¿Clichés o diferencias culturales?

En las entradas anteriores mencioné algunas diferencias interculturales entre las personas nativas de habla inglesa (británicas) y españolas. Al hacer esto, mi compañera y yo sentimos que corríamos el peligro de caer en los típicos estereotipos y por ello tratamos de aportar algunos ejemplos que respaldarán nuestras propias experiencias. A pesar de que los estereotipos ciertamente existen y, no sean nada saludables, no debemos obviar que igualmente existen diferencias culturales en nuestro mundo globalizado. En mi entrada “Porqué lo llaman I’m sorry cuando quieren decir I’m not”, destaqué la relevancia que tiene hacernos conscientes de tales disparidades interculturales.

Destacaría dos motivos de peso para tomar conciencia al respecto, por un lado, la sociedad globalizada en la que día a día interactuamos con personas de distintas nacionalidades, por otro, nuestro rol como psicólogxs. Este rol nos obliga a ponernos “las gafas de psicólogxs” e intentar no apresurarnos y escuchar de manera activa a nuestro interlocutor/ra. El libre acceso de las personas para viajar y la tendencia creciente a vivir en otros países, ya sea por deseo propio o por necesidad, hacen que exista una alta probabilidad de que en algún momento de nuestra vida profesional nos comuniquemos con personas de otras culturas. Incluso quizá, tal y cómo está el panorama nacional, nosotrxs mismxs podríamos ser la persona extranjera que ofrece sus servicios terapéuticos haciendo uso de una lengua distinta a la nuestra materna.

Un aspecto sustancial en la comunicación es la construcción de significados, nos permite darle sentido al mundo y al entorno que nos rodea. Desde un punto de vista teórico, según Bruner (2006) dicha construcción estaría caracterizada por factores contextuales y claramente culturales. En tal proceso se emplean sistemas de símbolos que diferirán según la cultura y, por ende, tendrán un fuerte carácter situacional que moldearán la lengua según el lugar en cuestión. Estos símbolos se convertirán en una especie de herramienta comunal de modo que quienes los usen serán un reflejo de la comunidad de la que formen parte. Desde este planteamiento cabría preguntarse acerca del impacto que el uso del lenguaje tiene sobre la naturaleza del ser humano como especie dado que la construcción de significados de la lengua no es universal sino cultural.

‘There is a world-wide, not merely theoretical need for enlarged consciousness and deeper kwowledge of cultural differences in attitudes about both verbal interaction and social behaviour”(Sbisà, 1992)

Hoy me gustaría profundizar en los aspectos culturales con el propósito de aumentar la comprensión de los contextos interculturales e interacciones entre personas con antecedentes culturales diferentes, aunque finalmente me centraré en los dos países en los que he vivido más tiempo, UK y España.

El psicólogo social Geet Hofstede plantea si realmente la cultura es un asunto del que necesitamos preocuparnos. Desde mi punto de vista y mi compañera, la respuesta es obviamente “YES”. Aparte de ser seres individuales también somos seres humanos que comparten la misma naturaleza. Tal y como apunta Hofstede “somos grupos de animales que usamos lenguaje y empatía”. Las reglas no explícitas sobre cómo usar ambos entre los distintos grupos es lo que se define como cultura. Son estas reglas las que marcan como ser un buen miembro del grupo. Dicho esto, ¿cómo de vital resulta tener una perspectiva internacional de cara a una mejor adaptación contextual y cultural? Escuchemos lo que tiene que decir el propio Hofstede:

Otra cuestión relevante sería ¿por qué personas de diferentes culturas reaccionan de distinta forma ante contextos similares?

Geert Hofstede sostiene que las diferencias culturales explicarían estas divergencias en el comportamiento. Cuando visitamos otro país nos podemos sentir fuera de lugar, incluso, llegar a sentir aversión o estrés al no estar habituadxs al comportamiento y a la lengua nativa. Esto supone un claro obstáculo a la hora de interactuar que afecta directamente a la comunicación. Por tanto, ¿por qué la gente de distintas culturas parece comportarse y pensar de modo diferente?

