La incógnita del palmeral de Elche

Toni Ferrera Sulbarán
9 min readDec 12, 2017

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Debido a un conjunto de malas decisiones que han lastrado el pasado de este Patrimonio de la Humanidad, existe ahora un gran interrogante con respecto a su futuro

Para entender Elche hay que entender a su palmeral. No hay mayor icono en la ciudad ilicitana, que el conjunto que componen todas y cada una de sus palmeras. Por el colorido y por su singularidad. Todo aquel que ha nacido y crecido en esta región de Alicante, domina a la perfección lo que es vivir rodeado (literalmente) de estas plantas. Y es curioso porque, quizá este hecho, el de considerarlas tan propias, tan puramente endémicas del lugar, ha originado cierta dejadez informativa en torno a su figura. En todos los aspectos. Histórico, de actualidad, de futuro, de funcionalidad. Es muy probable que cualquier turista salga del municipio sabiendo más de este Patrimonio de la Humanidad, que sus propios ciudadanos. Y es aquí cuando se generan los problemas.

Porque el palmeral no está para tirar cohetes ni mucho menos. Desde que el Ayuntamiento municipalizara los huertos allá por la década de los 90, muchos de los mismos se hallan en mal estado debido a que no se les ha sabido dar ningún uso. Algunos son jardines. Otros fueron modificados con la introducción de colegios y hoteles en su interior. Y los hay que simplemente no representan ningún tipo de función. No obstante, con el objetivo de contextualizar y comprender por qué se ha llegado a esta situación, es importante hacer un poco de retrospectiva y analizar el pasado de esta ciudad y de su gran mancha verde. Aquí, sin duda, todo está relacionado.

David Maciá, palmerero del huerto de San Plácido, lleva más de quince años trabajando dentro del palmeral. Conoce su historia y conoce su cultura. Él sabe más que nadie por qué hay tantas palmeras en Elche: “Viene un poco del pasado agrícola de este lugar. El palmeral de Elche es el conjunto de todos los huertos de palmeras que hay aquí, donde cada uno tiene una estructura y una clasificación determinada”, afirma el experto.

Lo cierto es que pensar en una ciudad abastecida exclusivamente por la agricultura actualmente, sería una utopía. La revolución industrial llegó y transformó el modelo de comportamiento que se desarrollaba antaño. Todas las urbanizaciones se vieron obligadas a modificar rutinas normativas que no suponían dilema alguno. Todas las casas, las familias, las personas de a pie, comenzaron a ver un cambio muy ilustrativo. Ya no solo laboralmente hablando, sino también demográficamente: “Hace unos 150 años, la forma de vida empezó a cambiar aquí. Pasó de ser agrícola, a industrial, y por ello muchos huertos de palmeras dejaron de aprovecharse y se arrancaron para otro uso del suelo. El palmeral empezó a abandonarse poco a poco. Pasó a ser un derroche, porque no se le sacaba rendimiento y en cambio mantenerlo sí cuesta mucho dinero. La gente prefirió vivir de otras cosas, como la industria del zapato, por ejemplo”, puntualiza el técnico.

Pero era algo evidente. El crecimiento que sufrió la ciudad ilicitana la llevó a ello. Tanto, que David Maciá asegura que “nosotros mismos hemos terminado por ocupar el espacio del palmeral en muchos puntos”. Y razón no le falta. Según el INE (Instituto Nacional de Estadística), Elche contaba con una población de 33187 habitantes en el año 1920. Hoy, casi un siglo después, coexisten en esta localidad más de 220000 personas. Con todo lo que eso conlleva. Hábitos más ajetreados, cuestiones planteadas por la concejalía mucho más generales, y falta de mantenimiento para cubrir las más de 400000 palmeras que crecen en esta área (contando las que pertenecen al casco histórico y al campo).

