Las heridas de la tierra

Destrucción del hábitat en el Centro de México y sus implicaciones en la conservación de la biodiversidad 

SalvaCactus México
Preservemos las cactáceas

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Artículo publicado originalmente (en inglés) por Pedro Nájera et al en la revista Xerophilia (Volume 3, No. 1 (8) — March 2014)

Introducción

La destrucción del hábitat es un grave problema que ocasiona la pérdida de las condiciones favorables para el desarrollo natural de las especies tras el aprovechamiento irracional de los componentes del ecosistema y que afecta no solo a los ecosistemas áridos y semi-áridos de México, si no, se presenta en todos los ecosistemas del mundo; Deforestación, degradación genética, incendios naturales, introducción de especies, etc.

La erosión de suelos por cárcavas significa la pérdida de cientos de toneladas de suelo, los cuales nunca regresarán y el ecosistema tardará,
si lo logra, cientos de años en detener el arrastre de partículas por escorrentías.

Justificación

El presente trabajo “pretende” primeramente exponer las principales actividades y los problemas que ocasionan en la región del altiplano y zona media del estado de San Luis Potosí, así como para proponer diferentes prácticas y/o regulaciones para la protección de dichos ecosistemas y las especies que les componen.

Existen varias formas de percibir el hábitat y sus componentes; desde el punto de vista capitalista que contempla la apropiación de dichos componentes como recursos aprovechables de los que se puede obtener una retribución económica, a cambio de estos se origina la riqueza, y el ser humano resulta el administrador de dicha naturaleza y es autodenominado parte administradora y fundamental dentro de la biósfera; hasta el extremo opuesto que considera la apreciación del ecosistema como un conjunto de componentes de un todo, que además de entrópico, es holista, altamente eficiente y el ser humano forma parte no fundamental de los ecosistemas naturales que componen la biósfera.

Los residuos de construcciones o “escombros” también generan un alto grado de impacto, al no haber zonas para disponerlos,
las personas buscan lugares para deshacerse ellos sin importarles los daños que esto ocasiona.

Esta actual percepción antropocentrista de la apropiación del ecosistema y nuestra prácticamente nula capacidad para aprovechar el ambiente y mantenernos dentro de la capacidad natural de carga que tiene cada ecosistema en que intervenimos, nos hace apreciar un pastizal como un área óptima para la introducción de fauna no natural, como ganado vacuno, equino, caprino u ovino; y también nos hace apreciar un valle arbolado como un área ideal para prácticas agrícolas tras la remoción de la cubierta vegetal y una sierra de pinos como una fuente redituable de madera; y de manera diametralmente opuesta, los componentes del ecosistema que no representen algún tipo de beneficio para el humano son considerados componentes inútiles y por lo tanto desechables. Todo en vez de utilizar los componentes del ecosistema, como flora y fauna potencialmente aprovechables y solamente dirigir el flujo de energía excedente dentro del ecosistema para nuestro beneficio ya sea directa o indirectamente y de esta forma causar el menor daño y alteración al ecosistema; se entiende que la explosión demográfica y el gran impacto que esto ha causado por el crecimiento y establecimiento de asentamientos humanos, aunado a los avances tecnológicos durante el siglo XVIII a raíz de la diseminación de la revolución industrial y, aunque en México esta visión no llegó hasta mediados del siglo XIX, la explotación irracional de los recursos ya estaba presente desde antes de la llegada de los españoles y su subsecuente conquista, ya que incluso las culturas nativas ejercían una presión negativa en el ecosistema, como por ejemplo son las excesivas cantidades de pieles, plumas y demás subproductos animales que exigían los aztecas como tributo, la quema de los pastizales en el altiplano norteamericano para atraer las manadas de búfalo a sus terrenos de caza, la modificación de la selva para abrir paso a la agricultura, etc., pero la intensidad del impacto al ser tan menor, en muchos casos se logró una cierta resiliencia entre los asentamientos humanos y los ecosistema que respectivamente impactaban; es decir, la naturaleza tenía tiempo la capacidad suficiente para regenerar el daño, pero al ir creciendo las ciudades y modificando sus costumbres, esa forma de existencia se nos hace cada vez más remota ya que se ha generado una gran dependencia de la sociedad a la explotación agrícola y pecuaria, a la explotación minera, a la apertura de nuevas áreas de “desarrollo”, explotación de combustibles fósiles, etc.

