El discurso del odio en las redes sociales II.

Siguiendo el post que publiqué con anterioridad sobre el discurso del odio en las redes sociales, os traigo otro ejemplo del mismo.

En este caso os presento a Moha Gerehou, periodista y presidente de SOS Racismo en Madrid, quien estaba siendo objeto de delito de odio por ser subastado en Twitter.

De esta manera nos cuenta: “Aquel día fue como varios. Tuiteas sobre temas de racismo y recibes un montón de amenazas de mensajes y tal, y entre ellos un grupo de gente que se dedicó a hacer como que me subastaban y a decir “si viene desparasitado, mil euros. Si lo traes encadenado, 12000. “

“¡Negro de mierda!”, “tienes las horas contadas, oye simio de mierda, abandona España o comienza a despedirte de tu familia”, amenazas claras.

Esta es una de las muchas veces que Moha había sido acosado en las redes sociales, y, como él dice, no le atacan por sus ideas sino por su color de piel. “¿Por qué determinadas personas, con determinados perfiles que hablamos de determinados temas tenemos que asumir que vamos a recibir esa violencia? Ahí está el problema por qué yo ya sé que ahora mismo una persona negra que va a hablar de racismo en Twitter va a ser insultada, que te van a amenazar. Por qué tenemos que asumir esto. Llega un punto en el que te empiezas a preocupar y tienes cierta visibilidad: ellos te ven claramente, conocen tu nombre, tu cara, saben dónde trabajas, saben dónde haces activismo, saben qué charla vas a dar y en qué sitio, pero tú no sabes nada de ellos, y son gente que te está amenazando, etc. Empiezas a decir, esto que ocurre en las redes sociales puede tener su traslación en la vida real. Y ahí es cuando te empiezas a preocupar y ahí es cuando hay un fallo bastante importante en nuestra sociedad. ¿Qué hacemos con todo ese odio cuando pasa a la vida real? ¿Cómo nos protegemos ante eso?”

La reacción jurídica ante los discursos del odio no solo tiene una vía en el ámbito internacional sino que existen diferentes maneras de verlo. En primer lugar tenemos el modelo americano, el cual defiende mayoritariamente la libertad de expresión y donde se castigan específicamente las expresiones que tienen calificadas como delito. En segundo lugar, podemos encontrar el modelo Europeo, el cual suele censurar en mayor medida ciertas expresiones con connotación muy negativa que contribuyen a la formación de la opinión pública, aunque no conlleven que se cometa un delito en sí mismo. Por último, existe el modelo de los regímenes dictatoriales como algunos Estados confesionales, sobre todo de tradición islámica ya que el ataque a los símbolos religiosos o ideológicos se ven como un ataque al propio Estado.

En los últimos años, en el continente europeo, se ha puesto en mayor punto de mira y relevancia el tipo penal que conlleva la apología del odio. Sin embargo, la eficacia del derecho penal no es muy buena debido a que, en muchos casos, es difícil identificar cuál es la intención del mensaje emitido, si es dañino o no; ya que a veces se hace bajo un contexto artístico e influye que se considere aceptable o no según el uso social de cada época.

Es urgente que se elabore un acuerdo internacional entre los diferentes Estados, así como entidades tanto políticas como culturales para que se puedan evitar los efectos de este odio. Considero que el problema de todo esto reside en la discrepancia existente entre la libertad de expresión y la no tolerancia al odio, ¿dónde se encuentra el límite? En una sociedad como la de hoy, todavía no hemos conseguido ponernos de acuerdo, pero, en mi opinión, creo que el límite de una persona se establece donde empieza el de la otra, ya que, si cada uno hiciera lo que le pareciera en todo momento, no podríamos convivir, necesitamos de reglas de las que regirnos para vivir en cierto orden.

Considero que la libertad de expresión es importante ya que cada uno es libre de expresar sus sentimientos y emociones respecto a cualquier tema, pero también que, en el momento que sobrepasas el límite de lo moral y ético, no tienes el derecho de ejercerlo, ya que solo piensas en ti mismo y no en la otra persona. Existen muchas maneras de expresar opiniones y el odio es un sentimiento que puede causar en la persona que lo recibe consecuencias nefastas, por ello, si alguien quiere expresar su opinión, creo que tiene el derecho de hacerlo siempre y cuando no utilice el discurso del odio en sus mensajes, sino que se comunique de manera asertiva, de lo contrario, no estará justificado desde mi perspectiva.

Hay que tener en cuenta el respeto de la dignidad del otro, como proclama el art. 1º de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, según el cual: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”. Creo que este es el mínimo del que se tiene que partir para poder caminar hacia la integración cultural transformadora.

Como posible solución a esta problemática, surge la necesidad de que se creen políticas que permitan reconocer a las minorías y la diversidad de identidades existentes, políticas que se basen en la educación de los derechos humanos y la ciudadanía intercultural en la que vivimos, así como la atención de las víctimas de la violencia y discriminación producidas por el odio.

REFERENCIAS:

Isasi, A. C., & Juanatey, A. G. (2017). El discurso del odio en las redes sociales: Un estado de la cuestión. Ajuntament de Barcelona progress report.

Llinares, F. M. (2016). Taxonomía de la comunicación violenta y el discurso del odio en Internet. IDP. Revista de Internet, Derecho y Política, (22), 82–107.

de Redacción, C. (2017). Los discursos del odio: una amenaza a la construcción democrática de la tolerancia. Revista de Fomento Social, 5–27.

Documental: Cuando la red no es social.

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