Así es cómo se entiende su situación. Así es cómo se entiende la poca rentabilidad que está ofreciendo y el pobre estado en el que se encuentra (rutas mal señalizadas, residuos en casi toda su extensión, falta de limpieza, huertos abandonados), que lo colocan en una coyuntura un tanto peligrosa: “Son muchos factores. Uno es ese, el que comentas tú, otro es la gran cantidad de plagas que ha traído la globalización, como el picudo rojo, la cochinilla, etc. Son plagas que antes no conocíamos. La ganadería ha desaparecido también. Una gran parte de los dátiles que se producían en Elche iban para las cabras. Hoy eso ya no tiene salida. Las escobas que se fabricaban en Alguatera se hacían con palma de este palmeral. Actualmente las escobas ya no vienen de Alguatera ni son de palma. Ahora son de plástico y vienen de China. Ha cambiado la forma de vida y esos aprovechamientos del palmeral ya no se dan. La única forma de mantenerlo es poniendo dinero en él”, declara el palmerero.

Maciá tiene razón. Las vías que está buscando el palmeral para lograr algo de productividad, son muy pocas. La venta de palma blanca por el Domingo de Ramos, su singularidad como punto turístico, y el uso ornamental. Aunque este último se ha caído en los últimos años. Y hay una razón para ello. Antes, la gente se dedicaba a plantar palmeras en el campo para luego venderlas. Ese negocio se centralizó en Elche, ya sea para decorar jardines, avenidas o embellecer toda la costa Mediterránea. Incluso con el objetivo de llevarlas cargadas a Francia. Pero hay un problema, y es que la palmera tarda mucho en crecer. La ansiedad por hacer negocio y conseguir dinero, provocó que muchas personas se desplazaran a Egipto a buscar nuevos ejemplares. Y así es cómo llegó el picudo rojo.

Es decir, la mayor amenaza que ha azotado a este Patrimonio de la Humanidad desde su nombramiento como tal (allá por el año 2000), fue introducida por el hombre. Un peligro real. De hecho, cuán peligrosa era la cuestión, que durante la legislatura del PP (2012–2016), y según Antonio Díaz, diputado de Compromís Per Elx y concejal actual del palmeral, se llegaron a talar “50000 palmeras al año” por dicha plaga. Un índice muy alto que le sorprendió. Y mucho: “Cuando nosotros llegamos, nos encontramos con una situación muy preocupante. Desde la oposición habíamos estado criticando el tema, pero al ver lo que había, que era peor, nos agobiamos mucho. Ellos no decían nada. Así que nuestra prioridad era frenar la epidemia, algo que, por suerte, va por muy buen camino”.

Con la lucha contra el picudo bastante avanzada, otros frentes se abren para el nuevo equipo de gobierno. ¿Cómo revitalizar los huertos? ¿Cuáles son los principios que regirán el futuro del palmeral? ¿Qué se puede hacer con todo ello? Preguntas sencillas a la vista, pero que acogen a cientos de miles de palmeras detrás. Por ello es mejor tomarse las cosas con calma: “El palmeral tiene dos inconvenientes. Uno, necesita mucho mantenimiento y lo cierto es que aquí estamos muy mal de personal. Y dos, no sabemos qué uso queremos darle. Tenemos dos modelos en mente: hacer parques y atracciones y funcionalidades de este estilo, como se ha hecho anteriormente. Aunque ya no nos gusta tanto esta idea. O, crear huertos urbanos. Esto último les daría vida a los huertos. Los llenaría de caminos, de zonas de cultivo, de vecinos interesados, etc. Creemos que es la única forma de recuperar lo que era”, manifiesta el político.

“La gente que trabaja en parques y jardines, también se tiene que hacer cargo del mantenimiento del palmeral, y claro, no llegan”

El problema que envuelve al palmeral es endémico y acumula varios errores que se cometieron en el pasado. Eso es indudable. Pero esta reestructuración que plantea Antonio Díaz, llega después de vivir la que, para él, ha sido “la peor gestión posible” de los últimos años. De hecho, si nos acogemos a los datos presupuestarios, es cierto. La inversión con respecto al palmeral ha aumentado un 83% desde la marcha del PP. La mejoría, con las cuentas en la mano, es evidente: “Con ellos se agravó todo. No supieron gestionar la plaga del picudo y también hubo huertos que se dejaron de regar porque no funcionaba una tubería y no la arreglaban. Había cierta dejadez. Quien ha vivido la política municipal de cerca, sabe que durante su mandato el estado fue pésimo. Nosotros lo hemos mejorado. Ya no solo en lo físico, sino también hemos tocado los documentos, como la Ley del Palmeral o el Plan de Uso y Gestión”, ratifica el joven dirigente.

