CÓMO AFECTA EL CLIMA A LA CONDUCTA DE LAS PERSONAS

Alicia Jiménez Guerra y Carmen González Barragán (T2)

No es ninguna novedad que el ambiente que nos rodea tiene efectos sobre nuestra conducta, pues el ruido, el calor, y más factores del ambiente, pueden empujarnos a actuar de modo que no lo haríamos en ausencia de estas condiciones. Hoy queremos profundizar un poco más sobre cómo las variaciones climáticas pueden afectar a nuestra salud mental.

Las personas dedicadas a la biometeorología estudian estos procesos que afectan al área fisiológica y a la patológica. Se encuentran estudios que demuestran que cada vez hay más personas meteosensibles (personas que con los cambios de tiempo presentan malestar físico y/o mental).

Primero nos podemos centrar en el viento, que puede provocar migrañas, cuadros depresivos, ansiedad e irritabilidad. Una de las principales razones es la del efecto Foehn y los vientos resecos procedentes del desierto. Este efecto ocurre debido al choque de una masa de aire frío con numerosas nubes llenas de lluvia con una pared de montañas. El aire debe ascender al no poder seguir su camino horizontal y ocurre el gradiente adiabático, que se trata de que la temperatura de ese aire descienda y dejando la lluvia atrás. Después de la subida por las montañas, desciende para continuar con el trayecto principal pero esta vez se ha convertido en un viento seco.

Como datos curiosos, hemos encontrado que existe un término en alemán (Föhnkrankheit) para la sintomatología de este efecto. Además, las personas que viven en zonas en las que les afecta, le llaman “viento de locos” o “viento de locura”.

Los vientos del norte cuando no soplan con violencia se consideran saludables (contienen iones de carga negativa) pero, en cambio, cuando aparecen de forma violenta pueden ser perjudiciales para la salud. También los vientos del sur son desagradables y hacen que se complique la respiración mientras puede provocar muchos otros síntomas.

Este viento, es capaz de alterar tanto física como psíquicamente a las personas meteorosensibles. Tras una larga exposición a estos vientos, pueden comenzar a notar efectos nocivos, así como insomnio, dolores de cabeza, agotamiento psicofísico e incluso tendencia depresiva, pudiendo llegar a conductas agresivas y violentas. Este fenómeno tiene tanta importancia que la legislación Sueca, lo considera atenuante en según qué delitos.

Si haces click en esta frase puedes ver un artículo sobre el calor y el levante de Cádiz, un caso que nos pilla muy de cerca.

Por otro lado, nos topamos con la depresión estacional o de invierno, que da comienzo a finales de otoño y principios de invierno y su desaparición ocurre durante la primavera y el verano.

Este trastorno afectivo estacional (TAE) es más común en las mujeres, los jóvenes y los que viven lejos del ecuador. Las personas que viven en zonas cercanas al Trópico son más bulliciosas, alegres, activas y padecen con menor frecuencia depresión estacional.

El psiquiatra Pablo Pérez Gómez confirma que existen “estudios que indican que hay más tendencia a la depresión en latitudes más norteñas y también en zonas más frías y lluviosas dentro de un mismo país”.

No se conocen con exactitud las razones de este trastorno. Aun así, investigaciones afirman que puede ser por un desequilibrio de serotonina (produce demasiada melatonina, una hormona que regula el sueño, y no suficiente vitamina D). Por ello, la principal terapia es la fototerapia (terapia de la luz).

Algunos de los síntomas que se pueden encontrar son: tristeza, sentimientos de desesperanza, pesimismo e irritación, pérdida de interés en actividades que antes solía disfrutar, poca energía, dificultad para dormir o dormir demasiado, deseos de comer carbohidratos y aumento de peso y pensamientos de muerte o suicidio.

Relacionado con lo anterior, hay artículos científicos, que afirman que la fecha de nacimiento, puede influir en los trastornos estacionales. De este modo, los científicos que llevaron a cabo esta investigación, observaron que el momento del día en el que nacen las personas (día/noche), puede tener un efecto duradero en la actividad de las neuronas del núcleo dorsal del rafe. Para el experimento, dividieron un grupo de ratones en tres condiciones de nacimiento y crianza:

  • Ciclo veraniego de 16h de luz
  • Ciclo primavera y otoño 12h de luz
  • Ciclo invierno 8h de luz

Tras determinar el nivel de depresión de los ratones, concluyeron que los ratones nacidos y criados en el ciclo de luz veraniego, tenían menos comportamientos tipo depresivo, que aquellos del ciclo de invierno o primavera/otoño.

Posteriormente, estudiaron el cerebro de estos ratones, y descubrieron que las neuronas serotoninérgicas de aquellos nacidos y criados en el ciclo veraniego, se disparaban con más rapidez que en los otros dos grupos. Al cambiar a los ratones del ciclo veraniego a la luz de invierno (8h), se vio que el funcionamiento de las neuronas perduraba de esta manera hasta la edad adulta, demostrando que los fotoperiodos estacionales de los primeros años de vida, pueden tener efectos duraderos sobre las neuronas de serotonina.

Asimismo, hay múltiples artículos que afirman que aquellas personas nacidas en invierno, tienen más riesgo de sufrir trastornos mentales, aunque se ha asociado también a que los niveles de cortisol (estrés) durante los últimos meses de embarazo de las madres, son más altos que el de las madres que dan a luz en otros periodos estacionales.

BIBLIOGRAFÍA:

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