Lydia Na / Persona transexual y portavoz de Alicante Entiende

“Sentándonos en una terraza mostrándonos tal y como somos ya es activismo”

La representante de la asociación LGTBI considera que a la sociedad se le ha enseñado a tener miedo a lo diferente

Alfonso
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Alfonso Fernández Castillo

El Gobierno valenciano aprobó en marzo la conocida como ley Trans, un precepto que regula la atención médica de las personas transexuales y defiende la libre elección de identidad o género. Sin embargo, los tópicos habituales siguen marcando la percepción de la gente respecto a un colectivo que continúa siendo discriminado. Así lo aseguraba Lydia Na (Alicante, 1967), activista que decidió iniciar un proceso de reasignación de sexo después de 40 años de silencio.

La asociación Alicante Entiende la nombró portavoz hace unas semanas, un puesto que le permitirá estar presente en muchos lugares con el fin de reivindicar los derechos de la comunidad LGTBI. “He encontrado una causa por la que luchar; una de tantas metas cruciales en mi vida”, comenta.

Aunque se trata de su primera experiencia como responsable de una organización, tiene claro que se centrará sobre todo en el colectivo transexual, que, según la representante, “es uno de los que más apoyo necesitan debido a la discriminación que sufren a nivel social y dentro del propio movimiento LGTBI”. Y añade: “Estoy aquí para contribuir con mi granito de arena en la normalización del tema porque todos los ciudadanos merecen contar con los mismos derechos”.

La corriente homosexual domina los actos oficiales y la prensa, un hecho que roba visibilidad a los individuos transexuales. “Hay un monopolio de los gays porque ellos son estilosos, saben vestir y se divierten muy bien; los gays están de moda”, declara. En cambio, a las personas transexuales se les mira con un halo distinto. “En una sociedad a la que le ha costado siglos aceptar a la comunidad LGTBI a regañadientes, que venga gente como nosotros y nosotras, que no nos cortamos a la hora de mostrar quién somos y cómo necesitamos ser y expresarnos, da todavía mucho miedo; a nivel ideológico, religioso…”, argumenta la portavoz de Alicante Entiende.

Lydia Na va más allá incluso al considerar al colectivo trans como un posible cabeza de turco. “Un pobre desgraciado que recoja chatarra necesitará sentirse mejor que alguien; ahí está la comunidad gitana, por ejemplo, los inmigrantes negros en Estados Unidos, los moros, los kurdos en Turquía y ahora los trans”, explica con cierta rabia en el rostro. “En realidad, quieren que seamos cabeza de turco; la cuestión es que nosotros y nosotras queramos serlo, y es por eso por lo que estamos luchando”, sentencia.

En relación a la ley Trans promulgada por la Generalidad Valenciana, la activista cree que aún es pronto para dar un veredicto. No obstante, aplaude el avance que supone respecto al trato con los menores. “Me gusta que, si el ambiente en sus casas no es propicio para que ellos o ellas sean quienes son, se pueda incluso quitar la patria potestad a los padres por impedir un libre desarrollo de su personalidad”, arguye con una sonrisa. Dos de las mayores polémicas que se han creado radican en esta posibilidad y en la idea de enseñar la llamada ideología de género en los colegios e institutos. “Hay una sección de la sociedad muy radical, militante y retrógrada que quiere que una parte siga estando discriminada, como los partidarios de Hazte Oír, que sacaron el famoso autobús naranja a la calle, o la propia Universidad Católica de Valencia,que intentó impugnar la ley Trans”.

Otro de los colectivos que, según la portavoz, reniegan de las personas transexuales es el de un sector feminista denominado radfem (feminismo radical). Un movimiento que, nacido en los años sesenta en Estados Unidos, no admite a los hombres que se sienten mujeres. “Dicen que, si se diluye el sexo, su lucha basada en la emancipación de la mujer contra el hombre se disolverá también; para ellas, nosotras seríamos varones infiltrados en la lucha feminista”, explica.

La confusión de la gente favorece la creación de unos estereotipos que no ayudan a entender a ningún colectivo que se precie. En algunos casos, se llega a no diferenciar lo que es una persona transexual, transgénero y travesti. Lydia Na tiene claro que una de las mayores luchas se concentra en informar a la ciudadanía y trata, para ello, de desmontar mitos. “Para muchos los transexuales son esos drag queens que actúan con plataformas y de manera exagerada; piensan en los tópicos: en una puta o alguien que se droga y que sale a un escenario con lentejuelas a cantar una copla”. Y continúa: “Un transexual es una persona que odia sus órganos genitales y necesita desesperadamente operarse para sentir que pertenece del todo al género contrario; una transgénero no requiere de esa operación ni hormonación,ya que simplemente adopta la actitud del otro sexo; una drag queen o travesti no es una mujer todo el tiempo, sino que, cuando termina de trabajar en un momento puntual, vuelve a vestirse de chico y sigue una vida entre comillas normal”.

Mientras habla, no puede disimular las emociones que surgen cuando se saca a relucir un asunto que le afecta directamente. En su caso, reconoce que le costó dar el paso. Sin embargo, no deshecha su vida anterior, la de hombre, a pesar de que tardara tanto en reaccionar.

El miedo al rechazo o las propias dudas que emergen de uno mismo derivan en una negación repetitiva de lo que se es en realidad. “Yo he estado 40 años dándole la espalda a esto y hay momentos horribles en los que casi te olvidas de quién eres”. Y añade: “Cuando estás haciendo un papel, tienes que poco a poco ir quitándote capas y descubrir quién era la persona que había debajo”.

Ahora sonríe y declara que su inestabilidad anterior se ha tornado en paz y tranquilidad al observar el cambio que está experimentando su cuerpo. Paga, se levanta para ir al baño y se despide agradecida. Nada fuera de lo común o merecedor de ningún comentario crítico. Todo lo contrario. Se trata de una persona más que simplemente nació en el cuerpo equivocado.

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