Comentario sobre la TMR
La Teoría de Marcos Relacionales surge con la intención de explicar resultados experimentales provenientes de la investigación cognitiva desde un marco conductista. Propone que el lenguaje y la conducta tienen una relación indispensable, de este modo las personas pueden aprender sin necesidad de pasar por experiencias directas, ya que a nivel mental se dan miles de relaciones entre conceptos que suplen ese condicionamiento “en vivo”.
Según esta teoría, lo hacemos a través del lenguaje, ya que gracias a éste, se crearían infinidad de relaciones (de diversos tipos: equivalencia, oposición, similitud, etc.), formando así un marco relacional. Estos marcos nunca tendrían su construcción completa, siendo muy maleables y flexibles, permitiendo incluir elementos nuevos, así como modificarlos en situaciones novedosas (que no han recibido ningún condicionamiento previo), en las que el lenguaje actuaría como mediador entre esta nueva situación y el aprendizaje previo. Por este motivo, la TMR podría complementarse con las teorías clásicas del condicionamiento para explicar fenómenos que suceden en ausencia de estímulos, respuestas y reforzadores reales, y que por tanto no han sido posibles de condicionar.
Por ejemplo; pongamos que para mi cumpleaños mi cuñado me regala el nuevo robot de cocina: el Cookinator 3000 Plus X Mark-IV, y yo amablemente le doy las gracias por la aspiradora tan chula que me ha regalado, ya que no tengo ni idea de qué es ese cacharro ni para qué funciona. Conforme me van explicando qué es y cómo se usa, van surgiendo nuevas relaciones en mi cabeza, ya que observo que se puede programar (igual que el horno), triturar comida (como la licuadora), etc.
Como observamos, el marco relacional va ampliándose y es susceptible a nuevas evoluciones, aunque por otro lado hay marcos más duros de modificar, como los que son referidos a actitudes y creencias (religión, política, etc.). Me parece interesante preguntarse por qué algunas relaciones son tan sencillas de cambiar y otras tan difíciles. ¿Qué opina usted, querido lector?