón,
una playera con consignas literarias,
los calcetines de estampado infantil
y se dirige en trance hacia el baño, con la toalla como corona
o como toga
o como trapo.
impasible, permanezco en el sueño,
ajeno al milagro diario,
prefiero la irrealidad de mis sueños olvidados
donde los mensajes toman formas escribibles
a la absurda realidad de mis preocupaciones
donde tengo que mantener un empleo
donde ella tiene que mantener un empleo
donde no podemos estar juntos todo el día
donde no puedo contemplar sus devaneos
donde se ausenta su olor de maravilla
donde mi corazón se abulta entre las deudas,
el presupuesto mensual, la renta, el pago del teléfono,
las medicinas para nuestro perro viejo, los cumpleaños del mes,
donde cada día me estorbo a mí mismo
y mi mal humor seguro le estorba a ella.
si existe un dios
en esta casa se me ha manifestado
en forma de milagro diario:
la forma en que ella vence al sueño
sin cuestionamientos
sin caprichos
sin requerir cinco minutos más
sin fijarse en el frío
sin considerar que hay que trabajar
sin considerar que a veces tiene hambre
sin considerarme siquiera
porque a veces los milagros son demostraciones
burdas, elementales
de que el resto de la vida espera.