Sobre las brechas y lo digital

El acceso a la información y a las tecnologías de la comunicación es un aspecto fundamental del desarrollo social y económico de la sociedad, así como del desarrollo personal de los individuos. ¿Por qué, entonces, sólo se empieza a hablar de la brecha digital a partir de los primeros años de la década de 1990, con la popularización de las computadoras personales?

Laura Mangifesta
Mumuki
5 min readNov 15, 2018

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Argentina fue uno de los países pioneros con respecto a la radio. Las primeras emisiones comenzaron en 1920, casi en simultáneo con las de Estados Unidos. Y al cabo de tres años ya había 60.000 aparatos receptores funcionando. En noviembre de 1935, la radio ya se había constituido como un medio de comunicación y entretenimiento hacia el interior de los hogares.

La llegada efectiva de la televisión a la Argentina fue el 17 de octubre de 1951, cuando se produjo la primera transmisión pública de televisión a través del Canal 7 de Buenos Aires. Para ese entonces, según las fuentes, existían entre 400 y 5.000 aparatos receptores, pero sólo una ínfima proporción se encontraban en los hogares. La gran transformación se produce con el cambio de década, es en los años 60 cuando la mayoría de las familias argentinas pueden comprar su primer televisor. Primero con la radio y luego con la televisión, las noticias y el entretenimiento llegaron directamente al hogar.

Todo el siglo XX estuvo atravesado por el avance en las tecnologías de comunicación e información, sin embargo, el debate por el acceso a dichas tecnologías recién ocuparía las agendas hacia finales del siglo.

El acceso a la información y a las tecnologías de la comunicación es un aspecto fundamental del desarrollo social y económico de la sociedad, así como del desarrollo personal de los individuos. ¿Por qué, entonces, sólo se empieza a hablar de la brecha digital a partir de los primeros años de la década de 1990, con la popularización de las computadoras personales? Para entenderlo es necesario ir un paso atrás y hacernos algunas preguntas: ¿existe realmente una brecha digital? Y, en ese caso, ¿cuáles son los determinantes de dicha brecha?

La brecha digital

La premisa básica con la que se intentó definir la brecha digital era la diferencia que existe entre individuos y sociedades que tienen acceso a los recursos tecnológicos de cómputo, telecomunicaciones e Internet. Esta aproximación no es del todo adecuada. Como veremos a continuación, acceder a la tecnología es necesario pero no suficiente. Es por eso que haremos hincapié en el acceso a la información como el elemento relevante y no tanto el acceso a la tecnología.

La forma más simple y a la vez más limitada con la que se definió el acceso a las tecnologías de la información, parte del supuesto de que un individuo dispone de los instrumentos necesarios. En este sentido, el acceso a una tecnología se define en términos del acceso físico a un dispositivo tecnológico, como un celular o una computadora. Una persona con acceso a un dispositivo estaría, de esta forma, en el lado positivo de la brecha.

Sin embargo, no debemos confundir el problema de la brecha con la simple disponibilidad o carencia de instrumentos tecnológicos. La posesión de un instrumento, por importante y eficiente que éste sea, no es suficiente para asegurar el acceso a la información. Y, de hecho, es cada vez menos determinante.

Esto se debe a las características particulares de internet. Las tecnologías de la información que precedieron a la web también permitían el acceso a la información, pero de forma más limitada. Hacia 1935, cualquier persona que disponía de uno de los 60.000 aparatos de radio que había en Argentina, accedía a los mismos contenidos que sus vecinos. Lo mismo sucedía a principios de los años 60 con los televisores, la programación era limitada y, por mucho que uno girara las perillas, no podía acceder a un contenido diferente al de sus vecinos. En esa época, la programación a la que se accedía no dependía de los conocimientos técnicos ni la habilidad en el uso del dispositivo.

Pero, con internet, el patrón de comunicación cambió. La experiencia que puede tener cada usuario depende de sus conocimientos y habilidades. Ya no es suficiente con acceder al dispositivo, es necesario saber cómo usarlo. En internet, los usuarios expertos acceden a más contenido y mejores experiencias.

Cuando debatimos sobre la brecha digital, la discusión en el fondo es la posibilidad de tener acceso a la información útil, que permita a las personas mejorar su educación, capacitarse laboralmente, y tomar decisiones oportunas y bien informadas.

La brecha en el uso

En la mayoría de los estudios que miden la brecha digital se tienen datos sobre la disponibilidad tecnológica, pero casi nunca información respecto de la habilidad y el conocimiento para navegar exitosamente en la red.

La brecha no podrá cerrarse si solamente se tiene la intención de lograr el acceso y no se le da importancia a su uso, en realidad su utilización es lo más importante en el momento de definir la brecha digital. El mero acceso material no puede ser un índice para medir la brecha, sino que ésta, su profundización o su cicatrización, depende de los usos.

“Queda claro que más allá de las conexiones, son los usos concretos y efectivos los que pueden llevar o no a mantener o profundizar las brechas que de hecho existen en el mundo real. Con lo cual, la apertura infinita que supone el mero acceso formal a la red no necesariamente alcanza para hablar de una democratización de la sociedad o incluso del acceso a la información. Mucho menos si se trata de información de relevancia para el proceso de toma de decisiones o de participación en el ingreso socialmente producido. Con internet se cubren ciertos accesos, pero no se democratiza la sociedad ni la cultura.” (Marcelo Urresti , 2008)

Saber qué es lo que está en la red, pero no tener la posibilidad de obtenerlo, o tener la tecnología, pero no el conocimiento de cómo usar la red, no constituye acceso.

Las brechas en plural

Para ser justos deberíamos hablar no de una sola brecha, sino de un conjunto de brechas o diferentes características de una brecha. Los elementos que se pueden analizar para entender el problema de la brecha son muchos, pero entre los más importantes están los relacionados con el estatus económico, el género, la edad, el nivel educativo, la localización geográfica, la pertenencia a ciertos grupos étnicos y el nivel educativo.

La brecha digital puede concebirse como un reflejo de las diferencias e injusticias sociales, de las cuales la posibilidad de acceso a la red es tan sólo una más:

“Así, las tecnologías de la información no son positivas o negativas en ellas mismas, pero tampoco son neutrales. Ellas toman la forma y dirección de la sociedad en la que son introducidas y al mismo tiempo contribuyen a darle forma a las relaciones y modelos de interacción en esas sociedades”. ( Ricardo Gomez citado por Rodríguez Gallardo, 2006)

Detrás de las diferencias en el acceso y el uso de las tecnologías hay un problema de inequidad en las condiciones sociales de los grupos humanos.

Es aquí donde se hace evidente la necesidad y la importancia de iniciativas y políticas de inclusión digital, que no sólo se ocupen del acceso material, sino de la formación y el desarrollo de habilidades digitales. Únicamente con proyectos que busquen sanear las inequidades sociales en su profundidad y complejidad podrán contribuir a cerrar las brechas digitales.

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