Sexualidad y curiosidad: con educación, mejor decisión

Hablando el otro día con una amiga, me comentaba lo incomodo que le resultó ver una película con sus padres en las que aparecieron escenas sexuales. Lo cierto, es que no ha recibido ninguna información por parte de ellos más allá de comentarios como “lleva cuidado” cuando veían que iniciaba una relación de pareja. Tampoco es fácil mantener una conversación con ella relacionado con ese tema, y siempre huye diciendo que le da vergüenza, y que en su casa pasa lo mismo, les da vergüenza hablar sobre la sexualidad porque es algo íntimo.

Como dice Ferrer (1986), este tipo de reacciones como las que también vemos en el vídeo, son mensajes no verbales que si los niños captan, llegan a interiorizar e integrar en sus actitudes. En cambio, esto no es algo que ocurre de forma general, pues conversando con un amigo, me comentaba que en su casa eran muy abiertos en ese sentido, y siempre le habían transmitido que mantener relaciones sexuales es algo natural. Había llegado incluso a ver una película con escenas de sexo oral, coito, etc., con 7 años junto a su padre. Sin embargo, echaba en falta que le hubieran hablado del tema desde otra perspectiva, o haber aprendido más sobre las enfermedades de transmisión sexual entre otras cuestiones.

En lo que engloba mi experiencia, este tema se plantea como una charla, la típica charla que te dan en el instituto o en casa donde a lo máximo que llegan a explicarte es como se pone un condón o a contarte como es el aparato reproductor. Ahora bien, después de esta charla, nadie te vuelve a hablar sobre el tema. Pero, ¿esto es algo negativo? Siguiendo a Monroy (2002), el no desarrollar una educación sexual consciente y sistemática podría dar lugar a abortos inducidos, falta de respeto a otros, roles sexuales estereotipados, tabúes y mitos, etc. Aun así, existen personas como comenta Rosa Sanchis en su blog, que consideran que la educación sexual promueve la promiscuidad. Hasta ahora, la forma de enseñar sexualidad ha conducido a que los jóvenes tengan un conocimiento pobre y a que en algunos casos acudan a la pornografía para aprender, lo que deriva a consecuencias negativas como se comentaba en la publicación Pornografía: “Jovencita sexy es violada mientras duerme”. Entonces, ¿cómo debemos enseñar sexualidad?

Autores como Nader (2014) plantean la identificación de problemas y necesidades sobre la sexualidad para enfocar un modelo de enseñanza, mientras que Venegas (2011) da una respuesta directa a ello aportando un enfoque constructivista y de género para promover el cambio social de la igualdad real. También enfatiza en el autoconocimiento de nuestro cuerpo y defiende la sexualidad como dimensión fundamental del ser humano, entendida como reproducción, comunicación, relación, afectividad y placer; considerando a las personas como sujetos agentes de su cuerpo y de su vida afectivosexual; y desarrollando la ciudadanía en lo afectivosexual a través de los contenidos que incluye el siguiente programa.

Por otra parte, una sexóloga me comentaba hace unos días que hasta ahora sólo se desarrollaban talleres o charlas en las que se trataban temas específicos sobre sexualidad. Sin embargo, a mi esto me resultó confuso, porque es un tema que abarca diversas dimensiones, las cuales son muy amplias, y aprender desde algo tan concreto no me resulta lo más fácil. Con respecto a esto, Elizade, Felitti y Queirolo (2009) defienden la educación sexual como una asignatura interdisciplinar en la que deben de colaborar todos los educadores de forma articulada, no tratándose de una charla aislada que siempre recordamos como algo alternativo. Otras propuestas como las de Gallardo, Vergel y Laguado (2018), plantean una serie de micro-proyectos psicopedagógicos.

Asimismo, estos autores son partidarios de una educación sexual desde un punto de vista práctico a través de textos teóricos, películas, actividades, etc., donde la objetividad a la hora de abordar el tema es fundamental. En esta línea, García (2007) propone el cine como un medio para educar valores sobre sexualidad, del cual se reflexionaría a partir del visionado de películas en función de la edad. Pongamos un ejemplo, ¿conocéis la película Bully (2001)?

Este largometraje, basado en hechos reales, incluye conductas de presión y violencia entre los adolescentes, consumo de drogas y distintas visiones de placer dentro de la sexualidad, los cuales son temas que se encuentran dentro del modelo de educación sexual que proponen estos autores. El fin de visualizar esta película es hacer reflexionar sobre los aspectos que trata planteando preguntas abiertas como “¿Qué es lo que más te llama la atención de estas relaciones?”, “¿En qué medida puede influir la sociedad en la que vives en que se produzcan estas situaciones?”, etc., que deben trabajar en subgrupos favoreciendo la técnica de tormenta de ideas, para finalmente dirigir el discurso de una forma crítica y constructiva.

Dentro de esta actividad dinámica, podríamos trabajar la importancia de la responsabilidad y el respeto por las emociones, que Nader (2014) también resalta. De modo que, la intimidad sea gestionada y comprendida en base a las expectativas humanas, y no en función de lo que piensan los demás, promoviendo la aceptación. Además, Guillen (2010) da respuesta a problemáticas como ocurren en las dos situaciones que planteaba inicialmente, en la que los educadores deben “responder a las preguntas: no evitar respuestas, contestar lo que se pregunta en el momento que se pregunta, no adelantar respuestas sin que el niño/a haya preguntado, dar respuestas sencillas y adecuadas al momento evolutivo de la niña o niño que pregunta, emplear un vocabulario correcto, vincular las respuestas a sentimientos y afectos y las respuestas deben favorecer la asunción de responsabilidad del propio cuerpo y de las propias decisiones”, lo que rompería con ese mensaje no verbal del que hablábamos que puede llevar a la interpretación de la sexualidad como algo de lo que avergonzarse.

En pocas palabras se podría decir que la sexualidad implica un abordaje amplio, pues engloba aspectos que van más allá del sexo, lo que lleva a trabajar un contenido dependiendo del contexto. No obstante, existe un mayor acuerdo en la forma de trabajarla, siendo un abordaje objetivo, constante e interdisciplinar, basado en el respeto y la responsabilidad que permita al individuo liberarse de mitos, tabúes y falacias.

Referencias

Gallardo, H., Vergel, M., & Laguado, J. (2018). Fundamentos epistemológicos para un modelo psico-pedagógico en educación sexual. epistemological foundations for a psycho-pedagogical model in sexual education]. Revista Logos, Ciencia & Tecnologia, 10(1), 95–117.

García R., M. (2007). Cine sex, cine y educación sexual con Jóvenes. Ed. Gobierno del Principado de Asturias. España.

Guillen, T. (2010). Sexualidad. Razones para Vivir. Bogotá: Ediciones Planeta.

Elizade, S., Felitti, K., & Queirolo, G. (2009). Género y sexualidades en las tramas del saber: revisiones y propuestas (Vol. 2). Libros del Zorzal

Ferrer, F. (1986). Como educar la sexualidad en la escuela: función de los maestros y de los padres: metodología, programación, objetivos, actividades, evaluación. Ceac.

Monroy, A. (2002). La sexualidad en la adolescencia. A. Monroy, Salud y sexualidad en la adolescencia y juventud. Guía práctica para padres y educadores, 69–98.

Nader, L. (2014). Sexualidad Humana. Orientaciones para Padres y Maestros. Bogotá: Ediciones Norma.

Venegas, M. (2011). El modelo actual de educación afectivosexual en España. El caso de Andalucía. Revista Iberoamericana de Educación, 55(3), 1–10.

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