¿A qué puede haberse debido el descenso de la natalidad en España durante los últimos años?: Participación de la mujer en el ámbito educativo y laboral.

Javiermg
Psicología del Lenguaje — ugr
7 min readDec 1, 2020

Por Antonio Marín Rodríguez, Francisco Javier Molina García, María Dolores Ocaña Ortega y Carlos Paredes Barea.

Durante el siglo XIX existieron cortos periodos de tiempo durante los cuales se permitía el acceso de la mujer a la universidad, sujetas siempre a ciertos permisos sociales concedidos por las autoridades. Así, la primera vez que la mujer pudo optar por un estudio universitario fue gracias a una Real Orden en el año 1888, siempre y cuando esta educación fuera privada.

Fue entonces en 1910 cuando se autorizó de manera formal el acceso de las mujeres a la universidad pública. En adición, la Segunda República supuso una mejora con respecto al papel de la mujer, mejora que se vió truncada con el inicio del franquismo en 1939, en concreto con la llamada Sección Femenina que instauró una nueva educación para estas centrándose en la importancia del patriotismo, la religión y la sumisión de la mujer a su marido en el hogar. La formación que recibía la mujer por esa época era radicalmente diferente a la del hombre, estaba orientada a la tenencia y cuidado de los hijos, a la formación doméstica y en motivos políticos relacionados con la importancia de la patria y la religión.

La ley General de Educación de 1970 supuso el motor para la superación de las barreras que las mujeres sufrían con respecto al acceso a la educación. A partir de esta fecha la presencia de las mujeres en la educación general básica, bachillerato y COU comienza a equilibrarse con la presencia de hombres, aunque en Formación Profesional las matrículas de estas siguen concentrándose en ramas consideradas tradicionalmente “femeninas”.

A partir de 1975 con la caída del franquismo el papel de la mujer en la sociedad española sufre un gran desarrollo de tal manera que la mujer adquiere en su totalidad los mismos derechos que el hombre ante la ley. Así, y a pesar de la reciente incorporación, en 2017 el 53,3% de las mujeres españolas estaban matriculadas en la universidad según el INE.

En la primera entrada que hicimos en el blog se presentó una gráfica que mostraba un marcado descenso de la natalidad a partir de 1976, coincidiendo con el inicio de la democracia. Uno de los factores que pueden haber influido en este pronunciado descenso es el creciente acceso de la mujer a los estudios.

En 1980, la media de madres primerizas estaba en 25 años, hoy día, esta media ha superado los 30 años, siendo España el 2º país en el que más demora se observa en relación al tener el primer hijo en 2018 (Imagen 1). Este aplazamiento de la edad para tener un hijo comenzó a darse en mujeres con un alto nivel educativo y con un mayor potencial de ingresos. Antiguamente, las mujeres tenían su primer hijo a una edad muy temprana, ya que gozaban de una situación económica que se lo permitía. Esta situación ha cambiado drásticamente con la entrada de la mujer a la universidad, debido a que, durante los años de estudio, debe dedicar su tiempo a esta y, tras acabarla, a buscar un empleo que le dé cierta estabilidad económica antes de tener un hijo. Esta estabilidad económica no se consigue fácilmente (en 2016, más de la mitad de los contratos tuvieron una duración entre 1 y 15 días y tan solo el 7% superaron el año), por lo que es normal que las mujeres decidan aplazar el momento de tener su primer hijo. Por esto, aunque es cierto que el acceso de la mujer a la educación ha retrasado la decisión de tener un hijo, la imposibilidad de una emancipación temprana (debido a la creciente precariedad laboral de los jóvenes, al escaso apoyo público a las responsabilidades de crianza de los menores de 3 años y las dificultades para conciliar la vida laboral y familiar) ha sido uno de los factores con mayor importancia a la hora de demorar esta decisión.

Imagen 1. Tasa de fertilidad y edad al tener el primer hijo de la mujer en los países de la Unión Europea.

Pese a esta demora, es más probable que, en aquellos países donde existe un mayor acceso a la educación por parte de las mujeres, haya una mayor probabilidad de tener un segundo hijo. Existen datos de que, en los países donde las mujeres tienen mayor acceso a la educación, hay un menor lapso de tiempo entre la edad de tener el primer hijo y el segundo (Van Bavel & Różańska-Putek, 2010). Esto se debe a que, si desean tener hijos, prefieren tenerlos antes de progresar en su carrera. Además, el hecho de tener hijos más tarde, hace que se tienda a tener a un segundo hijo más rápido por el ‘reloj biológico’.

España parece salirse de esta tendencia, en esta, las causas parecen ser de índole económica mayormente, ya que pese a que culturalmente existe un empoderamiento equivalente al de otros países de la UE, su nivel económico es marcadamente menor. La precariedad laboral y la dificultad de acceso al mundo laboral en la juventud son las principales causas de esto.

Así, aunque el acceso de la mujer a la educación ha podido resultar un factor de gran importancia respecto a la demora de la emancipación de esta y en consecuencia de tener el primer hijo, factores tales como la dificultad en el acceso a una vivienda, la precariedad laboral o el salario de las familias parecen tener un mayor peso con respecto a esta demora.

Muchos autores defienden que, una vez los individuos consiguen emanciparse, la estabilidad económica podría permitir a las familias contratar a un cuidador que se ocupase de los niños, por lo que esta disminución de la tasa de natalidad no debería ocurrir. Pero esto obvia multitud de factores como el hecho de que los padres deseen cuidar ellos mismos a sus hijos, que la estabilidad económica de todas las familias pudiese permitirse esta contratación, etc.

En conclusión, parece que el mayor acceso de la mujer a la educación no supone la razón principal respecto al descenso de la natalidad en España, puesto que la edad para finalizar la Universidad sigue siendo una edad relativamente temprana. Esto realmente podría parecer un factor negativo puesto que la edad para la paternidad/maternidad se ve demorada, pero realmente no es así, pues la educación pasa a tener una importancia mayor en el individuo, y esto es la base de lo que este individuo es. Las causas que más peso parecen tener son la precariedad laboral y las malas condiciones económicas a las que los individuos hacen frente cuando pretenden emanciparse. Aquí podríamos caer en la trampa de los anuncios por parte de empresas y del Estado que indican que intentan fomentar el trabajo entre los jóvenes. Es cierto que se intenta crear nuevo empleo aunque raramente se consigue, además ¿con qué condiciones se encuentran aquellos que acceden a estos trabajos? Los jóvenes se ven obligados a aceptar contratos de trabajo en los que se ven sometidos a una explotación laboral en referencia a las horas trabajadas y a la calidad de este trabajo. Esto último, en nuestra opinión, conforma un enorme fallo en el sistema laboral español, ya que tanto las empresas como el Estado deberían permitir a los jóvenes desarrollarse en el ámbito laboral, con unas buenas condiciones que alimenten el crecimiento personal del individuo, y que esto, a su vez, les proporcione una estabilidad económica para así poder formar una familia al mismo tiempo, sin que el dinero, la falta de tiempo y los recursos supongan un impedimento.

Bibliografía:

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