Consecuencias de un incendio forestal iniciado por constructoras (El Huizache, SLP.)

Nuestro problema en la relación Hombre-Naturaleza viene desde la tendencia a la apropiación de la misma y que se mantiene intrínsecamente desde que se utilizan diversos términos “imperialistas” para referirse a componentes del ecosistema y la naturaleza; como “”recursos naturales”, “vocación del ecosistema”, “uso de suelo”, “potencial agrícola y ganadero”, y muchos otros términos que llevan implícito la esencia de la apropiación y el sometimiento de la naturaleza para exclusivo beneficio humano.

Hablar de destrucción del hábitat es incorrecto; puesto que la materia no se crea ni se destruye, solo se transforma, el llamado desarrollo humano surge total y exclusivamente del detrimento o degradación de los componentes del ecosistema; De modo que somos una especie de seres detritívoros que no puede lograr nada sin afectar a su entorno; Apreciar es una de las pocas cosas que un ser humano puede hacer sin alterar negativamente nada.

En los alrededores de la mayoría de las ciudades existe un anillo de desolación; la capital del estado de San Luis Potosí, no es la excepción:
la Sierra de San Miguelito en su parte baja ha sido históricamente impactada, por la tala de árboles para el carbón de las fundidoras y las cocinas de la capital,
el pastoreo excesivo de ganado que ha terminado con los pastizales alpinos en el área.

Existen muchas y muy diversas formas en las que se puede alterar un hábitat, desde las prácticas agropecuarias, mineras, industriales, etc. Que se practican dentro de entornos naturales, así como las carreteras, puertos y demás vías de comunicación, hasta la explosión demográfica y la expansión subsecuente de las manchas urbano/rurales y la presión que estos ejercen sobre los componentes e interacciones del ecosistema que ellos denominen “recurso”, como minerales, maderables, cinegéticos, hídricos, etc.; y el mal uso de las áreas “no aptas para ello”, aluviales, cañones, lechos salinos, etc.; sin considerar que también representan recursos, y muchas veces fundamentales para otras especies en el ecosistema; que por no representar un beneficio palpable para el ser humano ya que no representan alguna retribución económica o cultural, no se les considera de valor y por lo cual no tienen importancia alguna.

Comparación entre calidad y salud del suelo; aunque a veces se toman como sinónimos, la calidad del suelo define la utilidad del suelo para un propósito Carter et al. (1997); Mientras la salud del suelo se define sensu Roming et al. (1995), como el estado de las propiedades dinámicas del suelo, como son el contenido de materia orgánica, la diversidad de organismos, productos microbianos, entre otras y durante un tiempo determinado.

Mina de oro en el Cerro de San Pedro, la cual ha terminado completamente con una población de Pelecyphora aselliformis y afectado muchas otras de importancia para su conservación, como:
Calibaus hookerii, Villadia cucullata, Coryphantha voghterriana, Ferocactus histrix, Mammillaria crinita crinita, Mammillaria aureilanata alba, etc.

Las prácticas que más afectan en las regiones áridas del estado de San Luis Potosí son la ganadería caprina, equina y ovina, en ese orden de afectación; Estas actividades afectan tanto las partes montañosas como las partes llanas, donde incluso en algunos casos se inducen pastizales exóticos tras la remoción de la cubierta vegetal original, o simplemente las malas prácticas pecuarias ocasionan el abatimiento de la capacidad natural de carga del ecosistema, y de manera similar se afecta la condición del suelo, ocasionando cárcavas y deslave de taludes donde se pierden toneladas de suelo fértil por el arrastre del agua y la acción de los vientos.

Las áreas agrícolas, aunque menos extensas y principalmente situadas en las partes planas y bajas del altiplano, modifican sustancialmente el ecosistema del lugar ya que se remueve todo tipo de vegetación natural, a excepción de algunos árboles en los linderos, y se abre paso a la introducción no solo de plantas domésticas, si no, de plantas indeseadas, insectos y otros animales ajenos al entorno, así como plásticos, agroquímicos y demás contaminantes.

