Carlos Rabadán Sainz | Árbitro de la Liga Nacional de Fútbol Sala

“El salario del arbitraje en el máximo nivel del fútbol sala no da para vivir”

El colegiado de Primera División de la LNFS asegura que su sueldo es insuficiente y que por ello trabaja a su vez como enfermero

marcos osorio
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Carlos Rabadán recogiendo el premio al mejor árbitro en la temporada 2016/2017 | Fotografía de la FFCV

Carlos Rabadán Sainz (Valencia, 1975) estudió Enfermería en 1993, pero no es conocido precisamente por ello. De hecho, ni siquiera se podría decir que es conocido. Y es que, si el reconocimiento de un árbitro de fútbol se relega a un segundo plano, el de un colegiado de fútbol sala apenas se aprecia.

Rabadán es uno de los encargados de dirigir los encuentros de “futsal” de la máxima competición española, y no es un colegiado cualquiera; hace apenas un mes, el valenciano fue galardonado como el mejor árbitro de fútbol sala de España durante la temporada 2016/2017. No obstante, él atribuye ese premio a la gran temporada que ha realizado, pero él mismo reconoce no ser el mejor árbitro de fútbol sala porque, para ser el mejor, “se necesita una trayectoria de muchos más años”, y eso que él lleva ya 15 temporadas en la máxima categoría.

Las comparaciones son odiosas, y Carlos Rabadán detesta que se compare el fútbol con el fútbol sala. Él es consciente de que el fútbol mueve millones y millones de euros, y que el fútbol sala es un deporte que apenas pasa desapercibido. Entiende que, al generar y provocar un mayor impacto económico, un árbitro del “deporte rey” tenga un mayor salario. Y él no critica esta diferencia, pero, al igual que para muchos de sus compañeros, “el fútbol sala es más bien un hobby que un trabajo, porque si no, no se podría vivir de ello”.

Resulta complicado creer que no sea un salario más que suficiente como para hacer vida normal, pero lo que de verdad da de comer a Carlos Rabadán es su labor como enfermero en un centro de salud. Y esta diferencia no solo es notoria en cuanto al arbitraje, y es que, si en el fútbol hay estrellas como Messi o Cristiano Ronaldo que cobran decenas de millones de euros, en el fútbol sala la “única estrella” es Ricardinho, jugador del Inter Movistar cuyo salario ronda los 300.000€ al año, y eso que es el jugador referencia.

Son años y años de experiencia los que lleva Rabadán en el mundo del arbitraje. Y sería tópico hablar de los insultos por parte de los aficionados hacia los colegiados, pero hay algo que de verdad duele al árbitro valenciano. “Escuchar a una persona mayor desde la grada llamarme ‘hijo de puta’, dentro de lo que cabe, me da igual. Lo que de verdad me duele y me llena de pena es ver a los niños imitar todas esas acciones. Hay muchos padres que necesitan desahogarse y bueno, van a los campos de fútbol, sueltan cuatro tonterías y se sienten mejor, pero es que ver a un chaval de diez años decir ‘qué malo eres, gilipollas’ da que pensar. Y la culpa es de sus propios padres”, afirma Rabadán.

El colegiado valenciano le explica una acción a Ricardinho | Fotografía de la FFCV

Por suerte, la moneda del “futsal” también tiene cara. A pesar de que la importancia del fútbol sala diste mucho de la que se le dedica a otros deportes, no deja de ser una actividad importante y reconocida, y si resulta impensable que una mujer pueda dirigir un Real Madrid-Fútbol Club Barcelona, en el fútbol sala sí que sería posible.

Hace ya cinco años desde que Raquel González Ruano se consolidase como la primer árbitro en Primera División. Raquel González, de Castellón y por tanto también perteneciente a la Federación de Fútbol de la Comunidad Valenciana, dio en 2012 ese gran salto a la máxima categoría del fútbol sala.

Carlos Rabadán y el resto de compañeros acogieron con buenos ojos a la colegiada castellonense, dejando a un lado el posible recelo que pudiese provocar la situación. Y es que, para que el caso de que una mujer árbitro en la máxima competición no sea algo noticioso, “hay que normalizar la situación”.

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