El Último No-Héroe.

Reflexiones desde el Apocalipsis.

Carles Xavier
Poesía, Cuentos y Relatos…

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No hay un paciente cero. Tampoco una causa lógica y justificada. Simplemente, todo lo que era, ya no es. Y lo que es, ya no será. Muchos pensaban que fue culpa de una mala gestión del gobierno frente a una crisis mundial, de la que todos sabíamos, que no habría salida. Otros echaban las culpas a los malditos virus provenientes de los animales, que empezó a causar millones de muertos. Cuerpos sin vida, que se sumaban a los de la Cuarta Guerra Mundial, donde el gobierno sí tenía presupuesto para invertir en tanques que han destrozado mis últimos ocho hogares, pero no había dinero para poder tratar la nueva mutación de la gripe.

En cuanto a mi opinión, paso de echarles la mierda a los demás, cuando la mayor mierda del mundo la tengo en mis narices. Parece ser que soy el único superviviente. ¿Estoy seguro de ello? No, para nada. Aunque no se ha demostrado lo contrario. No me he cruzado con nadie en mucho tiempo. Quizás ahí fuera, hay otros desgraciados como yo. Podría coger cualquier coche de estos abandonados, los que no reventaron los soldados a bazucas, e irme a buscar vida en otro lugar. Como las misiones a Marte, pero la mía sería más útil. Sin embargo, esto no es como las películas. No tengo ni puñetera idea de hacer un maldito puente al circuito de esas máquinas a cuatro ruedas. Tampoco hay combustible suficiente para llegar a un sitio lejos de aquí y poder tomar unas cañas con nuevas caras. Podría quedarme aquí y esperar. ¿Vendría alguien a por mí, si ya nadie me conoce?

Así que me he cansado de aguardar en estas calles abandonadas, malolientes y decoradas con cadáveres de gatos y gaviotas, que sólo las hojas consiguen esconderlo como si se avergonzaran de la estética del lugar. He tenido que pasar comiendo frutas con gusanos, lechugas en mal estado y vitaminas en pastillas ya que todos los alimentos provenientes de carne animal quedaron intoxicados por los virus que os he comentado.

Hoy me he encontrado una lata de sardinillas en aceite. Mi debilidad. Suena a broma. Lo sé. A pesar de que no están caducadas, es como si lo estuvieran. Hace mucho que no las pruebo, aunque ahora me voy a dar el festín. Y no, no me rindo. Quizás podría haber sido un héroe, pero no tengo madera de ello. Uno de mis sueños era morir feliz, y estas sardinillas, me han devuelto la sonrisa que todo este jolgorio asesinó. Por lo que me aferro a esta oportunidad y me despido de este infierno con un buen sabor de boca.

Irónicamente, para finalizar los últimos segundos de esta cámara medio rota y arañada de historias, quiero añadir que sobreviví a una apendicitis, a un disparo de bala de cuando empezó “La Cuarta”, a todo este maldito apocalipsis y ahora me van a matar unas sardinillas. Pero que me quiten lo “bailao”, elijo mi destino.

“Bip bip”.

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Carles Xavier
Poesía, Cuentos y Relatos…

En mi imaginación soy muchas cosas. En la vida real, Ingeniero Informático.