El estudio de las diapositivas

Marina Hernandez
Psicología del Lenguaje — ugr
3 min readJan 12, 2023

Hoy, en clase de prácticas, nos han recordado que tenemos disponibles las encuestas de evaluación docente para contestarlas, y se ha abierto debate.

Es cierto que solo se trata de una encuesta, que no tenemos que invertir mucho tiempo en contestar pero ¿cuánto invierten los profesores en leer las respuestas? A veces parece que menos que nosotros en hacerlas.

Entonces, partiendo de la disconformidad (aparentemente generalizada) en cuanto a los efectos que (no) provocan estas encuestas en la mayoría del profesorado, ha saltado la temática de la comunicación profesor-alumnos en clase respecto a la manera de impartir las asignaturas y resolver cuestiones.

En mi opinión hay un grave problema tanto comunicativo como motivacional, y quiero basar este post en experiencias personales que me han hecho ver la importancia de ser un buen comunicador.

Considero que la motivación es un factor clave en el aprendizaje, de hecho así lo hemos corroborado mediante su estudio en diferentes asignaturas a lo largo de la carrera. Por tanto, para que una asignatura nos cause un mínimo interés tiene que haber algo de motivación, y en ella va a influir la propia motivación del profesor al impartir la asignatura.

Motivar a otra persona a veces no es fácil, cuanto menos a una clase entera, pero tampoco consiste en soltar frases de ánimo cada hora. A veces el lenguaje no verbal en estos casos es mucho más comunicativo, sobre todo si hay una distancia interpersonal. Los alumnos notamos las ganas que tiene un profesor de impartir una clase en el momento en que entra por la puerta, y las nuestras de empezarla se basan muchas veces en este simple hecho. Se hace muy complicado tratar de atender y entender algo que sabes que no les apetece explicarte, así que sería conveniente cuidar ese lenguaje no verbal, tratando de mostrar un mínimo de entusiasmo con posturas erguidas, movimientos por la clase, cuidar la expresión facial…

En lo que respecta a la comunicación, algo que siempre funciona para aburrir una clase es el mismo tono de voz (sobre todo atenuado). No percibir fluctuaciones en el tono de voz hace que la persona se adormezca o cambie su atención a otra cosa, por eso las mejor forma de captar la atención de un grupo de personas es cambiar repentinamente el tono, generalmente subiéndolo, para que aquellos que se encuentran dormidos despierten y se den cuenta de que importa el estado en el que se encuentran. Además, el uso de ejemplos reales y de preguntas que hagan reflexionar ayuda a que la información se grabe mejor en la memoria y provoca interés.

Por último, las explicaciones son vitales. En general a todos nos gusta que nos expliquen las cosas en cualquier ámbito y relación interpersonal, porque intentamos interesarnos por lo que nos exponen y entender lo que nos están diciendo. Saber explicarse es una habilidad complicada de adquirir pero básica a la hora de impartir una clase magistral, no basta con leer las diapositivas del proyector (porque los alumnos también saber hacer eso).

En resumen, comunicar implica un feedback constante a través de los oyentes, cualquiera sabe perfectamente cuándo está siendo escuchado y cuando no. Para fomentar esta escucha atenta es imprescindible la motivación del oyente a través tanto del lenguaje verbal como no verbal, haciendo hincapié en la importancia de lo que se expone.

Finalmente, si el feedback visual del lenguaje no verbal de los alumnos en las clases no fuese suficiente, están las encuestas, las cuales sería importante tener en cuenta para tratar de mejorar ya que todos tenemos ciertos defectos posibles y beneficiosos de corregir.

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