Para intentar arrojar algo de luz a este asunto, este psicólogo elaboró la “Teoría de las Dimensiones Culturales” basándose en estudios pioneros en los que se incluían más de 50 culturales nacionales. Esta teoría presenta seis dimensiones que brindan un marco para examinar cómo los valores culturales afectan al comportamiento y ofrece pistas cómo sobre las personas de una cultura pueden actuar de una manera particular. Veamos de forma breve en qué consiste cada dimensión:

1. Distancia al poder (Power distance index: PDI)

Esta dimensión describe cómo los miembros menos poderosos de una sociedad aceptan y esperan una inequidad de poder sin cuestionarlo. En culturas con un valor elevado en esta dimensión, los individuos esperan que aquellos que ostentan niveles más altos, les sirvan de guía. El PDI suele ser más alto en sociedades de Asia, Europa Occidental, Latinoamérica y África. Por el contrario, en culturas en las que hay poca distancia al poder, el poder entre los miembros tiende a ser equitativo y existe la posibilidad de ascender a un estatus superior. Este es el caso de los países nórdicos, Nueva Zelanda y Australia.

2. Individualismo versus colectivismo (IDV)

Esta dimensión se asocia con que la imagen que las personas tengan de sí mismas se defina en términos de “YO” o “NOSOTROS”. En las culturas individualistas como por ejemplo en Reunido Unido, EEUU o Australia destaca la toma de decisiones de manera independiente y las personas tienden a preocuparse por sí mismas y por sus familiares más cercanos. En cambio, en las que son colectivistas, los vínculos grupales son fuertes y se interesan por la familia en general sin que sea necesariamente tan cercana.

3. Evitación de la incertidumbre (Uncertainty Avoidance UAI)

Este índice explica cómo se sienten los miembros de una sociedad al enfrentarse a situaciones desconocidas. En las culturas con un alto UAI , la tendencia predominante es la de evitar riesgos y situaciones inesperadas ya que estas son generadoras de estrés y ansiedad. Por ello, se prefiere lo predecible y las situaciones conocidas que pueden ser controladas. En aquellas otras culturas en las que dicho índice es bajo, normalmente son más tolerantes y aceptan las situaciones de incertidumbre como parte de la vida. Esto deriva en que las personas sean más relajadas y flexibles ante lo desconocido, aceptan lo ambiguo.

4. Masculinidad versus feminidad (MAS)

En sociedades con una elevada Masculinidad, las personas se rigen mayormente por la competencia y los resultados. Tienden a ser asertivas y centradas en el éxito material. Sin embargo, es las que son más Femeninas, el eje principal es el de construir buenas relaciones y asegurar una alta calidad de vida para todos. Se antepone la felicidad de todos los miembros de la sociedad ante la competencia de ser los mejores.

5. Orientación a largo plazo Versus corto plazo

Las culturas con una orientación a largo plazo, incentivan a las personas a invertir y a ser ahorrativas. La perseverancia y la cautela son recompensadas. Se asume la existencia de distintos rangos entre los miembros de una sociedad y se respeta a los mayores aunque se tiende a adaptar las tradiciones a los contextos modernos. Cuando la orientación es a corto plazo, se respetan las tradiciones pero se tiende a gastar y a obtener ganancias inmediatas. No es relevante el estatus de los miembros y las relaciones son bien vistas siempre que sea posible obtener algún beneficio de ello.

6. Complacencia Versus Moderación (Indulgence Versus Restraint)

Esta dimensión analiza la importancia de la felicidad y el control de la vida. Las sociedades con una mayor tendencia hacia la Complacencia, incitan a las personas a satisfacer libremente sus necesidades y deseos, sobre todo los relacionados con disfrutar de la vida. Aquellas en las que sobresale la Moderación, las personas silencian sus impulsos mediante estrictas normas sociales. Se tiene la disciplina moral en alta consideración y se tiende a ser pesimista.

