El “más allá” podría no estar tan lejos

El otro día vi una película en la que un grupo de personas realizaban una sesión de espiritismo con una tabla de Ouija. Al finalizar, algunos escépticos quisieron comprobar si había mecanismos ocultos debajo de la mesa que fueran los responsables del temblor y otros efectos presenciados; sin embargo, no encontraron nada. ¿Significa esto que lo que ocurre es real?

Nunca he vivido una situación de este tipo pero todos hemos oído hablar de personas que han vivido situaciones paranormales y que le han sucedido cosas extrañas jugando a la ouija. Un amigo muy cercano, el cual perdió a su madre hace ya varios años, la hizo una vez. Él cuenta cómo, mientras jugaban, su “madre” dijo aparecer. Para comprobar que era ella realmente, hizo preguntas de las cuales solo él sabía la respuesta y, por tanto, no podían ser las otras personas con las que jugaba las que movieran el vaso para responder. ¿Quién era quien movía el vaso entonces? Solo podía ser él ya que era el único que conocía las respuestas a las preguntas que hacía, pero él aseguraba que no había movido el vaso en ningún momento. Es más, todos parecían coincidir en un detalle: La posición del dedo. Para poder empujar el vaso con facilidad, el dedo debería apretar el vaso y eso se percibiría tanto en la posición del dedo como en el color poniéndose la uña un poco blanca por la presión. Sin embargo, todos aseguraban que nadie movía el vaso, sino que se movía muy rápido. ¿Es esto algo paranormal? Más bien no.

Existe un mecanismo psico-fisiológico llamado “Efecto Ideomotor” ¿Qué es esto? Es una respuesta motora inconsciente que produce nuestro cerebro, como cuando estás a punto de dormirte y sientes un espasmo, como si te fueras a caer pero no es más que tu cerebro enviando señales al resto del cuerpo para, supuestamente, cerciorarse que el descenso de los niveles de energía y las constantes vitales no se deben a que nos estamos muriendo, sino que vamos a dormir (es una teoría de la posible causa de los espasmos pero no se sabe con certeza a qué se deben).

El efecto ideomotor sigue un mecanismo similar a este espasmo, pero con un componente psicológico: Responde a preguntas que tú mismo has hecho.

El término lo utilizó por primera vez William B. Carpenter en 1852 para explicar lo que había detrás de las sesiones de espiritismo. Tras esto se han realizado diferentes experimentos para comprobar este efecto como los de Ray Hyman o los de Randy James. (Al final del post os dejo los enlaces correspondientes para que podáis profundizar si os interesa).

Hay estudios mucho más novedosos que también demuestran que somos nosotros mismos quienes movemos el vaso sobre el tablero. En el año 2016, la revista National Geographic hizo un experimento muy interesante en que un grupo de personas realizaba una sesión de espiritismo con una ouija. Al principio, ocurrió lo increíble, ¡la ouija hablaba! Respondía cosas que ninguno de los integrantes podía responder. En un momento dado, los participantes se colocaron una venda sobre los ojos, ya no podían ver dónde se colocaba el vaso y, a pesar de que este se seguía moviendo cuando hacían preguntas… No formulaban respuestas coherentes dado que, realmente, no sabían donde estaban las letras.

A pesar de las evidencias que demuestran que es el propio individuo quien mueve el tablero, sigue habiendo mucha gente que cree en la posibilidad de comunicarse con el más allá.

Personalmente, a pesar de ser abiertamente escéptica sobre este tema, siento bastante temor ante este tipo de juegos y sus posibles consecuencias psicológicas (terrores nocturnos, ansiedad…) El efecto de la sugestión puede ser altamente poderoso a pesar de que la razón nos diga que no tiene sentido.

Hay un vídeo sobre un experimento social en el cual un supuesto espiritista tiene una serie de fotografías antiguas, en blanco y negro de gente muerta* y gente viva que está posando. La tarea consistía en discriminarlas y formar dos montones distintos. Cuando dividían los dos montones, al darle luego la vuelta a las fotografías, especificaba cuales eran las de los vivos y cuales las de los muertos y la persona manifestaba haber sentido cómo los rostros de los muertos le habían transmitido algo, una sensación de tinieblas. Sin embargo, el experimentador reconocía después que era todo mentira y que ambas fotos eran falsas, de gente posando, pero él la había sugestionado a través de micro gestos para que dividiera los dos montones. A pesar de tener esta explicación racional, prácticamente todos los sujetos se negaban a creer en la evidencia y decían seguir pensando que había algo en las fotos que les había hecho tomar esa decisión.

*(En el Siglo XIX comenzó una tendencia en Francia que consistía en fotografiarse con los difuntos).

El vídeo está producido por “Dulcinea Estudios”

¿Y tú? ¿Qué piensas sobre este tipo de prácticas? ¿Crees en ellas? ¿Te divierten o… te asustan?

Espero que os haya gustado el post.

Estudios sobre el efecto Ideomotor:

Referencias:

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