Análisis de La Chica Danesa

Raquelsillerof
Psicología del Lenguaje — ugr
6 min readNov 30, 2021

La Chica Danesa narra la historia de Lili Elbe (Einar Wegener es su nombre masculino), la primera persona conocida en someterse a una cirugía de cambio de sexo.

Einar Wegener era un pintor de paisajes que vivía en Copenhague junto a su esposa Gerda Wegener, pintora de retratos. Un día, Gerda se quedó sin modelo y le pidió ayuda a su esposo para que se vistiera con ropa de mujer y le sirviera de modelo para poder terminar su obra. En ese momento, Einar empezó a disfrutar vistiendo con ropa destinada a mujeres dando comienzo así a una serie de disputas sobre su identidad de género. A lo largo de la película se muestran los cambios que se van produciendo en la identidad de género de Einar y el discurso médico-psiquiatra que quiere controlar y ordenar la identidad a través del cuerpo. Toda la historia se desarrolla en la sociedad danesa del siglo XX, exactamente en los años 20.

Con respecto al lenguaje empleado se pueden observar dos pilares fundamentales: el lenguaje visual expresado a través del cuerpo y el discurso médico-psiquiatra con relación a la transexualidad.

Vamos a tratar en primer lugar el discurso médico-psiquiatra. Éste es de gran importancia a lo largo de la película, pues Lili acude a ellos con la esperanza de entender lo que le está sucediendo y así ponerle nombre. Por desgracia, ni médicos ni psiquiatras disponían de un término para nombrarlo, mostrando, que aquello que no se nombra es porque no existe o bien no quieren que exista. Sin un término al que referirse no se puede hablar de ello. En aquella época (1920) se tenía pleno desconocimiento sobre la transexualidad y, como es lógico, no eran capaces ni de nombrar ni de tratar con normalidad aquello que sentía Lili (Robles, 2016).

Lili decide acudir, en primer lugar, a un médico supuestamente especialista en el tema. En ese momento, empieza a sufrir una estigmatización y un trato infrahumano. El médico “especialista” trata su situación como una patología. Ésta explicaría el estado confuso de masculinidad y la infertilidad debido a desequilibrios químicos. Es decir, trata a la supuesta patología como un elemento químico que se puede solucionar a través de la reasignación química. Como es de esperar, la radiación a la que se somete Lili no funciona, pues continúan estando presentes los mismos pensamientos. Esto se comprueba cuando Lili le dice explícitamente al médico: “Hirió a Lili”. El médico después de escuchar tal afirmación se pone en contacto con Gerda, su esposa, para comunicarle que los pensamientos aberrantes de su esposo continúan presentes, culpándola a ella de incrementar la patología de su marido, por ejemplo, por no cerrar la puerta del armario con llave. Con otras palabras, como la radiación no ha funcionado, buscan una causa social para poder explicarlo.

Después de su mala experiencia con el médico, decide acudir a un psiquiatra. Éste le atribuye una patología relacionada con la identidad confusa, la homosexualidad y la esquizofrenia. Hay un fuerte discurso sobre lo patológico entorno a la identidad sexual. Podemos observar cómo el discurso médico-psiquiatra establece la identidad de género en base a una estructura hormonal y genital binaria hombre/mujer sin dar cabida a otras posibles realidades (Robles, 2016). Cuando una persona no encajaba dentro de este estándar era tachada de loca, pues se desviaba de la normalidad y era necesario curar aquello que estaba mal. Tenían una fuerte convicción de que era posible curar la transexualidad, así como la homosexualidad, pues la consideraban una enfermedad denominada disforia de género y/o trastorno de identidad defendiendo la lógica binaria del sexo (Robles, 2016). Podemos observar así la medicalización y patologización de la transexualidad. Este discurso era tan persuasivo, fuerte y arraigado en la sociedad del siglo XX que Lili acabó creyendo que realmente tenía una patología retratando su identidad de mujer como una locura. El discurso político y económico potenciaba también la discriminación y estigmatización de las personas transexuales, considerando que sus cuerpos no eran aptos (Robles, 2016).

