“La Indiferencia”

¿Porqué nuestro vacío ocupa tanto espacio?

“Silhouette of a woman standing alone at sunset” by Maranatha Pizarras on Unsplash

El Vacío, la Apatía y la Indiferencia.

Gilles Lipovetsky en “La Era del Vacío” expone a partir de una sentencia inicial: ¡Si al menos pudiera sentir algo! que es la desproporción emocional, que se compone de un trastorno conocido como “trastorno de carácter” caracterizado por un malestar difuso que lo invade todo, un sentimiento de vacío interior y de absurdidad de la vida, incapacidad de sentir las cosas y los seres.

Lipovetsky se apoya en la teoría de Chr. Lasch sobre los individuos que aspiran a un desapego emocional, en razón de los riesgos de inestabilidad, que sufren en la actualidad las relaciones personales. Se trata de suprimir las emociones, de no tener un compromiso profundo, no sentirse vulnerable, desarrollar la propia independencia afectiva, vivir solo, según Lipovetsky, es el miedo a la decepción, el miedo a las pasiones descontroladas como Lasch llama “The flight from feeling” que se traduce como — La huida ante el sentimiento — hasta alcanzar un estado de indiferencia, de desapego, para protegerse más bien de los propios impulsos que amenazan el equilibrio interior. Se internan en su propio mundo de indiferencia a salvo de sus pasiones y la de otros.

Pero el desapego emocional, se contradice a esa aspiración de encontrar relaciones apasionadas, aunque mientras más fuerte es la espera más escaso es el milagro fusional, dice Lipovetsky, y por lo tanto más breve. En todas partes encontramos la soledad, el vacío, la dificultad de sentir, de ser transportado fuera de sí, de ahí la huida hacia adelante en las “experiencias” que no hace más que traducir esa búsqueda de una “experiencia” emocional fuerte. Y se cuestiona:

¿Porqué no puedo yo amar y vibrar?

Mas adelante Gilles Lipovetsky escribe sobre la “Indiferencia” que no es más que la escasez de motivación y no la ausencia de la misma, se identifica más con la “anemia emocional” también conocida como Riesman, con la desestabilización de los comportamientos y juicios convertidos en “flotantes” como las fluctuaciones de la opinión pública. El hombre indiferente, no se aferra a nada, no tiene certezas absolutas, nada le sorprende, y sus opiniones son susceptibles de modificaciones rápidas: Para alcanzar un grado tal de socialización, los burócratas del saber y del poder tienen que desplegar tesoros de imaginación y toneladas de informaciones.

Pero la indiferencia nace de la apatía generacional, o quizá la apatía produce una serie de inacciones que componen la indiferencia. Analizando el nihilismo europeo en el sentido que le dio Nietzsche, la depreciación mórbida de todos los valores superiores y desierto de sentido, ya no corresponde a esa desmovilización de las masas que no se acompaña ni de desesperación ni de sentimiento de absurdidad. Todo él indiferencia, el desierto posmoderno está tan alejado del nihilismo “pasivo” y de su triste delectación de la inanidad universal, como del nihilismo “activo” y de su autodestrucción. Dios ha muerto, decía Nietzsche, y en ese sentido todo dejaba de tener un sentido, pero a la vez a nadie le importa un bledo, esta es la alegre novedad, ese es el límite del diagnóstico de Nietzsche.

El vacío del sentido, el hundimiento de los ideales no han llevado, como cabía esperar, a más angustia, más absurdo, más pesimismo.

“Foggy morning on an empty suburban street” by Shane Rounce on Unsplash

El Vacío Existencial.

La influencia de la era moderna, capaz de volvernos fríos y aislados de forma natural, nos presiona hasta la disociación, sin que podamos encontrar sentido alguno a todo aquello que nos motivaba. Para Tony Anatrella considera que el vacío existencial proviene de una sociedad depresiva en constante búsqueda de satisfacer el ego. La presencia del individualismo y el narcisismo como formas de conductas se han generalizado en la sociedad donde predominan acciones egoístas que limitan la capacidad de trascendencia personal e inhiben la consolidación de un óptimo sentido de vida.

El vacío existencial, reflejo de una sociedad posmoderna, es fruto de la carencia del valor más importante: el valor de la existencia humana. Pero, al final de cuentas, no es en sí el posmodernismo quien da como fruto el vacío existencial. Y aunque el sentido de la existencia ya se había planteado como una reflexión en torno a la absurdidad de la vida, como Albert Camus escribió: “la vida no tiene sentido y no vale la pena vivirla” relacionada con la filosofía existencialista y el determinismo, que se asemeja a una frase de Sartre: “la vida, a priori, no tiene sentido. Antes que ustedes vivan, la vida no es nada; les corresponde a ustedes darle un sentido”.

Pero el vacío existencial no está limitado a un planteamiento filosófico o psicológico únicamente, es más bien una despersonalización, en la que el individuo se aleja de su entorno provocando un alejamiento de sí mismo, de todo lo demás, por lo que esa provocación ya no encuentra sentido, es entonces que el individuo que ha generado internamente un vacío, busca forma de llenarlo sin sabiduría y sin profundidad, sin apego, sin arraigo, lejos de todo entusiasmo, deambula por su vida, como un ser insatisfecho, incómodo y absurdo ante la existencia, de la cual ya no concibe su realidad y vive expuesto a una decadencia moral y espiritual.

El vacío existencial es una neurosis de nuestro tiempo, según Viktor Frankl, responde a un llamado ante la falta de sentido en la existencia.

¿Porqué nos agobia la existencia?

La actualidad social, la modernidad se vive a una velocidad implacable nuestro entusiasmo es superado por la realidad, que generalmente es pésima, y encontramos que todo carece de sentido, perdemos tiempo buscando nuestra identidad, cuando todo parece superficial, hay falta de compromiso, falta la pasión, incluso nuestra realidad nos orilla a enfocarnos en actividades más superfluas y así adaptamos nuestra cotidianidad a lo banal.

Al realizar actividades menos profundas, con mayor apego, que genere una reacción introspectiva, que eleve nuestra conciencia a un plano astral superior, dejamos de atender nuestra realidad por una visión impersonal, eso nos lleva a sentirnos ajenos, desconectados del mundo que nos rodea y parte del espacio en el que existimos y compartimos.

Es esa extrañeza lo que genera un vacío existencial.

Una parte de nosotros ya no encuentra motivación alguna en la realidad que vivimos, y dejamos de encontrar satisfacción, sin buscar la forma en cambiar esa realidad.

Nuestro vacío aumenta hasta que ocupa una mayor extensión en nuestra vida cotidiana, al final, nada puede llenar ese vacío que nos hace sentir tan vacuos y tan solos.

--

--