Esas malas sensaciones

Proyecto A.M.A
Proyecto A.M.A.
Published in
3 min readDec 13, 2019
Stheysi Moran

Salgo a marchar a las calles, desde que tengo 13 años, por las injusticias y desigualdades en este país. Estudié en un colegio municipal, uno de los más vulnerables de Puente Alto, y he visto todo tipo de cosas: compañeros que tuvieron que tomarse casas para vivir, otros que había que hacerles colectas para que pudieran comer y algunos metidos en las drogas como único medio de escape.
Hasta en el colegio discriminan y separan los cursos por rendimiento académico. A mí me pasó, tenía buenas notas, me querían cambiar, pero siempre me negué porque me hacía amiga de los cabros más desordenados y problemáticos. Igual uno se siente discrimanada por vivir en Puente Alto. Lo único que tenemos son dos institutos profesionales: el Duoc e Inacap. El hecho de estudiar sólo carreras técnicas también es parte de la segregación. Resignarse a que no vas a entrar a la universidad es lo que le pasó a muchos compañeros, porque en nuestros colegios no te preparan para la PSU y muchos terminan deambulando, convertidos en papás y no les queda otra opción que trabajar. A mí, por ejemplo, me cambiaron notas y gracias a eso pude entrar a la universidad.
Hasta principios del segundo semestre estuve estudiando administración pública en el campus Santiago de la Universidad de Valparaíso. Tuve que congelar por temas personales y me voy a cambiar el otro año a ingeniería agrícola. Yo creo que sin la gratuidad, nadie de mi generación hubiese estudiado. He tenido la suerte de que mis papás trabajan, no me ha faltado para comer, pero tampoco les hubiera alcanzado para pagarme una carrera, menos en una universidad. Todo esto fue gracias a la lucha que dieron los estudiantes en años anteriores. Para llegar a la universidad, que estaba en San Miguel, tenía que hacer tres combinaciones y me demoraba más de una hora. Ese es un tema para todo puentealtino: el tiempo que uno utiliza para llegar a cualquier parte.
Mi papá es informático, ahora está sin trabajo, y mi mamá es manipuladora de alimentos en un jardín infantil. Siempre han tenido que trabajar harto para que nosotros podamos comer y que no nos falte nada. Porque practicamente yo crié a mi hermano chico aquí en la casa, que es una casa Copeva, esas casas que entregó el gobierno y que después se llovían. Eso no es una vida digna. Las casas son enanas y si no es porque la ampliamos, no sé cómo podríamos vivir siete personas acá.
El día del paro nacional salí a sacar fotos. Desde chica que me gusta reportear la situación, sobre todo en Puente Alto que no se ha visivilizado lo suficiente: Hubo menores de edad que los pacos dejaron inconcientes, a un amigo le llegó una lacrimógena en la cara, menos mal que venía de lejos y rebotó antes en el piso, y tuve que llevar a un caballero al SAPU después que le dejaran toda la espalda marcada a puros lumazos. Hubo días que tuvimos que encerrarnos en la casa porque era una batalla campal. Han sido violaciones graves a los derechos humanos.
Yo no sé cuanto me demoraré en recuperarme. Tuvimos que trasladar un colchón al primer piso, al living, la mesa de centro es mi velador y tienen que despejarme todo para poder trasladarme al baño. Mi hermana es la que ha estado todos los días conmigo. Ella me da almuerzo y ha estado 24/7. Igual trato de tomarme esto de la mejor manera posible. No me da pena o rabia. Trato de desviar esas malas sensaciones.

--

--