La fragilidad del cuerpo

Alex Pena
PROYECTO SUPLEX
Published in
4 min readJul 29, 2015

Silver Star vs. Charles Lucero

En un momento de aparente calma durante la primera caída de Silver Star vs. Charles Lucero (ACM, 22/06/2014), el comentarista Nacho Rodríguez critica una cierta tendencia en la lucha libre a convertir los combates en exhibiciones de llaveo en las que los luchadores se sueltan los unos a los otros en lugar de forzar a su rival a buscar una salida. Según Rodríguez, Silver Star y Lucero (en tanto que representantes de la lucha de Monterrey frente a la de la capital), por el contrario, se obligarán a luchar por liberarse. Se equivoca.

Es cierto que durante gran parte del combate esto es verdad, que ni Silver Star ni Charles Lucero permiten que el otro se libere fácilmente. Los intentos de cada uno de ellos por hacer rendir al otro no son gestos aislados sino una secuencia en la que cada movimientos es una respuesta al anterior, condicionada todo lo que ha venido antes y por todo lo que pueda venir después, en la medida en la que pretende preverlo y adelantarse para anularlo, limitando y dirigiendo las posibilidades de respuesta del otro luchador en este diálogo físico. Y sin embargo, llegados a determinado punto, los luchadores se sueltan. Para entender por qué es necesario esperar a la entrevista posterior al combate en la que Charles Lucero habla sobre los límites que le impone su cuerpo: «tal vez ya la edad no nos ayuda, tal vez nuestra preparación ya no alcanza para ser y brindarnos como quisieramos».

Charles Lucero se ve obligado a soltar el abdominal stretch que le está aplicando a Silver Star y convertirlo como puede en un cradle cuando su cuerpo ya no es capaz de mantener la tensión necesaria. De la misma manera, Silver Star tiene que soltar a Charles Lucero cuando no consigue mantenerlo en el aire para aplicarle el nudo lagunero. En cierto sentido, Nacho Rodríguez tiene razón porque niguno de los dos luchadores ha liberado a su rival voluntariamente. Al contrario, han intentado evitarlo mientras su cuerpo ha podido soportarlo. Esto, en contraposición a lo dicho por Rodríguez, pone en primer plano la cuestión de la fragilidad del cuerpo del luchador. Fragilidad que obliga a soltar una sumisión. Fragilidad que obliga en las sucesivas caídas a rendirse al dolor que produce una sumisión. Fragilidad que destaca el riesgo que supone lanzarse con un tope contra el rival en el momento climático de la lucha.

Una semana después Charles Lucero y Silver Star tendrían otro combate para Lucha Libre del Norte (29/06/2014) en el que recuperan varias de las secuencias de su combate en la Arena Coliseo Monterrey. En este segundo combate los movimientos de los luchadores son más precisos, sus gestos son más limpios, sus cuerpos cooperan para alcanzar el modo de representación aparentemente ideal. Sin embargo, el combate pierde la profundidad que aporta la no-respuesta de los cuerpos en el primero. Por accidente, Charles Lucero volvería sobre este tema en su combate contra Black Terry unas semanas después (LuchaManía, 05/07/2014), que se convertiría tras la lesión de Terry en una lucha contra el cuerpo para terminar la representación.

Precisamente, y volviendo a las palabras de Lucero en la entrevista posterior al combate, esta idea de los límites que impone el cuerpo a los luchadores tiene una doble dimensión: la del cuerpo como herramienta en la representación y la del cuerpo como herramienta para la representación. De la primera ya he hablado al referirme al hecho de que lus luchadores se suelten aún cuando se supone que eso no es lo que deberían hacer. La segunda la introduce Lucero en la entrevista, de forma además bastante literal: «lo que nosotros tratamos de hacer, de representar, es la verdadera lucha libre». Y de nuevo, la idea de que quizás su cuerpo ya no responda para realizar esta representación de la forma que él quisiera para satisfacer al público.

Por debajo de dos luchadores que representan la limitación de sus cuerpos (de su representación de unos cuerpos) se revela la desconexión entre texto ideal y representación real, una confesión de los luchadores. Como en el arte japonés del kintsugi, la reparación de objetos con oro que exhibe las brechas como parte de la historia del objeto, que lo embellece, Charles Lucero y Silver Star exhiben la brecha, la imperfección en su combate, y se cuestionan frente al público la fragilidad de sus cuerpos en tanto que herramientas para la representación.

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