José Martín
Posts traumáticos
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6 min readJan 31, 2016

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No, el determinismo no es suficiente contra la discriminación de la mujer

«Y la malvada sigue persiguiéndole»

Siempre con la ciencia. Pero no con quienes vituperan la educación y a la vez creen (creen, sí) que hay que averiguar las causas últimas de un problema antes de actuar. Lo siento, pero la ciencia aún no ha desvelado cómo actuar contra el acoso escolar, contra la violencia contra las mujeres ni contra la guerra. Si algunos iluminados creen que sí, supongo que los éticos también lo creerán. Simplemente, la ciencia no tiene argumentos concluyentes para luchar contra las injusticias. Porque, si los tuviera, ¿no sería capaz de acabar con la miseria de miles de millones de personas? Así, de cuajo. Argüirán que no se les presta la atención necesaria. Estoy de acuerdo. Pero, como es obvio, la ciencia no lo puede todo, ni la ética ni la educación. Lo que sea o cómo sea la naturaleza humana (vamos a suponer biológica) no ha sido desentrañada lo suficiente como para saber qué narices nos lleva a seguir errando (nótese su doble acepción, de cometer error y de vagar de un lado a otro). Cometer el error de conocer y actuar en sentido opuesto; caminar en un sentido y hacia el contrario. Como ven, no solo es falta de divulgación, o, al menos, la divulgación (que no es algo científico determinista) no es eficaz (más de la mitad de la Humanidad sigue condenada a la miseria).

¿Se puede afirmar categóricamente que la cultura es consecuencia directa de nuestra biología? ¿Tanto como para explicar que siempre habrá más agresividad por parte del hombre que de la mujer, en términos estadísticos? Quizá sí. Ahora bien, esas parecen las evidencias biológicas, que no son más que parte de nuestro constructo cultural; la ciencia forma parte de nuestra cultura, pero no solo la ciencia, pues me pregunto: ¿Ha sido la ciencia la responsable de que, frente a sociedades subdesarrolladas, en nuestra sociedad occidental haya mayor tasa de universitarias que de universitarios y de que la mujer haya empezado a delegar la crianza de los hijos, por ejemplo? Sin duda, la ciencia ha intervenido en ese progreso, pero solo la ciencia, no: la divulgación de esa ciencia, la educación y la ética (como reflexión sobre nuestros valores). Hay conocimientos que no son científicos (o no en un sentido determinista, como al que se arrogan algunos científicos) y contribuyen a hacer un mundo más justo. Un mundo más justo hasta donde se puede, con ciencia, también, pero no solo con ella y esperando a que nos explique la razón última del hecho evidente de que la mujer está mayoritariamente sometida en todo el Orbe. Porque ante un hecho evidente hay que actuar.

No me canso de repetirlo: Pongan en una bandeja de la balanza el número de hombres que acechan (a hombres, a mujeres o a menores) y en la otra bandeja, el número de mujeres que acechan (a hombres, a mujeres o a menores), en cualesquiera entornos (por la calle, por Internet, en el trabajo, en el colegio…). Ni siquiera me estoy refiriendo a la evidencia cuantitativa de asesinatos, violaciones, vejaciones y demás barbaridades. Ni siquiera hace falta irse a sociedades menos prósperas (tres cuartas partes de la población mundial), donde — ¡vaya!, curiosamente, “es que están sometidas a una cultura cruel”, cultura — nacer mujer ya te expone a un riesgo mayor de sufrir toda clase violaciones de los derechos humanos, empezando por la discriminación ante la ley.