Ahora que ya nos hemos hecho una idea sobre en qué consiste cada dimensión, volvamos a poner el foco de atención en las posibles diferencias culturales entre el Reunido Unido y España basándonos en dicho modelo. Visualizar de manera gráfica tales diferencias nos puede dar pistas respecto a qué esperar en términos interculturales:

Según esta comparación, la sociedad británica considera que la desigualdad social debería de ser minimizada y que todas las personas tendrían que ser tratadas como iguales. Este resultado podría resultar paradójico puesto que esta sociedad se caracteriza históricamente por tener un sistema de clases bien establecido que, de manera implícita, persiste aún en el presente. Por su parte España, refleja en esta dimensión a una sociedad jerárquica que conlleva de manera inherente desigualdades, la centralización del poder es popular y los subordinados esperan a que los jefes les den órdenes siendo el jefe ideal uno “autocrático benevolente”.

En cuanto a ser individualistas o colectivistas. El Reino Unido sería una nación muy individualista y privados. Esto se inculca desde la infancia, así como la idea de que la felicidad se puede alcanzar mediante la realización personal. Por el contrario, España es un país con tendencia colectivista donde el trabajo en equipo se ve como algo natural sin necesidad de que las personas sean motivadas para ello.

Sobre la masculinidad vs feminidad, las personas británicas parecen estar altamente orientadas hacia la consecución del éxito. Hofstede destaca algo importante a tener en cuenta por las personas extranjeras: “la contradicción entre la aparente cultura británica de modestia y subestimación” que choca con el sistema de valores de la cultura, en el que destaca de manera especial el éxito. De ahí que “lo que se dice no siempre es lo que se pretende decir”, hay que leer entre líneas. En cambio en España predomina el consenso por lo que la polarización no está bien vista y tampoco la competición excesiva. Por esta razón predominaría el que lxs niñxs sean educados para buscar armonía, rechazando tomar parte en asuntos particulares o en destacar demasiado. Igualmente, habría una preocupación por la gente más débil o necesitada.

El bajo nivel del país británico en la dimensión de la evitación a la incertidumbre refleja que es una cultura que tolera bastante bien la ambigüedad, lo desconocido y los cambios de planes “make it up as they go along”. España, en cambio, representaría lo opuesto, evita la incertidumbre. Según este modelo, las personas españolas se sentirían estresadas ante la incertidumbre. Un ejemplo de ello sería la preferencia por ocupar puestos laborales como funcionarios para así evitar preocuparse sobre el futuro. Al parecer, el 75% de los jóvenes españoles mostrarían esta preferencia frente al 17% de jóvenes americanos.

Respecto a la orientación a corto o a largo plazo, según los resultados de la comparación la cultura británica no mostraría una preferencia dominante. Mientras que a las personas españolas les gusta vivir el momento sin preocuparse demasiado sobre el futuro. Se tiende a buscar el logro de resultados rápidos sin mucha demora.

Al comparar la última dimensión, complacencia vs moderación, nos encontramos con una cultura británica que se inclinaría a materializar sus deseos e impulsos en términos de disfrute de la vida. Sería una sociedad con una actitud positiva y una tendencia optimista. Además, valoran el tiempo de ocio y gastar dinero. En contraste, la sociedad española no sería complaciente por lo que tendería al cinismo y al pesimismo. Esto se asociaría con no darle demasiada importancia al tiempo de ocio. Existiría una predisposición a controlar la gratificación de los deseos mediada por la percepción de que los actos están restringidos por normas sociales. Complacernos a nosotroxs mismxs estaría mal visto.

Tras estos datos, lo primero que se me vinó a la cabeza fue poner algunos de ellos en duda puesto que difieren de manera radical de la idea preconcebida que tengo sobre ambas culturas respecto a ciertos aspectos, como por ejemplo en lo referente a la “complacencia”. A la vez esto me llevó a plantearme y a hacerme cargo de cuán sesgada estaré por los estereotipos!!! Y vosotrxs ¿creéis que también os azotan los clichés?

Fuentes bibliográficas y webgráficas

Bruner, J. S., Gómez Crespo, J. C., & Linaza, J. L. (2006). Actos de significado: más allá de la revolución cognitiva. Alianza.

https://geerthofstede.com/

https://www.hofstede-insights.com/country-comparison/spain,the-uk/

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María Fernández García
Psicología del Lenguaje — ugr

Experimentando un proceso de deconstrucción. Deconstruir para volver a construir y deconstruir de nuevo…….“Aprendiendo a desaprendeR”