Danza y estereotipos
Hace unos días encontré una serie de artículos muy interesantes que hablaban de la relación entre en la danza y los estereotipos que tradicionalmente nos han sido inculcados.
La danza ha estado presente a lo largo de la historia del ser humano como un lugar de expresión y comunicación de todo aquello que pensamos, sentimos y creemos. He querido compartir con todos vosotros esta temática ya que nos permite acceder a otra forma hablar y/o expresarnos, además, de dar a conocer de manera indirecta parte de nuestra identidad personal.
Es cierto que hay muchas formas diversas de expresarse mediante el cuerpo, pero no todos las empleamos por igual; pues hay movimientos únicos y propios que realizamos (también inconscientemente) y que nos son útiles a la hora de expresar cosas que guardamos en nuestro interior.
“No es que tengamos cuerpo, sino que somos cuerpo” (Nancy, 2003a: 55)
En relación a esto me gustaría compartir con vosotros dos artículos que hablan de danza, pero desde un punto diferente, desde el punto de vista de los estereotipos existentes en esta disciplina.
En uno de ellos, realizado en la Universidad Oberta de Cataluña (i Marrugat, 2015) se parte de la base de lo necesario y acertado que es la perspectiva de género cuando hablamos de danza. Nos permite ver que a pesar de los claros avances que se han producido (realizando comparaciones con épocas pasadas), continuamos estando inmersos en una sociedad desigual, donde ciertos estereotipos siguen predominando.
Se habla de cómo la dicotomía masculino/femenino, la cual está presente en nuestra política, economía y sociedad, se ha extrapolado a la danza. ¿Por qué pensamos que la danza es para mujeres? ¿Creéis que es algo real o es ha sido autoimpuesto por nuestra sociedad?
Desde mi punto de vista ha sido algo que nos han enseñado desde nuestra infancia, pero esta concepción se remonta a tiempos anteriores. La errónea asociación que se realiza entre la danza y las mujeres se debe a la división social que antiguamente se hacía sobre el trabajo: la mujer no es productiva, y además es débil, mientras que el hombre tenía poder, funcionalidad y capacidad de decisión. Entonces, al no ser útil para el trabajo, debe dedicarse a otras cosas, entre ellas, bailar.
No obstante, también encontramos a hombres que han sido muy relevantes en el campo de la danza como Rudolf Nurejev o José Martínez. No obstante, para estos hombres continuamos teniendo prejuicios: se les tacha de ser “afeminados” u “homosexuales” por el simple hecho de practicarla y salirse del rol establecido por la masculinidad hegemónica.
El segundo artículo del que me gustaría hacer mención (Lafebre Cárdenas, 2017) es una investigación realizada con 160 estudiantes del instituto Nacional de Danza de Arte Frederick Ashton, con la cual se quería analizar si se reproducía el fenómeno de estereotipos de género a la hora de enseñar danza y a la hora de las relaciones interpersonales entre alumnos. A partir de ella, se ve cómo los estudiantes mantienen relaciones entre ellos estereotipadas (conciben a la mujer como muy exigente y desconsiderada, mientras que al hombre como grosero y vulgar). Asimismo, se obtiene una aplicación inadecuada de las estrategias de danza, ya que consideraban muy limitadamente el enfoque de género (les habían separado por sectores y se les administraban ejercicios diferentes)
Me ha parecido un tema muy interesante ya que la disociación tareas o actividades masculinas vs tareas/actividades femeninas es algo que se nos inculca desde que tenemos uso de razón. Conforme vas creciendo y haciéndote con cierta capacidad crítica, te das cuenta de todos esos sesgos y esos estigmas que tenemos a nivel de sociedad. Es por ello, que os propongo leer en profundidad los artículos mencionados para que seamos conscientes de que a pesar de que hemos avanzado, nuestra sociedad (y las sociedades venideras) tienen que seguir trabajando para conseguir un escenario libre de machismo, donde las personas podamos vivir y actuar de forma sincera, libre e igualitaria . Y, hacer de la danza (y de la sociedad en general), un medio que no entienda de edad, raza ni tampoco sexo.
¡Muchas gracias por leerme!
Bibliografía:
i Marrugat, O. F. (2015). Cuando danza y género comparten escenario. AusArt, 3(1)
Lafebre Cárdenas, H. L. (2017). Estrategias de enseñanza de la danza y reproducción de estereotipos de género (Master’s thesis, Quito: UCE).
Nancy, J. L., (2003a). Corpus. Madrid, Arena.