Las actuales tendencias de desarrollo continúan manteniendo el modelo económico basado en la explotación y aprovechamiento de los componentes del ecosistema y de esta manera la economía trae bajo la bandera del desarrollo, la fragmentación a través de la apropiación, explotación y subsecuente pérdida de sus recursos naturales para las futuras generaciones.

La extracción de gravas, arenas, metales, etc. genera una gran cantidad de áreas de impacto a todo lo largo y ancho del altiplano mexicano; los bancos de materiales dejan grandes agujeros en los cerros y en los valles, de donde extraen yeso, grava, arena, etc. Este es un impacto irreversible, ya que se remueve no solo la cobertura del suelo sino también la roca madre.

El crecimiento de los centros poblacionales trae consigo la apertura de las áreas agrícolas adyacentes a las poblaciones para desarrollos habitacionales o industria y se abre el ecosistema natural para expandir la frontera agrícola.

Todo esto ocasiona una especie de anillo de degradación alrededor de los centros poblacionales que se ensanchan conforme la demografía continúa explotando.

Los malos sistemas para la disposición de la basura y la creciente entrada de productos comerciales dentro de las más remotas áreas del altiplano han ocasionado que grandes extensiones de tierra se conviertan en campos de montículos de basura, que eventualmente son incendiados para poder dar cabida a más basura. La minería y sus plantas de beneficio modifican los flujos de agua, las corrientes subterráneas y eliminan una gran parte de vegetación tanto como en el área de explotación, como en las áreas de transporte, beneficio y transportación. Representan un riesgo para los cuerpos de agua, tanto superficiales como subterráneos debido a los químicos utilizados en los procesos de beneficio, como mercurio, plomo, cianuro, etc.

Terraplen de escombros formado por la extracción de piedra caliza dentro del área natural protegida Sierra de Álvarez.

Los aprovechamientos de bancos de piedra, arena, yeso, etc. también presentan efectos similares en el ecosistema, aunque estos no contaminan los mantos subterráneos, los superficiales se ven afectados por el arrastre de polvos y se cambia la condición de los cursos y cuerpos de agua por el azolve de estos.

La construcción de vías de comunicación de manera similar modifica irremediablemente el ecosistema donde estas se ubican; no solo eliminan permanentemente la vegetación a lo largo de una franja, también segmenta e incomunica o dificulta la comunicación entre ambos lados de la vía; Permite la entrada y paso a las personas, lo que significa más basura y la posibilidad de actividades tanto agropecuarias como mineras, además de la explotación de bancos de arena para la construcción del bordo donde se coloca la misma carretera, lo que deja unos agujeros de gran tamaño a lo largo de las carreteras.

Muchos aprovechamientos forestales maderables y no maderables causan la pérdida de la diversidad genética, empujando a las especies hacia la homogeneización, ocasionando vulnerabilidad ante las plagas, enfermedades y demás adversidades naturales, así como una alta probabilidad de generaciones atrofiadas; por el otro lado, también promueven la erosión tras la pérdida de vegetación cuando se realiza a gran escala

Tras los incendios forestales viene la pérdida de suelo por causa de la deflocualción del tereno por el calor y la acción de las lluvias.

Malas prácticas de reforestación, restauración y rehabilitación; existe una mala aplicación de los proyectos gubernamentales para la implementación y delimitación de las áreas a reforestar, se seleccionan zonas a reforestar con tipos de vegetación que no corresponden, como plantaciones de Agave lechuguilla en terrenos planos con vegetación de izotal (Larrea-Yucca) donde la lechuguilla nunca ha existido originalmente, también se promueve la reforestación con especies introducidas, como Pirul (Schinus molle), Eucalipto (Eucalyptus sp.) y Sávila (Aloe sp.), lo que ha ocasionado una gran invasión de especies y aún mayor modificación del ecosistema; otra de las practicas inadecuadas el subsoleo o cincelado de suelos para fomentar el crecimiento de arbustivas en pastizales montanos, lo que ocasiona mayor incidencia de cárcavas, nichos para plantas invasoras y pérdida de la escasa capa de suelo por el arrastre de las lluvias; de la misma manera tratan de inducir nopaleras en áreas donde eran encinares, pinares donde eran pastizales y pastizales donde eran mezquitales.

