¿Quiénes habitan la red? El mito de los “nativos digitales”.

Laura Mangifesta
Mumuki
Published in
5 min readOct 8, 2019

Ilustrado por moli moli.

“¡Mirá cómo sabe usar la tablet!” decimos cuando vemos a chicos de 2 o 3 años manipulando la pantalla con sus manitos. Si no sabemos bien cómo editar una historia de Instagram recurrimos siempre al adolescente de la familia. ¿Editar videos en Tik Tok? Nosotros ya estamos muy grandes para eso

En el imaginario social aparece casi como evidente la diferencia entre quienes nacieron con las nuevas tecnologías y quienes crecieron antes de la masividad en su acceso. Damos por sentado que los jóvenes tienen habilidades para todo lo digital por el sólo hecho de ser “nativos digitales”. Pero… ¿eso es correcto?

Ilustrado por moli moli.

Ni nativos ni inmigrantes

La categoría de “nativos digitales” no está exenta de controversia. En primer lugar, oculta las diferencias existentes en el nivel de acceso y las competencias tecnológicas de los jóvenes. Generalizar una característica a todos los individuos de una franja etaria significa ignorar las desigualdades socioeconómicas, culturales, y de género, entre otras, que condicionan el uso de las tecnologías. Así como existe una multiplicidad de juventudes, hay una inmensa diversidad de formas de acceder, usar y apropiarse de las nuevas tecnologías. Pero, además, supone que, como “aprenden solos”, no necesitan ser educados al respecto.

Por otro lado, en contraposición a la noción de “nativos”, los adultos serían “inmigrantes digitales”. Según este imaginario, los inmigrantes no pertenecen al espacio cibernético, nunca van a integrarse enteramente en el mundo digital. Los adultos utilizan la etiqueta de “inmigrantes” para justificar la no participación, como si fueran muy grandes para aprender y tuvieran muy poco para enseñar.

“La noción de “nativos digitales” suele colocar en los jóvenes la iniciativa, el dinamismo y también la responsabilidad por las dinámicas que generan los nuevos medios, y suele exculpar y poner a un costado lo que pueden hacer los adultos para promover usos más ricos, más relevantes y más desafiantes de esas tecnologías.” (Dussel y Quevedo, 2010)

Sin embargo, los jóvenes no tienen un mayor conocimiento de la tecnología por el simple hecho de haber nacido con ella. Su curiosidad y disposición a experimentar pueden llevarlos a adquirir ciertas habilidades por “prueba y error”. La consecuencia es que, por ser intuitivos, sus conocimientos suelen ser rudimentarios. Eszter Hargittai (2010) sostiene que la mayoría de los jóvenes, más que “nativos digitales”, son en realidad “ingenuos digitales” (digital naives). Su disposición a experimentar es notable, pero tienen una alfabetización mediática y habilidades computacionales limitadas.

Los adolescentes adquieren muchas habilidades tecnológicas a través de una amplia experimentación con las redes sociales y la exploración impulsada por la curiosidad. Sin embargo, muchas de las habilidades necesarias para tener conocimientos digitales requieren un nivel de compromiso que va mucho más allá del uso de Snapchat o Instagram. “Las habilidades técnicas y blandas relacionadas al uso de la tecnología requieren un cultivo activo. Estas habilidades deben estudiarse deliberadamente.” (It’s complicated — danah boyd, 2014)

Utilizar activamente las redes sociales no implica entender qué puede suceder con los datos personales que proveemos al navegar, por qué las consultas de búsqueda devuelven un contenido antes que otros, o comprender la amenaza para nuestra privacidad que pueden significar los permisos que damos al bajar una app. Desarrollar estos conocimientos requiere un aprendizaje activo.

La importancia de una educación formal

A la hora de evaluar el acceso y el uso de internet no podemos extender una característica a una generación entera. Para analizar los usos necesitamos entender cualitativamente cómo es la experiencia de los usuarios. ¿Cada cuánto acceden a internet? ¿Desde qué dispositivo lo hacen? ¿Tienen computadora en su hogar? Por ejemplo, sabemos que en Argentina un 80% de los hogares cuentan con acceso a internet. Sin embargo, sólo un 60% de los hogares cuentan con una computadora.

¿Acceden a internet desde una conexión cableada o desde una red móvil? ¿A qué velocidad navegan? Argentina ocupa el puesto 84 en la lista de países con mejor velocidad de conexión móvil, y el puesto 71 si analizamos la velocidad de la conexión fija. Y una vez que consiguen acceder, ¿De qué manera interactúan en la web? ¿Recibieron una educación formal al respecto?

En Argentina aún no es obligatoria la enseñanza de la programación en las escuelas. De hecho, es una de las actividades con menor presencia en las propuestas pedagógicas de los docentes de todo el país junto con la producción de recursos multimedia, la resolución de problemas utilizando software matemático y el trabajo con programas de simulación. También se incluyen en este grupo la utilización de videojuegos educativos y el uso de redes sociales, chat o blogs.

¿Por qué sucede esto? Por un lado, se trata de actividades que integran herramientas comúnmente vinculadas con el ocio como las redes sociales o los videojuegos. Por otro lado, se trata de tareas complejas que requieren un conocimiento específico por parte de los docentes para integrarlos en actividades de enseñanza (lenguaje de programación, uso de software de simulación o de programas de matemática). Esto significa que para que se enseñe programación en las escuelas primero debemos formar y acompañar a los docentes.

La investigadora Mizuko Ito nos recuerda que “la historia muestra los problemas de subestimar el poder de las instituciones existentes y de sobrestimar la influencia de una nueva tecnología”. No podemos delegar la educación de jóvenes ni de adultos en su propia curiosidad. Tampoco podemos colocar en los jóvenes la responsabilidad de educarse a sí mismos.

“La introducción de las computadoras y de los nuevos medios digitales en la escuela involucra considerar simultáneamente el aspecto más técnico y “duro” del equipamiento y la conectividad y al mismo tiempo el más “blando” de las capacidades, competencias y formas de uso que se hacen de esos nuevos aparatos.” (Dussel y Quevedo, 2010)

La sola presencia de un dispositivo no produce per se el conocimiento de quien accede, por esta razón debemos impulsar la enseñanza de habilidades tecnológicas desde la educación formal, tanto en estudiantes como en docentes.

En Mumuki trabajamos para impulsar y mejorar la enseñanza de la programación desde la educación formal. Una de nuestras apuestas es formar a los docentes para que puedan incluir estas temáticas en sus didácticas. Este año más de 800 docentes de Mendoza y San Luis participaron de nuestras formaciones. Conocé más sobre nuestro proyecto en https://mumuki.org.

--

--