El impacto de nuestras palabras, en otros y en nosotros.
El lenguaje no es solo comunicar, mucho más importante es el lío mental que nos causa, el cómo nos afecta.
El lenguaje no es real. El lenguaje es un mapa del mundo. El lenguaje es un mapa interno de que tengo yo de cómo funciona el mundo.
Las relaciones que se aprenden durante la adquisición del lenguaje no son entre objetos reales, sino entre ideas, entre estímulos. Ciertos estímulos ocasionan ciertas respuestas, entre ellas respuestas privadas.
Las respuestas privadas son reacciones del sistema nervioso ante un objeto que también se dan ante la definición del objeto (recuerdos, imágenes mentales, sabor, etc). Siguiendo con el ejemplo anterior, las respuestas privadas ante la palabra guindilla serían la imagen mental de una guindilla y el recuerdo del sabor picante.
Prueba a cerrar los ojos y decir “helado” y cuando lo haces te formas una imagen mental del helado, imaginas su sabor, la época del año, etc. La palabra es un estímulo que ha obtenido propiedades de la guindilla real, ha transformado su función.
Las palabras tienen un impacto real, activan cosas. Las relaciones son asociaciones generalizadas entre estímulos, respuestas externas y privadas. El reforzador simbólico puede ser más fuerte que el real. Lo que yo me diga tendrá más impacto sobre mí que lo me hayan dicho o sobre lo que haya ocurrido de verdad.
Lo de menos es lo que nos digan, lo importante son las relaciones internas que tengo yo formadas respecto a lo que me están diciendo. El lenguaje es específico y diferente para cada persona, es “simplemente” lo suficiente similar como para permitir comunicarnos.
A mí, lo primero que me hace pensar toda esta información es que no tenemos ni idea de las respuestas que podemos estar causando en la otra persona cuando le hablamos de un tema más o menos delicado, porque lo que puede ser solamente un tema un poco más delicado de lo normal para mí, a la otra persona puede ocasionarle respuestas privadas más negativas debido a un aprendizaje de asociaciones distinto que haya tenido a lo largo de su vida.
Y aún más fuerte es que a una persona le puedan causar respuestas emocionales muy negativas unas situaciones que en otras no provoquen ninguna respuesta de alto nivel, y que puede pasar con cualquier cosa, que no conocemos ninguna de las relaciones internas que tienen formadas las otras personas respecto a nada y que podemos hacer daño sin ser nada conscientes. Una persona con la que compartes partes de tu vida y con la que tienes confianza te puede llegar a explicar las distintas asociaciones más relevantes que se han creado a lo largo de su vida, pero ese nivel de conocimiento no se llega a tener con otras muchas personas, sobre las que podemos tener la idea de no ser lo suficientemente importantes en su vida como para que lo que les digamos le cause un impacto (un compañero de clase, alguien que acabamos de conocer de fiesta, etc) pero a los que, sin embargo, una simple frase les puede traer muchas respuestas privadas importantes.
Por eso, porque el lenguaje es específico y diferente para cada persona, pienso que debemos cuidar especialmente nuestras formas de dirigirnos a los demás, ser conscientes de lo que decimos y de cómo lo decimos, e intentar dejar claras de todas las formas posibles que nuestra intención con lo que decimos no es hacer daño.
Por otro lado, no nos podemos olvidar de nosotros mismos, nosotros somos una persona más a la que nos dirigimos constantemente, no dejamos de decirnos cosas, ¿tenemos el mismo cuidado cuando nos decimos cosas importantes a nosotros mismos que cuando se lo decimos a los demás?
Muchas veces lo que nos decimos a nosotros mismos no es real, pero nos lo tomamos como algo real. Nos identificamos con lo que nos decimos constantemente. Y, por tanto, si nos hablamos mal a nosotros mismos es muy probable que acabemos creyéndonoslo.
Los pensamientos internos son como nuestro mapa del mundo, como un gps. Un gps acierta muchas veces, pero también falla. El mundo real siempre va a ser más real que lo que diga un gps, pero nos creemos con frecuencia que nuestro gps interno es más real que la propia realidad.
Muchos de nosotros hemos creado asociaciones a lo largo de nuestra vida que no tienen por qué corresponderse con la realidad, como por ejemplo el que alguien nos diga que hemos hecho algo mal y que eso nos cause una gran sensación de invalidez porque nos traiga sentimientos o verbalizaciones como “qué inútil soy”.
Debemos ser conscientes de que muchas cosas que nos decimos no son reales y de que podemos tener formadas asociaciones erróneas, para poder cambiarlas.
Debemos ser tan críticos con lo que nos decimos a nosotros mismos como con lo que decimos a los demás.