Detrás de cada estética existe una ética
La ropa ha sido y es herramienta de influencia política desde que la ideología de izquierda y de derecha existe. Atrás han quedado los tiempos en que los gurús de la izquierda lucían con orgullo obrero la chaqueta de pana y los de derechas, traje y corbata. Ahora, detrás del político existe un equipo de personas que hace de la ropa un producto de persuasión muy poderoso. No es lo mismo hacer un mitin en un pueblo donde hay un alto nivel de paro y rodeado de gente de la tercera edad que ir a una reunión con los más altos empresarios, aquí, el líder tiene que dar diferentes mensajes, por un lado: cercanía, confianza, empatía por la situación, humildad o, poder, cercanía limitada, dominio. En los dos casos existe una poderosa influencia a través del vestido pero con mensaje diferente, ¿qué quiero que piensen sobre mí?
Pero es de destacar, que aunque estemos abordando el tema de estética-ideología no es lo mismo analizar el atuendo de los políticos que el de los ciudadanos. En los líderes de los partidos, como hemos dicho antes, es una de sus poderosas estrategias de persuasión: identificación con el votante, y eso es lo que hacen con cada ropa que se ponen: ¿de quién quiero hoy el voto? En la calle, en cambio, ocurre otro evento.
Con el título “detrás de cada estética existe una ética” se hace referencia a la forma de inferir en los valores de quien te vas cruzando por la calle sin saber nada sobre esa persona. Cuando vemos a la persona del pelo engominado, la camisa con el cocodrilo y su jersey anudado al cuello, nos viene a la cabeza “facha”, lo mismo pasa cuando vemos al que lleva jeans rotos, la camiseta de su grupo de música favorito y el pelo lleno de rastas, es un “perro flauta”. Pero ¿hasta qué punto nuestra indumentaria define unos valores?
La creencia de antaño de imagen- ideología sigue ahí como un inconsciente colectivo enfrentado: izquierda-derecha, mientras que los políticos están cada vez más mimetizados, nosotros aún seguimos con la creencia de clase obrera-señorío. ¿Por qué nos puede parecer “inusual” ver a un votante de “Podemos” con traje y corbata y al lado a alguien del “PP” lleno de piercing y con unos jeans rotos? Nosotros utilizamos la ropa como identidad propia, como nuestra segunda piel, aun así hay que tener en cuenta que no solo al elegir nuestro atuendo mostramos nuestros valores morales, claro que no, al elegir nuestra ropa estamos transmitiendo más del contexto en el que nos encontramos, la gente que nos rodea en ese momento y hasta nuestro estado anímico en ese día, es decir, la ropa es nuestra segunda piel y en ocasiones un disfraz.
La anécdota que viene a continuación es sobre una persona en la que su ropa es una fuerte identidad personal, aunque en ocasiones la disfruta como su disfraz.
Un hombre mayor amigo de la familia, siempre vestido como un pincel, pantalón de pinzas, americana a juego y mocasines. El otro día, en una conversación política-bar, rodeados de familia y amigos, me confesó que todo el mundo pensaba que era un “facha” solo por ir así vestido:
Al principio no entendía qué pasaba hasta que me di cuenta que era por mi forma de vestir, ahora me divierte, todo estos de aquí piensan que soy un” facha” así que lo tomo como un juego y me lo paso bien.
Las apariencias engañan, a veces…
Susana y Jezabel