¡Vaya papeleta!
«Los ciudadanos tiene el derecho a participar en los asuntos públicos, directamente o por medio de representantes, libremente elegidos en elecciones periódicas por sufragio universal».
Artículo 23.1 de la Constitución Española
Pero en el pleno siglo XXI, aunque seas del mismo Bilbao y nazcas donde te dé la puta gana, los trámites administrativos españoles siguen siendo decimonónicos. Véase el ejemplo de ciudadanos españoles residentes en la República Checa, a dos días de cerrar las urnas en la embajada de Praga. Este es el mensaje institucional que envía la embajada por e-mail:
“Sin embargo, muchos otros (entre ellos parte del propio personal de la Embajada) no ha recibido aún sus papeletas de voto”.
- “… parte del propio personal de la Embajada”. Esto no es personal, sin distinciones.
- “… no han recibido aún sus papeletas de voto”. Recordemos: cierre de urnas en la Embajada, las 20.00 h. del 18 de diciembre; emisión de este mensaje por e-mail, las 18.22 h. del 16 de diciembre.
“(…) lamentamos tener que recordar que la Embajada dispone de urna pero no de papeletas de voto”.
¿Tanto cuesta enviar papeletas a cada embajada en el Exterior?
¿No será más barato que enviarlas a las oficinas de correos de cada país en el Exterior (“… recomendamos que si no ha recibido las papeletas de voto consulte en la oficina de correos correspondiente a su domicilio en República Checa”)?
Quizá por estas anécdotas administrativas y otras de publicidad nos expliquemos la evolución de la participación electoral de unos añitos para acá de los españoles en el extranjero:
Sea de Praga o no, siempre es un proceso kafkiano; las piruetas que tiene que hacer un compatriota desde el Exterior para ejercer su derecho al voto son de circo:
Pero, por mucho entretenimiento que suponga, no tiene gracia ni como gynkana; no creo que fuera esto el panem et circenses.
Sin duda, hay otros mundos, pero (no) están en este. Qué frustración.