Cristi Visedo
Psicología del Lenguaje — ugr
3 min readDec 14, 2018

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  • ¿Devotos o pacientes?

Un día en clase divagando con mi grupo sobre nuestro tema (hipnosis, religión, cambios de conducta…), surgió un debate interesante del que ha hablado mi compañera Lorena en un post. Por si no lo habéis leído, habló concretamente del papel que tiene el psicólogo, frente al que se le otorga al cura en nuestra sociedad.

Comenta que, debido a circunstancias personales en un momento de su vida encontró en un cura lo que un psicólogo nos puede aportar hoy en día. ¿A qué se debe esto? Porque como sabemos, no es la única persona que le sucede algo así. Es decir, muchas personas sienten más credibilidad o amparo en las palabras de un cura, que en las de un profesional que ha dedicado sus estudios a la conducta humana.

Gran parte de mi infancia la he pasado en un colegio católico, cada cierto tiempo teníamos que ir a hablar con un cura a una capilla del colegio. Debíamos confesar nuestros pecados y todo aquello que considerábamos que habíamos hecho mal. Sinceramente, con 10 u 11 años pocos pecados cometíamos, pero aun así la visita a la capilla era inevitable.

Cada vez que acudía me sentía igual, al entrar que al salir. Se trataba de una charla cálida con el cura, recuerdo que sus preguntas giraban siempre en torno a si me había portado mal en casa, si había desobedecido a mis padres, en definitiva, si había sido buena o no. Al no saber qué decir, le contaba las típicas discusiones con mis padres y concluía diciendo que rezase un padre nuestro y un ave maría. Y al salir, debía de hacer lo que me decía, porque si no, no sería una “niña buena”. Supongo que en mi caso, el trabajo del cura era bastante sencillo, ya que no tenía ningún problema serio que tratar. Pero me pregunto, ¿y en otros casos en los que sí hubiera un problema, qué hubiera hecho el cura en ese caso? ¿Actuaría como un psicólogo u orientador escolar?

En mi colegio únicamente había monjas y profesores, pero la figura de un orientador no existía. Supongo que este papel le correspondía al cura. A diferencia de mi compañera Lorena, en mi caso prefería acudir a ciertos profesores cuando tenía un problema, ya que no sentía que éste me aportase la confianza suficiente como para contarle lo que me preocupaba o lo que me sucedía en ese momento.

A día de hoy pienso lo mismo, quizás las confesiones son una salida de escape para muchas personas con dolencias o preocupaciones pero, ¿por qué no se piensa lo mismo del papel del psicólogo en muchos casos? ¿Por qué muchas personas que nunca han acudido al psicólogo, consideran que el trato con éste es un trato más frío e impersonal? Pero en cambio, ¿hablar tras una rejilla en un confesionario produce confianza e intimidad? Son cuestiones que me he planteado en muchas ocasiones, pero que aún no se responder.

Por otro lado, ¿pensáis que las visitas a la capilla eran una forma de cambiar la forma de ser y pensar de uno mismo, en definitiva, de adoctrinar? Hasta cierto punto, considero que sí. Las visitas no eran obligatorias, pero se ejercía cierta presión social si no acudías a ellas. Todos tus compañeros iban y el propósito era bueno, por lo que si no ibas, te acababas sintiendo mal. Ahora sé, que si no hubiese ido no hubiese pasado nada. Con ello, no quiero decir que esto haya cambiado mi forma de ser, pero considero que ejercer esa influencia en un niño no está bien.

  • Me pregunto, ¿por qué seguimos comparando el papel del cura con el del psicólogo, cuándo sabemos que ambos desempeñan labores diferentes? ¿Qué podríamos hacer para que las personas que confían sólo en la labor del cura vean las cosas de otra manera

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