¿Existe una pastilla que ‘cure’ la Procrastinación?

Si superar un hábito procrastinador que lastra nuestra vida personal o profesional requiere a su vez un esfuerzo a largo plazo, se acabará procrastinando ¿no existe ninguna pastilla que elimine este incómodo comportamiento?

Precisamente para no promover tus hábitos procrastinadores, lo primero que te contaré es que no, no existe una pastilla mágica que te haga dejar de procrastinar. Pero eso no quiere decir que el titular de este artículo sea un sucio clickbait.

Porque si aún así has decidido proseguir con la lectura, lo segundo que te contaré es que sí existen pastillas que contribuyen de forma significativa a diluir ésto que llamamos procrastinación, algo que no es más que un vestigio mental que preservamos de cuando nuestra especie vivía en un mundo igual de difícil o más, pero menos complejo.

La procrastinación no es más que un vestigio mental que conservamos de cuando nuestra especie vivía en mundo menos complejo

Y es que la química del cerebro que sostiene esa mente es, a su vez, endemoniadamente compleja. Son muchísimos los mecanismos que desconocemos sobre su funcionamiento. Pero la buena noticia es que conocemos algunos de ellos.

Dentro del cóctel de hormonas y sustancias neurotransmisoras que viajan en constante ebullición por nuestro sistema nervioso, hay algunas que juegan un papel clave en superar esa barrera invisible que se interpone entre nosotros y la finalización de nuestras tareas pendientes. Una de ellas es la dopamina, un neurotransmisor involucrado en multitud de regulaciones del cerebro, también en la fuerza de voluntad; es decir, en superar esos bloqueos que nos impiden ponernos manos a la obra, a pesar que racionalmente estemos convencidos de que debemos pasar a la acción. Ese muro invisible.

Podríamos pensar que un cerebro deficitario en dopamina tiene tendencia al letargo, a pensar pero no hacer, a posponer… y realmente es así, existen numerosos estudios que soportan esta tesis. Siendo así, también podríamos pensar que, como sucede con otros estados carenciales de nuestro organismo, bastaría con una ingesta de esta sustancia para reponernos. No es tan simple. Los tratamientos que emplean la administración de hormonas son delicados, ya que sus reacciones adversas a menudo son imprevisibles.

Sin embargo, estas hormonas las puede fabricar nuestro propio organismo a partir de moléculas precursoras más simples, y la síntesis de la dopamina precisa de un elemento: el magnesio.

El magnesio está incluido en multitud de suplementos vitamínicos comerciales, incluso se puede adquirir —sin obligación de receta médica— sin mezclar, como un coadyuvante en la mejora de estados de ánimo depresivos.

El magnesio es un elemento necesario en la síntesis de la dopamina, el neurotransmisor relacionado con ‘ponerse a hacer las cosas’

Mi experiencia personal ha sido positiva en este aspecto. Desconozco el grado de influencia del siempre previsible efecto placebo, pero siempre que he tomado suplementos vitamínicos ricos en magnesio (ya sea en forma de pastillas o de alimentos ricos en ello), he podido notar una apreciable disminución en el hábito de procrastinar. Independientemente de la energía disponible para el ejercicio físico o mental —siempre se puede recurrir a la reserva de grasa ;-) — siento un ánimo favorable para ponerme a afrontar mis tareas, incluyendo aquellas más tediosas o complicadas en apariencia.

Lógicamente esta fórmula no es mágica. No esperes que, en un estado de abulia intenso, baste con que tomes una pastillita de magnesio para dar un brinco del sofá y comerte el mundo. Este tipo de ayudas dietéticas tienen que encontrarte en un escenario favorable para que pueda surgir su efecto: una mínima estructuración y organización de tus tareas, un propósito optimista y un entorno lo suficientemente libre de distracciones improductivas.