David Maciá, palmerero del huerto de San Plácido

“El principal problema del palmeral es que es una carga mantenerlo”

Debido a la poca rentabilidad que ofrece este Patrimonio de la Humanidad, cada vez existen más dudas acerca su futuro

Toni Ferrera Sulbarán
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El palmeral de Elche es el símbolo de la ciudad. No hay lugar en toda Europa donde se congreguen tantas palmeras. Y todo aquel que se asoma por esta región de la provincia de Alicante, pasa por allí. No obstante, es curioso que, siendo un monumento tan reconocido a nivel continental (fue nombrado por la UNESCO en el año 2000 como Patrimonio de la Humanidad), la cantidad de ilicitanos nativos conocedores de su historia sea más bien poca.

David Maciá, palmerero del huerto de San Placido, lleva más de quince años trabajando con estas plantas, y dado su entendimiento y trabajo alternativo como guía turístico dentro de la zona, conoce a la perfección por qué hay tantas palmeras en Elche. “Viene un poco del pasado agrícola de este lugar. El palmeral de Elche es el conjunto de todos los huertos de palmeras que hay aquí, donde cada uno tiene una estructura y una clasificación determinada”, afirma el experto.

La modernización y la revolución industrial han azotado al mundo desde el siglo XVIII. Toda gran ciudad se ha visto obligada a adaptarse a un sistema donde la agricultura ya no tenía el monopolio de antaño, con el objetivo de perdurar y establecer un nuevo plan que asegurara la estabilidad económica de sus habitantes. Elche no ha sido una excepción. “Hace unos 150 años, la forma de vida empezó a cambiar aquí. Pasó de ser agrícola, a industrial, y por ello muchos huertos de palmeras dejaron de aprovecharse y se arrancaron para otro uso del suelo. Pero en su origen todo el palmeral era agrícola. Al fin y al cabo, era un método muy importante para conseguir alimentos, de ahí que haya tantas palmeras”, asegura el palmerero.

Todo este beneficio que se obtenía del palmeral, tiene su origen en un procedimiento agrícola único. De hecho, es esta peculiaridad, la que le otorga el reconocimiento mundial que ostenta. Sin embargo ¿por qué es tan especial?: “Tenemos las acequias de riego, que son canales por donde el agua llega a todas las plantas. Las palmeras están plantadas en alineaciones a ambos lados de las acequias, formando unos rectángulos que llamamos bancales. Y en cada uno de esos bancales, conviven otros cultivos que crecen mejor gracias a la protección del viento que ofrecen las palmeras. Junto a ellas están los árboles frutales, y en el suelo lo que hay son planta hortícola y planta forrajera, que alimentan a los animales”, subraya Maciá.

Es decir, este procedimiento, junto con unas cabras, unas gallinas, y algunos conejos, aseguraba el alimento diario de los ilicitanos. Pero eso ya acabó. La industrialización provocó poco a poco el crecimiento de una ciudad que ha acabado ocupando el espacio del palmeral en muchos puntos. No hay más que analizar los datos. Según el INE (Instituto Nacional de Estadística), Elche contaba con una población de 33187 habitantes en el año 1920. Actualmente, casi un siglo después, coexisten en esta localidad más de 220000 personas. Una evolución demográfica muy grande que, obviamente, ha traído consigo muchos cambios. “El palmeral empezó a abandonarse poco a poco. Pasó a ser un derroche, porque no se le sacaba rendimiento y en cambio mantenerlo sí cuesta mucho dinero. La gente prefirió vivir de otras cosas, como la industria del zapato, por ejemplo”.

Y es aquí donde entra la disyuntiva actual que rodea al palmeral. Ya no solo es la poca rentabilidad que está ofreciendo, sino el alto coste que representa y la mala situación en la que se encuentra (rutas mal señalizadas, residuos, falta de limpieza, huertos abandonados), que lo colocan en una coyuntura un tanto peligrosa. “Son muchos factores. Uno es ese, el que comentas tú, otro es la gran cantidad de plagas que ha traído la globalización, como el picudo rojo, la cochinilla, etc. Son plagas que antes no conocíamos. La ganadería ha desaparecido también. Una gran parte de los dátiles que se producían en Elche iban para las cabras, hoy eso ya no tiene salida. Las escobas que se fabricaban en Alguatera se hacían con palma de este palmeral. Actualmente las escobas ya no vienen de Alguatera ni son de palma. Ahora son de plástico y vienen de China. Ha cambiado la forma de vida y esos aprovechamientos del palmeral ya no se dan. La única forma de mantenerlo es poniendo dinero en él”, puntualiza el palmerero.

Con el objetivo de recuperar la productividad del palmeral, se plantean varias cuestiones. Tal y como afirma David Maciá, y como se presupone, “desde el punto de vista cultural y turístico es atractivo”. Pero quizá eso ya no basta. Elche ha iniciado un plan para convertirse en Capital Verde Europea en el año 2030. Para ello, el proyecto buscará superar los desafíos que se manifiestan en el entorno urbano, favorecer el bienestar e incrementar el nivel de calidad de vida de la ciudadanía. Un palmeral en buenas condiciones, y capaz de cosechar recursos por sí mismo, multiplicaría sus opciones para lograrlo. “¿Por qué no aprovechar los huertos de palmeras otra vez? Ya no tanto como en el pasado, porque la agricultura hoy en día es extensiva y ya no se produce de esa forma, pero se pueden hacer huertos de vecinos con el beneficio que se obtiene. Hay gente interesada en ello, y todavía no los podemos dar por muertos. El principal problema del palmeral ni es el picudo, ni nada de esto. El principal problema es que es una carga mantenerlo. Una carga económica muy grande. Si conseguimos darle la vuelta a eso, tendremos mucho provecho”, concluyó el técnico.

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