¿He dicho que todos los hombres (sexo masculino) son responsables de estos actos? No, no lo he dicho. Y no lo somos. ¿Es responsable quien presencia una injusticia y no la denuncia? Quizá no tanto como quien la comete (si es que acaso se puede medir ese “tanto”), pero alguna responsabilidad tiene. Un ejemplo: Chavales que presencian a lo lejos una aglomeración de compañeros de la que provienen gritos, insultos y ruido de golpes. Al día siguiente echan en falta a un compañero, de quien se comentaba que era “machacado” por otros estudiantes. Al cabo de cuatro días, asiste al colegio de nuevo, con petequias, moratones y arañazos por la cara, y cabizbajo. ¿No es deber de estos informar a los profesores? Aunque no tengan evidencias (directas) de que fue su compañero el que se encontraba en el centro de la tormenta de hostias cinco días antes, SÍ, deben informar. Dudo que haya algún hombre que no haya sido consciente de las humillaciones que ha sufrido una mujer cercana a lo largo de su vida. Humillaciones verbales y psicológicas especialmente, hacia su madre, hacia su abuela, hacia su hermana, su prima, su tía…, que ellos jamás habrían sufrido. ¿No es evidencia suficiente?

Si, como se argumenta, esa cultura “diferencial” entre sexos (que hay quienes llaman géneros) es fruto de un principio biológico de adaptación al medio, vinculada a mecanismos que garanticen la perpetuación de la especie, ¿podrían razonar lo mismo sobre la cultura “religiosa” presente en casi toda la Humanidad? Es decir, ¿es la religión consecuencia de nuestra naturaleza biológica? Supongo que también. Pero, entonces ¿seguimos respetando algunos de sus dogmas aunque vayan contra la ciencia y contra los Derechos Humanos en muchos casos, o, cuando menos, sirve de excusa para generar conflictos? Porque no creo que la religión mejore nuestra opciones de perpetuación como especie (pero, de acuerdo, esto es una creencia muy personal).

Evidentemente, no hay evidencias suficientes para afirmar que la cultura sexista no existe. Sí las hay para afirmar que sí existe. ¿Hay evidencias que nos permitan afirmar que nuestra sociedad occidental brinda mayor respeto a la mujer que otras sociedades menos desarrolladas? SÍ. Que lo quieran denominar como una mejor evolución biológica (o más óptima) no aporta nada a la discusión desde el punto de vista del determinismo científico. Si así fuera, regresando al punto de partida de este texto, ¿por qué no se puede hacer extensible a otras sociedades? No abuso del argumento, sino que, simplemente, me valgo de ese mantra que es la perpetuación de la especie. Ahora bien, si esa perpetuación va por poblaciones, entonces me callo y me resigno a pensar que somos casi dos especies diferentes: la población chachi occidental y la población mayoritaria. O quizá no, y quizá algún día se levanten todos y no seamos toda la especie humana más que una leve anécdota en el Universo, que, de momento, no somos mucho más.

¡Ay el determinismo!

Hago notar que otras disciplinas no científicas (científicas en el sentido del Círculo de Viena) promueven la igualdad en derechos de hombres y mujeres. Véase la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer.

Que la Ley Orgánica de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género no haya funcionado (el número de asesinatos de mujeres a manos de hombres no desciende), no implica que sea errónea del todo. Por, al menos, dos motivos: 1) Una ley no es lo único que debe funcionar, cuando no funciona una conciencia mayoritaria de rechazo hacia la violencia, que encuentra obstáculos en modelos erróneos (estereotipos explotados sin rubor comercialmente en canciones, películas, publicidad…), con rémoras de un pasado reciente muy machista y en limitaciones para su aplicación (presupuestarias y de medios, de formación-concienciación de Jueces y de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado…). 2) El motivo anterior justifica en parte que diez años en vigor no sean suficientes, porque, desgraciadamente y como he expuesto, la violencia solo es la parte más visible de la discriminación que sufre muchas mujeres (escasamente algunos hombres) aún en España (hablo de derecho a la integridad, que apenas sufren hombres; de derecho al control del propio cuerpo — y a vestirlo como quieran, por ejemplo — , y de derecho a una remuneración justa e igualitaria respecto a un mismo trabajo que un hombre).

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