Finalmente, encuentra a un médico que le concede la oportunidad de extirparle los genitales masculinos y reconstruir unos femeninos. Lili es lo que más desea pues así habrá una correspondencia entre su identidad femenina y su cuerpo pudiendo encajar en lo establecido como correcto.

Por otro lado, el lenguaje visual expresado a través del cuerpo también juega un papel muy importante en el transcurso de la historia. Lili expresa su identidad de género femenina intentando adecuar su percepción, ideas y sentimientos de lo que es sentirse mujer. De una escena a otra, nos aparece una persona más femenina, mostrándonos nuevas expresiones que construyen su imagen simbólica como mujer (vestimenta, gestos, movimiento de las manos, forma de hablar y entonar). Esto lo consigue por medio de la observación e imitación de las mujeres de su entorno, sobre todo, de su esposa Gerda.

Empieza a llevar ropa destinada a las mujeres considerándolo un tipo de lenguaje no verbal a partir del cual muestra su representación como persona del sexo femenino a través de su vestimenta, y eso le permite revelar mensajes y proyectar la autoimagen de sí misma que quiere exponer.

Lili comienza a hacer uso de su lingüística corporal para modificar y manifestar gestos femeninos tanto en sus movimientos corporales (movilidad de manos y forma de caminar) como en sus miradas y expresiones faciales. También cambia la forma de arreglar su cabello y empieza a maquillarse. Así presenta su orientación e identidad de género, siendo una verdadera mujer en la sociedad danesa.

La mayor dificultad para Lili fue no tener un apoyo social sobre lo que le estaba ocurriendo. Necesitaba que alguien le diera nombre a su vivencia inexplicable, ya que ella misma sabía que era mujer, pero no podía explicarlo con las palabras y las reglas de esa época. Aquí se vuelve a expresar el gran desconocimiento y la falta de un lenguaje adecuado para poder comunicar la realidad que vivía ella y muchas otras personas. Por lo tanto, se muestra lo importante que es disponer de un lenguaje rico que sea capaz de nombrar todas aquellas realidades existentes en la sociedad.

Con este análisis queríamos mostrar la realidad que sufrían las personas transexuales antiguamente, en especial a principios del siglo XX. La discriminación se daba por el hecho de considerar que la identidad de género se basaba en una estructura hormonal y genital binaria de hombre o mujer. Cuando alguien no cumplía con esta concepción binaria, se decía que la persona tenía una enfermedad, pues se desviaba de la normalidad establecida. Así pues, la transexualidad se concebía como una patología que se podía curar. Esta creencia era fuertemente defendida y limitaba la diversidad de identidades provocando así una falta de conocimiento de otras posibilidades igual de válidas. Este hecho se puede ver reflejado en el lenguaje, pues no existía un término específico y adecuado para denominar la transexualidad. En consecuencia, las personas nunca llegaban a comprender qué era aquello que sentían. Además, por miedo a ser rechazadas ocultaban su verdadera identidad. Por lo tanto, no podían vivir libremente. La persona que se atrevía a mostrar su verdadero yo era tachada de loca, pudiendo sufrir acoso tanto físico como verbal.

El lenguaje es una herramienta muy poderosa, por este motivo, es tan necesario que disponga de términos adecuados, respetuosos e inclusivos, pues gracias a éste podemos construir nuestra realidad. Y por suerte, la realidad que nos envuelve es muy diversa, así que el lenguaje tiene que ser capaz de dar cabida a toda ella, asegurando que las personas se sientan representadas y aceptadas.

Sofía Trullén Aznar, Riccardo Gislon, Israe Moeniss y Raquel Sillero Fortes.

Referencias bibliográficas:

López, Giselle Andrea y Cambra Badii, Irene (2016). Transexualidad y singularidad a través del cine: un estudio sobre La chica danesa. VIII Congreso Internacional de Investigación y Práctica Profesional en Psicología XXIII Jornadas de Investigación XII Encuentro de Investigadores en Psicología del MERCOSUR. Facultad de Psicología — Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires.

Robles Elong, Iñaki (2016). LA CHICA DANESA. Papeles del CEIC. Revista Internacional de Investigación en Identidad Colectiva, (2), 1–7. ISSN:. Disponible en: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=76547309015

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