Blanco y Negro.

La fotografía en blanco y negro, por muy lejana en el tiempo que parezca en comparación con la fotografía a color, ya que tendemos a asociar la primera con lo antiguo o desfasado y la segunda con lo novedoso y el nuevo cambio lleno de matices, no debe ser infravalorada. Una imagen acromática puede llegar a enseñarnos tanto como una a color; el blanco y negro es un mundo lleno de cosas por explorar.

Hay vida más allá del color, pero ¿Por qué?

Uno de los primeros y más básicos motivos por lo que un buen fotógrafo no debe dejar de lado la expresión visual en blanco y negro es por la sencilla regla de la cotidianidad, lo cotidiano tiende a aburrir, y lo cotidiano en este contexto es el color, por lo que si usamos el blanco y negro en fotografía muy probablemente nuestro trabajo logre captar más la atención que si fuera realizado a color.

Además, es importante prestar atención al ambiente, siempre hay contextos más predispuestos para una escenificación en blanco y negro que otros. Un buen truco a tener en cuenta para ello es imaginar la escena sin color antes de tomar la fotografía para descartar unas y elegir otras lo más interesantes posible para lo que queremos trasmitir y cómo lo queremos trasmitir.

Esto es lo que llevará a los visionarios de la imagen a interpretar la foto de una manera u otra, porque el hecho de que no haya color en ella puede llegar a facilitar más claves interpretativas que cuando están a color, es decir, el color en algunas imágenes con falta de elementos podría funcionar más como una barrera a la interpretación que como un facilitador de ello.

Esto me lleva a plantear la idea de que en algunas ocasiones el color puede llegar a esconder elementos de la foto. En ausencia de color otros elementos como textura, contorno, líneas y contrastes lumínicos se potencian y aprecian más. Ello nos daría otro motivo más para defender el uso acromático del lenguaje visual.

Por otro lado, hemos de saber jugar con las ventajas que este tipo de fotografía ofrece, como el contraste. Si bien, en la fotografía a color para conseguir un contraste adecuado debemos adecuar saturación e intensidad, con la imagen en blanco y negro esto no pasa. Por otro lado, en una imagen acromática cuanto más contraste más fuerza visual tendrá nuestra fotografía y por lo tanto mayor atracción. Esto no quita que no sea recomendable al mismo tiempo usar toda la gama de grises desde los tonos más oscuros al blanco más puro.

Con esto último cabe mencionar que el proceso de blanco y negro no es tan sencillo como parece. Al contrario, ofrece multitud de posibilidades para trabajar con la imagen como la saturación, el uso de la escala de grises o el tipo de filtro que se use. Dando como resultado una variedad de diferencias físicas en una misma imagen.

Pero, personalmente, el motivo de más peso para mí es la ayuda que el blanco y negro nos aporta a la hora de trasmitir un significado u otro en la imagen. Es decir, en función de cómo trabajemos con el acromatismo seremos capaces de expresar unas emociones u otras. Si, por ejemplo, trabajamos en clave baja con un blanco y negro muy profundo trasmitiremos agresividad, dureza, melancolía o tristeza. Sin embargo, si trabajamos en una clave más alta se trasmitirán sensaciones más de pureza, paz y tranquilidad.

La clave está en saber cómo trabajar con ello. El buen fotógrafo, por lo tanto, sabe que en el BLANCO Y NEGRO puede encontrar unos grandes aliados para hacer de su imagen visual una obra maestra.

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