«FAKE NEWS» Y COMUNICACIÓN POLÍTICA EN TIEMPOS DE PANDEMIA

Las autoridades políticas deben gestionar una comunicación clara, precisa y oportuna, cerrando el portillo a los mercenarios que viven de los vacíos de información que facilitan o permiten la manipulación y la politiquería en tiempos de crisis.

Países bloqueados, ciudades con calles desiertas, personas con pánico. En medio de la pandemia del COVID19 (coronavirus) muchos gobiernos hacen su mejor esfuerzo por afrontar la situación, pero cuando la información no es clara, precisa y oportuna surgen las fake news, la incertidumbre y el caos.

Las fake news o noticias falsas se caracterizan por su capacidad de disfrazarse de noticias verdaderas y su principal vehículo son las redes sociales. Existe todo un mercado detrás de las noticias falsas, profesionales dedicados a utilizarlas en momentos de crisis para generar desinformación y desestabilizar procesos políticos sociales y económicos.

Por eso es que la comunicación gubernamental en tiempo de riesgo adquiere un valor trascendental para orientar a las personas y generar confianza. Una mala comunicación de riesgo provocará que los vacíos de información sean espacios fértiles para las noticias falsas y por lo tanto es un fracaso en sí mismo de las autoridades políticas.

La actual pandemia que enfrenta el mundo con el COVID-19 ha provocado diversas reacciones de las autoridades gubernamentales. El presidente con mayor respaldo popular en América Latina cerró fronteras y llama al pueblo a mantenerse en oración durante sus comparecencias mediáticas. En otros países se han cancelado los eventos masivos, suspendido lecciones en escuelas y colegios y se ha hecho un llamado con las campañas «Quédese en casa» como medida de contención para no colapsar los sistemas de salud.

Sin embargo, a pesar de las medidas gubernamentales, la falta de atención de las personas hacia la información de calidad y la llamativa creación de otros contenidos que circulan en memes o noticias falsas provocan la desinformación. No sobran personas que desarrollan teorías de conspiración, que creen que esto no es tan serio como lo pintan o que esto se ha magnificado porque es una cortina de humo que desvía la atención a la pésima gestión de los gobiernos de turno.

Las redes sociales, sin duda, aceleran la producción y distribución de todo contenido y no discrimina entre noticias falsas e información veraz. En muchos casos, las personas solo leen los titulares o se dedican a ver videos con producciones baratas pero entretenidos. Vivimos en la era del entretenimiento y, como tal, muchos han encontrado mercado en ese espacio. Hay empresas que se dedican a generar noticias falsas y sacar partido de las crisis y situaciones de riesgo.

Fake news y la gestión de las emociones

Las decisiones políticas cada vez están más vigiladas por la ciudadanía. Las redes sociales establecen una relación directa con el poder y generan la posibilidad de una fiscalización pública que incide en gran medida en la percepción y confianza en las autoridades políticas.

La atención al COVID-19 ha traído diferentes reacciones políticas. Angela Merkel, canciller alemana, hace unos días daba un mensaje contundente a la ciudadanía: claro, preciso y oportuno. Cerrando todos los frentes a la especulación y reconociendo cuáles eran los alcances reales del gobierno de Alemania para enfrentar la crisis.

Por su parte, el presidente de México Andrés López Obrador, en una comparecencia pública y mediática hizo un llamado a seguir la vida normal y mantener contacto entre las personas pese al COVID-19. Como testimonio de sus declaraciones, días después, compartió videos donde aparece abrazando y besando a simpatizantes, durante su última gira, en la región de Guerrero, México.

Dos reacciones antagónicas que inciden en las emociones de las personas y los indicadores de confianza se convierten en sí mismos en datos fundamentales para la gestión política, porque impactan directamente en la legitimidad y la capacidad de incidir, en este caso, en el comportamiento ciudadano.

Las noticias falsas provocan desinformación y un efecto directo en las emociones de la ciudadanía, provocando desconfianza, pesimismo y hasta pánico, donde las reglas del juego están difusas y dominadas por la capacidad tecnológica automatizada, que hace que se reproduzca de manera viral y cuestione muchas medidas y decisiones políticas.

Las autoridades políticas deben gestionar una comunicación clara, precisa y oportuna, cerrando el portillo a los mercenarios que viven de esos vacíos que facilitan o permiten la manipulación y la politiquería en tiempos de crisis.

La comunicación gubernamental de las autoridades políticas debe atender el COVID-19, considerando que las personas no son una estadística, ni ideología y que su comportamiento responde a las emociones. Los vacíos de información provocan vulnerabilidad y ese es un terreno fértil para las fake news. La única posibilidad de lograr una comunicación política efectiva en situaciones de riesgo como esta es a través de una conexión emocional.

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