María Figenia Cayuelas Bueno| Especialista en la industria textil redera

“El secreto del trabajo artesanal es el alma y el cariño”

La mano de obra vuelve a estar en auge en Callosa de Segura tras la reaparición de la industria del cáñamo

Belén Martínez
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María Figenia Cayuelas Bueno (1948), experta en la industria textil redera, le ha dedicado 51 años a este sector, en el que comenzó a los 11 años de edad. Actualmente ya no ejerce esta labor debido a su jubilación. Su lugar de trabajo comenzó en los puertos, continuó en las casas y acabó en las fábricas especializadas. A pesar de haber avanzado en las tecnologías, la ex trabajadora ha tratado la red a mano durante todo su trayecto laboral. El principal objetivo de María Figenia ha sido defender el trabajo artesanal por encima de las nuevas tecnologías, ya que éstas no trabajan el material con tanta perfección ni tratan la red con cariño.

El mundo de las redes ha ido evolucionando a lo largo del tiempo. Hace más de 50 años toda la fabricación de éstas se llevaban a cabo a mano hasta que, en los años 60–70, aparecieron los primeros telares de origen japonés.

Demostraciones del cáñamo extraídas del Museo Municipal del Cáñamo de Callosa de Segura / Internet

El origen del hilo se centra principalmente en la “industria del cáñamo”, la cual tuvo su mayor auge en Callosa de Segura, pues una parte considerable de la población se dedicaba a este sector. “Trabajar el cáñamo para obtener hilos o cuerdas era un proceso laborioso, costoso y largo”, especifica Figenia. En primer lugar se debía plantar la hoja del cáñamo. Una vez crecida se recolectaba y se dejaba secar durante unos días, para posteriormente mojarlas en las balsas. Una vez “hidratado” se golpeaba con una maza de madera llamada “espadilla” con el fin de quebrar las fibras. A continuación, el hilo se pasaba por un rastrillo para conseguir dejarlo más fino y manejable. Por último, el trabajador tenía que atarse a la cintura el cáñamo y sujetarlo a una máquina, mientras él andaba hacia atrás, para formar definitivamente la cuerda.

Esta forma de cuidar y trabajar el hilo fue evolucionando aproximadamente entre los años 60–70 tras la aparición de los primeros telares mecánicos de origen japonés.

Las redes que se realizaban, tanto de forma manual como en los “nuevos” telares, iban destinadas únicamente al sector de la pesca, donde para ello, se utilizaban dos tipos de punto de red: uno con una forma circular denominada “de rulo” que se utilizaba para que descansara el pez, y otra “de mallero plano”. Según Figenia: “El trabajo en los puertos era para los especialistas”.

Por el contrario, las mujeres realizaban sus trabajos en casa. La ex trabajadora explica que “se tardaba una semana en realizar una red a mano y con la ayuda de algún familiar o amigo”. Una vez acabado el pedido, las trabajadoras iban a las fábricas a por más material para seguir trabajando y poder conseguir el salario lo más rápido posible. El jornal medio oscilaba entre las 348 pesetas, lo que corresponde a 2,92 euros semanales.

“Las herramientas que más utilizábamos eran principalmente las agujas con las que se anudaban las redes. Actualmente la maquinaria esencial son los telares con nudo y sin nudo. La ventaja de estos telares se centra en la cantidad de producto que realizan, ya que estos tiran mucha red, y el tiempo mínimo que emplea. Aun así el trabajo manual sigue involucrado en esta industria porque cuando salen las redes nosotras debemos darle forma manualmente”, aclara Figenia.

La trabajadora detalla que la era de la industrialización ha traído consigo numerosas ventajas entre las que se encuentran la variedad de tejidos que se pueden tratar como, por ejemplo, el plástico o el nailon, la reducción del tiempo para la elaboración del producto, y el aumento de la cantidad de éste.Por otro lado, también muestra desventajas como la pérdida del nudo (pues los telares sin nudo se encuentran en auge) y la cantidad de rotos que salen en las redes. La especialista resalta que la redes manuales no tenían ningún tipo de defecto porque se elaboraban de una forma mucho más cuidadosa. Además resalta que las muestras que se mandan a los compradores extranjeros se realizan a mano por esta sencilla razón.

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Belén Martínez
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Periodista formada en la Universidad Miguel Hernández