Una cara de la moneda culpabiliza a la otra, y viceversa. Es curioso que, después de argumentar todo esto, fuera el propio PP el partido que denunciara hace unos meses el estado de la ruta del palmeral. Según Antonio, eso demuestra lo “poco que se ha valorado su trabajo este año y medio”. Sin embargo, Érica Sánchez López, concejala del grupo municipal del Partido Popular, afirma que existe una razón clara detrás de ello: “El objetivo de nuestra queja era alertar al equipo de gobierno del estado en el que se encuentra el palmeral. En concreto, denunciamos el abandono y la desidia de ese espacio de la ciudad. La ruta, que fue creada por nosotros como atractivo turístico, está en una situación lamentable con suciedad, pintadas, cartelería rota, etc. Lo que queríamos es que el Ayuntamiento actuara de urgencia, que se preocupara por este sendero que atrae a muchos visitantes y que no queremos que se lleven un mal recuerdo del mismo”.

En política, esto de los golpes a diario no es ninguna novedad. Una de las innovadoras propuestas que expone el actual tripartito representante de Elche, es la de recuperar la “Estación Phoenix”. Este centro de investigación y experimentación sobre la palmera, abrió sus puertas hace más de 20 años, y estaba especializado en la fecundación “in vitro” de estas plantas. El PP lo cerró en su primer año de mandato: “La Estación Phoenix había perdido sus objetivos iniciales a lo largo del tiempo y ya no estaba aportando nada. Ni en la mejora del palmeral histórico, ni en resultados factibles en cuanto a la lucha contra la plaga del picudo”, explica Érica.

“Se han llegado a plantar más de 15000 palmeras en Elche por fecundación in vitro

Con la clausura de esta institución científica en 2012, el pueblo ilicitano estalló. Se creó la organización Volem Palmerar, una plataforma ciudadana en defensa del palmeral y su correcta conservación, y comenzaron las manifestaciones contra todos los mandatarios relacionados con la diligencia de este Patrimonio de la Humanidad: “Nosotros surgimos porque todo lo que se había hecho con el gobierno socialista, se echó a perder con el PP. Se desinflaron. Cerraron la “Estación Phoenix” porque decían que era la Universidad la que se tenía que encargar de la investigación. No queremos depender más de la gente que está gobernando para que el palmeral tenga su cuidado”, expone Susi Gómez, bióloga y presidenta de la asociación.

Se trata de un programa muy involucrado en su proposición. “Pegajoso y pesado”, como afirma su máxima exponente. Tal es el punto, que ha podido establecer contactos con la concejalía del palmeral y entrar en las reuniones de la misma. Y no como simples espectadores: “Hemos hablado con ellos. Y estamos contentos porque, de los últimos años, son los que más se han interesado en nosotros y en cumplir bien con su responsabilidad. Pero tienen mucha presión. La gente quiere construir en los terrenos. Incluso el Ayuntamiento. Yo me conformo con que no se deteriore más de lo que está. Y que tenga vida. Aunque sea para ir a jugar a la petanca. Falta actividad que no sea la de siempre: labrar y quitar las malas hierbas”.

A partir de aquí, poco más se puede añadir. La mala condición en la que se encuentra el palmeral, es un compendio de muchas cosas. Incertidumbre, angustia, falta de ideas, desinterés por ello. Quizá el nuevo grupo de gobierno ha comenzado con buen pie, pero es muy difícil resolver una problemática tan longeva en solo cuatro años. Dependerá de lo que hagan ellos y las próximas legislaturas. Y mejorar la promoción de este propiedad. Elche quiere ser reconocida Ciudad Verde por la Unión Europea en el año 2030. Con un palmeral en buen estado, sus opciones se multiplicarán. Seguro.

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