El prestidigitador

Gerard Clos
España: Política
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3 min readNov 12, 2014

Un día histórico queda atrás y Artur Mas, una vez más, sale a escena para trazar las líneas maestras de futuro: negociación con el estado y, en caso de negativa, elecciones.

Negociación con el estado: proponer lo imposible para no proponer nada, porque se necesita tiempo. Tiempo para articular una propuesta de nuevo referéndum en Cataluña, bajo la insignia del “partit del President” y con votos de convergencia y el centro-izquierda independentista — PSC vuelve a estar en la ronda de contactos —, a la izquierda de Unió y lejos de ERC: el partido que iba a ser vencedor, de las elecciones que iban a ser.

Elecciones. Que felices se las prometían algunos con Mas en la jaula del 9N y las encuestas hinchando velas, sin prestar atención al agujero del proceso participativo; ahora ERC se da de bruces con los barrotes, y Mas aletea al otro lado de la verja. Libre del peso del compromiso, y imposibilitada la lista unitaria sin DUI, el President tiene margen y bagaje para presentar unas elecciones que, lejos de plebiscitarias, serán reñidas y concurridas. C’s-UPyD, ERC-CUP, President, el partido de la corrupción y la intransigencia — en este orden — y, en estas, Podemos. Todo se tambalea, todo cruje, alianzas renegadas, partidos unipersonales, declive de los dioses y contestación ciudadana. Complicado sacar de este mosaico una mayoría para hacer algo, lo que sea.

Este no es, sin embargo, un cuadro fijo. Por un lado, la fecha para las elecciones es hoy una incógnita porque, entre otras cosas, todavía no están conformados los partidos que se presentarán a ellas — de aquí la prudencia del President: “las autonómicas ya tienen fecha” —. Por otro lado, del cruce del centro-izquierda nacionalista con la derecha moderada ha de surgir una amalgama mestiza, de múltiple signo político y con una destacable masa de votos, aún por cristalizar. Y falta por ver que papel jugará Podemos, el vaso comunicante entre la tensión territorial y el hastío con la Política que se respira en la capital; estos son dos vectores cruzados, bien lo saben en la formación de Pablo Iglesias.

A comienzos del pulso soberanista, escribí que la única constante del proceso catalán es la permanencia de CIU en las estructuras de poder. Hoy, debería corregir. La única constante es la permanencia de Artur Mas en el poder; uno de los mejores, sino el mejor, prestidigitador de la retórica política española. “El gobierno está dispuesto a utilizar el mecanismo de las elecciones”, bien, “si hay acuerdo político”, aix! El puño de hierro abofetea Junqueras con guante de seda.

Artur Mas — el tantas veces muerto President Mas — es el único gobernante del cuadro español que ha sobrevivido a los negros tiempos de la crisis económica. Las elecciones del 2012, el “pacto por la libertad” con ERC, el acuerdo con la fecha y pregunta de la consulta; todas fueron contorsiones fruto de las exigencias del momento, todas fueron tildadas de soga en el cuello del President, y de todas Mas ha salido airoso y con posibilidades de renovar la presidencia. Tras el 9N y entre sollozos, Junqueras ha aprendido la lección de un President que no piensa retirar-se. Ahora es el turno de Madrid.

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