La degradación de los suelos puede describirse atendiendo a los efectos sobre las características intrínsecas del suelo o bien sobre las funciones que potencialmente podría desempeñar; es la pérdida de utilidad actual o potencial con lo que el suelo será capaz de realizar cada vez menos funciones de las que se podrían esperar de él, a medida que la degradación progresa. (J. Porta 2008)

En lo referente a las propiedades intrínsecas, también se puede definir la degradación como una disminución, pérdida o cambio de parámetros de calidad, como por ejemplo, el espesor del epipedión por erosión; la pérdida de material fino en la superficie, con aumento de la pedregosidad superficial y disminución de la conductividad hidráulica entre otros. (UNCCD, 1977)

Ferocactus latispinus siendo removido por la pérdida de suelo. Con la Jatropha dioica se logra apreciar que algunas plantas tienen la capacidad de adaptarse a la nueva profundidad del suelo.

J. Porta (2008), destaca una distinción entre;

-degradación que supone una pérdida física del recurso suelo, debido a procesos erosivos, cuyos efectos se evidencian, por lo general, de forma inmediata, tras un episodio de lluvia.

-degradación que da lugar a un aumento del estrés interno, sin manifestaciones externas. El suelo, aparentemente, está intacto, pero cada vez será necesario un mayor trabajo interno en el sistema, para llegar a los mismos resultados. Cuando aparezcan signos de degradación, ésta se encontrará ya en un estadio avanzado. Por ejemplo una degradación por procesos de acidificación, por salinización, compactación, contaminación, entre otras.

La desertificación se considera como un conjunto de procesos de degradación (erosión, compactación, pérdida de vegetación, etc.) de origen antrópico, que exprese la disminución o destrucción del potencial biológico y de la productividad primaria (biomasa, fertilidad del suelo, capacidad de carga, biodiversidad, etc.) transformándolas en regiones áridas o semiáridas que , en casos extremos, puede conducir a condiciones de desierto extremo incluso en zonas áridas donde la vegetación puede sufrir alteraciones y no regresar a sus condiciones originales.

Echinocactus platyacanthus cortado para extraer la parte interna del cacto y prepararla en un dulce típico nacional, el acitrón o dulce de “biznaga cristalizada”.

A diferencia del saqueo o cacería furtiva de especies, la destrucción del hábitat no es selectiva, o sea, afecta de manera general y no sistemática a la flora y fauna, ya que por lo general, exceptuando prácticas como la tala inmoderada, la destrucción del hábitat ocurre como algo consecuente de nuestras actividades de desarrollo.

Conclusiones: esta problemática recae en cada uno de nosotros como especie humana; y mientras los modelos político-económicos tengan como fuente de desarrollo la apropiación y aprovechamiento de los recursos naturales para generar riqueza, y mientras las economías y sociedades basen su opulencia y comodidad a través de esta riqueza, la economía continuará en constante devaluación tanto cuanto de la naturaleza se sirva causándole degradación.

Propuestas:

Tratar de ver y entender el ecosistema como un todo, no como partes independientes

Uso racional de los elementos locales del ecosistema para aprovechamiento y restauración

Limitación del comercio del desechable mientras no existan programas de gestión de los residuos

Limitación al crecimiento urbano y la explosión demográfica

Y finalmente, pero no menos importante, Equidad social y planificación familiar para una correcta distribución de los beneficios del ecosistema.

Sandy Nery apoyándonos durante una operación de rescate de emergencia en una de las poblaciones de A. kotschoubeyanus.
El proceso completo de la traslocación será expuesto posteriormente al tener la información suficiente sobre la sobrevivencia a lo largo de un periodo prolongado de tiempo

Referencias

Porta, J., López-Acebedo, M. y Poch, R. M., 2008 — Introducción a la edafología: uso y protección del suelo. Madrid: Ediciones
Mundi Prensa. 2008; 368-370pp.
United Nations Conference on Desertification (UNCOD), 1977 — Plan of Action to Combat Desertification (PACD).
Romig, D.E., M.J. Garlynd, R.F. Harris, and K.M. McSweeney, 1995 — How farmers assess soil health and quality. J. Soil Water
Conserv. 50:225-232

El método mas utilizado para deshacerse de la basura en las zonas rurales es la incineración.

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