Estefanía Moreno Amador, responsable de comunicación de Elche Acoge

“La sociedad no va a luchar por personas extranjeras”

Laura Dalama Veiga
proBeta
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5 min readOct 12, 2017

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Elche. Antiguamente, destino de migración para Andalucía, la Región de Murcia y Castilla-La Mancha. Actualmente, al ser un destino de migraciones extranjeras, enumeramos problemas como el “odio al otro”, la discriminación y la falta de planificación.

Según el padrón municipal de Elche, en 2016 el 11’5% de su población eran nacidos en el extranjero. Por otra parte, el 17’6% de la población ilicitana había nacido en otra comunidad autónoma. Si a esta población se le suman los que aunque hayan nacido en Elche son hijos y nietos de personas migrantes nos encontramos con una ciudad en la que conviven diferentes culturas, idiomas, historias, mitos, leyendas y otros rasgos que conforman una identidad, en este caso, territorial.

Estefanía, responsable de comunicación, en la recepción de Elche Acoge

En este contexto, comienzan a aparecer asociaciones que pretenden tanto integrar a la persona recién migrada en su propia comunidad como entre la población autóctona. Elche Acoge es una de esas fundaciones que, como relata Estefanía Moreno Amador, “surge en 1994 cuando un grupo de personas que trabajaba de forma voluntaria ayudando a la gente de la calle empieza a ver que también hay personas extranjeras, lo que era una novedad, y para las que no había ningún tipo de plan ni programa de ayuda”.

El hecho de que la emigración sea fundamentalmente de carácter laboral, ha convertido a Elche en un destino concurrido tanto en los años 40, cuando se empieza a desarrollar la industria del calzado y la población migrante proviene de zonas de España de economía fundamentalmente agrícola, como en los años 90 y sobre todo ya en el siglo XXI, cuando se experimenta el gran “boom” de la inmigración extranjera. El problema surge porque cuando se trataba de una migración interna las diferencias culturales no eran tan patentes como cuando se trata de una migración externa. “Aunque en comparación con Europa nuestras políticas son menos extremas, a nivel social y cultural todavía está muy arraigado el rechazar otras culturas o no respetarlas simplemente y se nota con lo que está pasando en Cataluña, que al final es un odio al otro simplemente por tener otro idioma, otra cultura y que quieran que se les respete”, remarca la responsable de comunicación de la fundación.

A esta complicada situación de convivencia, se le sumó la crisis económica. En 2009 la población inmigrante extranjera suponía un 14% de la población total en Elche, que si lo comparamos con el 11’5% actual o el 1’9% de 2001 es una cifra bastante alta. Esta crisis, conllevó grandes cambios en diferentes aspectos, empezando por la unidad familiar. Cuenta la comunicadora que “el padre se quedaba sin trabajo y era la madre la que tenía que buscarlo, normalmente de cuidado a personas mayores, cocinera o limpiadora. Esto también las obligaba a aprender el idioma: en las clases de castellano que damos hay mujeres que llevan 10 años aquí y están aprendiendo ahora el idioma porque al no salir de su comunidad no necesitaban saberlo”.

Además, la crisis tuvo unas consecuencias económicas, que sufrieron primero y con mayor gravedad las clases o colectivos menos favorecidos ya que, como resalta Estefanía, “cuando no tienes trabajo no puedes pagar un alquiler y cuando no puedes pagar un alquiler empiezan los problemas más graves, porque en el caso de las personas migradas no tienen en su entorno a alguien que les deje un sitio para vivir mientras vuelven a buscar trabajo”. Y no sólo eso, al perder esa vivienda de alquiler por falta de recursos económicos, buscar un nuevo lugar donde vivir se complica aún más. “Nosotros vemos anuncios y llamamos a inmobiliarias de pisos que supuestamente están disponibles. En cuanto les dices que eres de la fundación Elche Acoge ya te dicen de forma más directa o indirecta que no, que no quieren personas inmigrantes en su piso, utilizan palabras muy fuertes”, explica la comunicadora.

La solución que se pone a este problema son los Centros de Internamiento para personas Extranjeras (CIE), que “en principio debería ser un centro como un albergue muy grande, en el que todas las personas que estén ahí tuvieran una sanidad, una alimentación adecuada, mientras se procesa su situación en el país”, relata Estefanía. El problema es que “están planteados para encarcelar a las personas simplemente porque su situación administrativa es irregular, no porque hayan cometido ningún delito, al final es una cárcel”, añade.

A las consecuencias de la crisis económica hay que sumarle el proceso de deslocalización que vienen experimentando las empresas: aunque su sede se mantiene en España, sus fábricas se trasladan a países donde la mano de obra es más barata, lo que supone una pérdida de puestos de trabajo en Elche, pero “no es tanto que no haya trabajo sino que las empresas se han dado cuenta de que pueden explotar más a otras personas. Al final son personas extranjeras por las que la sociedad en conjunto no va a luchar, son fábricas que se instalan en la India sobre todo, o en Pakistán”.

Todos estos factores influyen directa o indirectamente en la integración de las diversas culturas con la población autóctona porque “antes, los puestos de trabajo malos eran ocupados por los inmigrantes y a todos les parecía bien porque eran trabajos que los españoles no querían hacer pero ahora los españoles sí que los quieren hacer. Antes a lo mejor no había un racismo tan directo porque a todos nos iba bien económicamente”, añade Estefanía.

Bandejats, espectáculo de danza en Carrús

Para fomentar la integración y luchar contra este racismo, Elche Acoge organiza diversos encuentros en los que participan tanto miembros de la fundación como parte de la población autóctona. Entre esos eventos, el mismo día de nuestra cita se realiza Bandejats, una muestra de danza en colaboración con la escuela Tito Yaya Dansa para mostrar las vivencias de las personas desplazadas. Acaba la entrevista y nos volvemos a ver siete horas más tarde en el espectáculo.

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Laura Dalama Veiga
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Estudiante de Periodismo en la Universidad de Santiago de Compostela. Fotógrafa de Noitábrega. Voluntaria en Asociación Ámbar.