Proyecto Manifiesto
6 min readJun 30, 2021

El lobo y el hombre nuevo contra las intolerancias

El cuento “El lobo, el bosque y el hombre nuevo”, del escritor Senel Paz, fue publicado en el año 1991. La obra, devenida del contexto del Posboom en la literatura hispanoamericana, plantea problemáticas vividas en Cuba durante los años de mayor intolerancia por parte del gobierno de Fidel Castro. También aborda puntos ignorados hasta el momento mientras sus personajes se despojan de tabúes sociales, políticos y sexuales.

La historia se ubica en La Habana de finales de la década de los setenta, considerada la peor época de la cultura cubana por la represión y dogmatismo ejercido por de las autoridades. Paz, quien fue víctima de las inflexibilidades y desmanes de los censores culturales, saca a relucir los pasajes más viles de la política cultural del gobierno revolucionario, cuya inclinación dictatorial y de censura tuvo su cúspide a partir del discurso de Fidel Castro conocido como “Palabras a los intelectuales”, en el año 1961:

“Porque el revolucionario pone algo por encima de todas las demás cuestiones; el revolucionario pone algo por encima de su propio espíritu creador; pone a la Revolución por encima de todo lo demás y el artista más revolucionario sería aquel que estuviera dispuesto a sacrificar hasta su propia vocación artística por la Revolución.”

Desde ese momento, la política cultural estatal se tornó cada vez más agresiva y restrictiva, llevando al punto más bajo a la literatura en Cuba en la primera mitad de los años setenta. El período comprendido entre los años 1971–1976 se denomina “el quinquenio gris” porque fueron cinco años de producción literaria mediocre, que siguió al pie de la letra el compromiso ideológico comunista que se imponía por encima de la cultura.

Diego y David son los protagonistas de la historia. El primero es un hombre culto, conocedor de la cultura cubana anterior a 1959. Es el portador de los conocimientos éticos y culturales que se atacan en las escuelas estatales, únicas en las Isla desde la nacionalización de la enseñanza. Representa los valores considerados por los marxistas como decadentes y burgueses: “Yo, uno: soy maricón. Dos: soy religioso. Tres: he tenido problemas con el sistema; ellos piensan que no hay lugar para mí en este país. Pero de eso, nada, yo nací aquí; soy, antes que todo, patriota y lezamiano…”

El propio Senel Paz declara sobre Diego:

“Para mí, el personaje de Diego era sobre todo un problema de lenguaje, un personaje que tiene una cultura superior a la cultura que yo tenía en ese momento, un tipo más leído que yo diez veces, que se mueve en la cultura, que acude a citas. Y luego resulta que era homosexual, y uno tiene que aceptar a los personajes como son (…) Luego uno se hace responsable del conflicto, del problema que trae el personaje y trata de reflexionar sobre el tema que el personaje trae. El problema no sólo es la homosexualidad porque este personaje tiene otra manera de ver la vida en varios aspectos.”

Diego también es homosexual y simboliza, por lo tanto, otra faceta de la vilipendiada vida burguesa anterior a la Revolución. En sus primeros años el gobierno tomó medidas represivas para eliminar a las prostitutas y los homosexuales que vivían de la industria turística en La Habana: “Estuve preso cuando lo de la UMAP.” Mientras que David se educó en las escuelas gubernamentales y, por lo tanto, sabe muy poco de la tradición artística de la Cuba anterior a Castro. En algunos pasajes de la narración se manifiestan sus contradicciones de conciencia debido a la fuerte y dogmática formación que ha tenido.

“¿Quién eres realmente tú, muchachito? ¿Ya se te va a olvidar que no eres más que un guajirito de mierda que la Revolución sacó del fango y trajo a estudiar a La Habana? Pero si una cosa he aprendido en mi vida es a no responderle a mi conciencia en situaciones de crisis.”

Mediante temas como la homosexualidad, una condición que provoca segregaciones y crea a ciudadanos de segunda clase, la obra propuso el debate en la búsqueda del nuevo hombre, de la tolerancia o la necesidad de un revolucionario moderno libre de tabúes y dispuesto a revolucionar contantemente las condiciones, y es que en la vida solo lo que una y enaltezca la condición humana debería de ser perpetuo.

El texto es limitado en diálogos y posee descripciones gráficas escasas y fuertes:

“El techo, a un kilómetro del suelo, se adornaba en las esquinas y el centro con unas plastas de vaca que en La Habana llaman plafones, y al igual que las paredes y los muebles estaba pintado de blanco, mientras que los detalles de decoración y carpintería, los útiles de cocina, la ropa de cama y demás eran rojos.”

Una de las características de la literatura del período es el uso de la intertextualidad. Al inicio la referencia a Torbaldo, personaje de Ibsen en Casas de Muñecas, es clave para el comienzo de la relación entre David y Diego. Ya casi al desenlace vemos el poético paralelismo entre la cena ofrecida por Diego en el banquete lezamiano: “Estás asistiendo al almuerzo familiar que ofrece doña Augusta en las páginas de Paradiso, capítulo séptimo. Después de esto podrás decir que has comido como un real cubano, y entras, para siempre, en la cofradía de los adoradores del Maestro…”

En el relato también se evidencia un reclamo a través de la figura y obra de Lezama, ansias de la total autonomía del arte con respecto al poder político. Es provechoso comparar ese fragmento con el original del séptimo capitulo de Paradiso:

“Doña Augusta se había preocupado de que la comida ofrecida tuviese de día excepcional, pero sin perder la sencillez familiar. La calidad excepcional se brindaba en el mantel de encaje, en la vajilla de un redondel verde que seguía el contorno de todas las piezas, limitado el círculo verde por los filetes dorados. […] El color crema del mantel, sobre el que destellaba la perfección del esmalte blanco de la vajilla, con sus contornos de verde quemado, conseguía el efecto tonal de una hoja reposada en la mitad del cuerpo menguante lunar.”

El cuento no solo demuestra la hostilidad por parte del poder gubernamental, sino que ejemplifica como la literatura y la cultura en general pueden romper esas cadenas de intolerancias y extremismos. Incluso como se pueden superar los miedos propios y evitar la autocensura, las frecuentes visitas de David a casa de Diego, el tiempo que comienza a compartir con él, la cultura general del mismo y sus valores humanos, van transformando su concepción y manera de percibir la realidad.

Ha llovido bastante desde el periodo más oscuro de la cultura nacional, aún así, sorprende cómo a pesar del tiempo algunas prácticas discriminantes y autoritarias no son superadas por los gobernantes que desde ese periodo continúan decidiendo arbitrariamente los destinos del arte en Cuba. Aunque esta obra, y la película que contó con el guión del propio Senel Paz, ayudaron a formar criterios más humanos.

Referencias
Castro Ruz, Fidel. s.f. Palabras a los intelectuales. La Habana: Dirección de Literatura del Instituto Cubano del Libro.
Cedeño Pineda, Reinaldo. s.f. La isla y… la espina. Último acceso: 5 de Junio de 2021. http://laislaylaespina.blogspot.com/2008/03/senel-paz-revelaciones-del-guionista-de.html.
Lezama Lima, Jose. 1968. Paradiso. La Habana.
Paz, Senel. 1991. El lobo, el bosque y el hombre nuevo. Sancti Spíritus: Ediciones Luminaria.

Texto: Hilberto Nistal-Zaldívar
Fotos: Cortesía del autor

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Proyecto procomunitario, semieditorial, casi literario. Jugando con la poesía desde 2019.