¿Es arte lo rutinario?
Como traté en el anterior artículo, he querido desarrollar la idea donde el arte costumbrista de jóvenes españoles sin mucho reconocimiento, pueden llegar a tener un lenguaje emotivo que cada persona la define de diferentes maneras.
¿Cuál es el lenguaje no escrito del arte? ¿Cuál es la idea de la representación de unos simples brochazos estampados contra un lienzo? ¿Qué he de pensar sobre una fotografía tomada a una cocina o tendedero, a una ventanas o a unos azulejos? ¿Qué se supone que me quiere transmitir la persona que reproduce ese arte, ese tipo de arte?
Para desarrollar estas preguntas en este segundo y último post sobre el Costumbrismo, he querido seguir por la misma línea, poniendo de ejemplo a un artista canario, que actualmente está estudiando en la Universidad Rey Juan Carlos la carrera de Bellas Artes y Diseño de Moda: Aike Hernández Trujillo.
En la siguiente obra que se va a exponer sobre este artista en concreto, se orienta directamente hacia el Costumbrismo, concepto que el autor relaciona directamente a la “emoción en lo cotidiano, en la rutina, en la realidad, que carece de entusiasmo”. Expone cómo “el costumbrismo pone el recuerdo sobre la mesa, la nostalgia como punto de inflexión, el portafolio de la mesa, el imán de la nevera… El tránsito entre las y hogar, los elementos que le dan sentido a esa estructura, cuentan una historia, única e intransferible”.
Aike utiliza su lenguaje literario pero poco académico para desarrollar una historia en su obra. Una idea rocambolesca y transgresora, que parte de la rutina de mujeres típicamente españolas, con su historia, su moda, su estilismo. Un trabajo poco ortodoxo para un mundo de pocas oportunidades, donde cuenta historia que se ven diariamente pero no se conocen.
En el siguiente trabajo, Hernández Trujillo hace mención al homenaje a “la bata de las abuelas”. Representando existencias de la rutina, de familias principalmente de clase obrera; reivindicando el papel de las madres y abuelas.
En estas fotografía analógicas hechas collages a mano, expresan mediante pequeños detalles el hilo de la historia; el mensaje que quiere transmitir. Nos traslada a una infancia, a una juventud, a una comida familiar, a unas navidades, o a un día de verano. Nos trasladan a un olor, a una emoción, a una voz particular, a ciertos colores. A cada quien a lugares y momentos diferentes, pero independientemente de la experiencia, nos produce una emoción.
La idea de este proyecto se ha ido desarrollando a lo largo de dos meses. El autor sabía que, como idea principal, quería jugar con el concepto del costumbrismo y la idea de algo “sucio”. Quería expresar algo mínimamente desagradable relacionado con un concepto opuesto al que socialmente lo atribuimos al hogar; todo ello como reivindicación de realidades que se pasan por alto.
Sin embargo, ¿qué te sugiere a ti?
¿Comfort o desasosiego?
¿Hogar o frustración?
Personalmente me parece una obra magnífica en cuanto a la subjetividad del observador. Produce una serie de emociones que, con otras obras tradicionales, no puedes llegar a sentir. ¿Cuál es la función del arte? ¿la estética o la idea que te nace al observar la obra? La repuesta se basa totalmente en los gusto del espectador; eso es lo positivo del arte, la subjetividad domina el criterio universal. El lenguaje de las obras, de los colores, de las composiciones, de la estructura, de la idea, se amolda a quien le esté prestando atención.
Por tanto, ¿es para ti arte lo rutinario?
Realizado por: Salma Díaz-Llanos Fernández