Embriaguez erótica y otros lugares de la noche

Helen Fisher y La anatomía del amor

Adriana Lara
3 min readJul 11, 2015

¿Cómo explicárselo a esos ojos que te miran expectantes mientras regresas a tu mesa? La amiga que te conoce sabe que en tu cara algo cambió en esa ida al baño y tus ojos le pertenecen, hay un brillo distinto y la sonrisa estúpida es parte de él.

¿Dónde empezar?

Toda la noche acechaste desde la mesa a ese ser que te miraba discretamente al otro lado del lugar, lo notaste primero como una casualidad, luego como insistencia; no había seguridad de nada, pero algo más allá de ti te impulsó a sonreír con gesto bobo. Mirando de reojo en una postura lateral descubriste sus laaaaaaaargaaaas pestañas de ensueño, se lo mencionaste a tu amiga —como por casualidad— y ella asintió sin emoción:

—¡No desperdicies el sólo de guitarra!

Nada, no hay sólo de guitarra capaz de distraerte de aquello que acechas: caíste en la trampa química. A esas alturas del coqueteo, tu sistema se ha inundado de feniletilamida, un compuesto orgánico alcaloide —si te suena a la familia de las anfetaminas es porque tu cerebro produce ese tipo de sustancias constantemente y “te droga”— que estimula la producción de dompamina, oxitocina, norepinefrina y vasopresina: te perdimos.

Un placer embriagador recorre tu cuerpo —no hace mayor diferencia que haya alcohol o no: el alcohol «apaga» centros nerviosos responsables de la autoregulación social, la atracción física puede tener el mismo efecto — , un vacío se apodera del estómago, las manos sudan, la imaginación recorre vericuetos inexplorados y el corazón se acelera, la respiración se entrecorta y la certeza de que no hay imposibles nos ahoga… listo, el cóctel está servido en tu sangre y esa incontenible sensación de suficiencia placentera te la regalan tus glándulas suprarrenales y la norepinefrina, que vuelcan al torrente sanguíneo y te predisponen ante la posibilidad de ganar una contienda por tu objeto de deseo —práctica afortunadamente poco socorrida en la cultura occidental actual, pero para la que tu cuerpo aún guarda mecanismos evolutivos de acción—, la dopamina te sumerge en un lecho placentero, la oxitocina te incentiva a tener contacto sexual y la vasopresina reduce tu percepción del dolor; no importa el ruido ensordecedor del lugar, tu amiga que se desarma en un baile frenético o lo caluroso del ambiente, en tu cabeza sólo hay un objeto de atención y deseo.

En el viaje al baño sus caminos coincidieron y un par de breves caricias casi por equivocación surgieron para intercambiar teléfonos, tu piel se incendia y tu presión arterial se dispara, los capilares de tu piel se contraen y un leve y coqueto rubor cubre tus mejillas. Hay síntomas característicos del influjo de estas sustancias que son perceptibles para todos, excepto para ti, hasta que ya es muy tarde: tu habilidad para prestar atención a algo que no sea tu «amor» disminuye, tu habilidad para apreciar imparcialmente el atractivo de otro ser humano se afecta: «nada es tan hermoso como tu objeto de deseo», el tiempo que dedicas a pensar en «tu amor» le parece excesivo a cualquiera de tus amigos… Entre otras.

La doctora en antropología biológica Helen Fisher se ha dedicado a investigar todo este proceso con detenimiento y cómo el amor permea, tanto en la cultura, como en las sociedades y el individuo. La doctora Fisher es investigadora en el Instituto Kinsey, miembro del Centro de Estudios Evolutivos Humanos en el Departamento de Antropología de la Universidad de Rutgers y la asesora científica principal del sitio de citas por Internet Match.com. Ella y su equipo han llevado a cabo una extensa investigación y escrito cinco libros sobre la evolución y el futuro de las relaciones sexuales humanas, el amor, el matrimonio, las diferencias de género en el cerebro y cómo tu personalidad afecta lo que eres y quiénes te aman.

¿Tienes el corazón roto? ¿No sabes si estás verdaderamente enamorado? ¿Tienes curiosidad sobre el funcionamiento de tu cerebro mientras estás amando? Pregúntaselo a ella a través de su página La Anatomía del Amor (contenido en inglés).

De esta manera la doctora Fisher no sólo permite el acceso a información científica relacionada con un tema común para todos los seres humanos sino que pone al alcance de muchos, calidad en el conocimiento de lo cotidiano.

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Adriana Lara

Comunicante por naturaleza, escribiente por vocación…Todo aquí es real, aunque no todo haya sucedido.