El tabú del sexo
Parte 2 de HASTA LLEGAR AL ORGASMO: EXPERIENCIA Y EVALUACIÓN
La Sexualidad Humana es un fenómeno complejo y difícil de estudiar (Blümel et al., 2004) ya que, entre otros, se trata de un constructo que ha cambiado a lo largo de tiempo, con diferencias entre grupos e incluso entre personas (Gramegna, 2000). El estudio de la sexualidad como ciencia, se puede decir que comenzó en el siglo pasado. La sexología, por tanto, es una ciencia moderna y llena de preguntas aún sin resolver. Entre los investigadores más representativos y pioneros en este campo, encontramos a Alfred Kinsey, William Masters y Virginia Johnson.
En los años cuarenta del siglo pasado, Kinsey y su equipo llegaron a realizar unas 18.000 entrevistas a la población estadounidense sobre su conducta sexual. No fue un trabajo fácil, ya que en esta época existía un fuerte tabú sobre la sexualidad, y la participación en este tipo de estudios no estaba “bien vista”. Esto pude explicarse por medio de la Teoría de los Marcos Relacionales (Barnes-Holmes et al., 2005): la clasificación que hacemos del mundo en el que vivimos es arbitraria (Gómez-Martín et al., 2007), estableciendo, por ejemplo, lo que está bien y lo que está mal. Así, se produciría un rechazo de todo aquello que está en la categoría de “malo”, aunque no lo sea, como es el caso de la sexualidad. Más aún, esta teoría plantea que propiedades del lenguaje, como la literalidad, puede provocar sufrimiento psicológico, es decir, si una persona cree literalmente que la sexualidad es nociva o inmoral, va a actuar acorde con esta idea, limitando su comportamiento. Paradójicamente, algo intrínseco al ser humano era (y es) obviado o rechazado, en ocasiones de forma inconsciente, y condicionaba la vida de las personas. Este puede ser uno de los motivos que llevaron a los investigadores a idear una ingeniosa manera de recolección de datos, casi jeroglífica, con el fin salvaguardar la identidad y respuestas de los participantes. De esta forma, estas personas que colaboraban en los estudios, tenían plena seguridad de no ser reconocidos ni juzgados. Los resultados obtenidos por el equipo de Kinsey fueron sorprendentes y muy variados (Kinsey et al., 1948, 1953), lo que llevó al propio Kinsey a proclamar que en sexualidad la normalidad es diversidad. Con esto, se comienza a romper ese marco establecido sobre el tabú de la sexualidad.
Tiempo después, William Masters y Virginia Johnson causaron toda una revolución en los años 60. En sus estudios añadieron la observación directa, electroencefalogramas, electrocardiogramas y grabaciones. A lo largo de más de 40 años de investigación y más de 10.000 orgasmos, explicaron, por ejemplo, que la mujer podía tener orgasmos múltiples y que personas mayores de 70 años podían excitarse y llegar al orgasmo. En este punto podemos pensar que las personas que decidían participar en los experimentos de Masters y Jonhson, era debido a que confiaban plenamente en la confidencialidad asegurada por los investigadores, o porque eran más abiertos en cuanto a la sexualidad, entre otras explicaciones. Quizá la idea de que el tabú comenzaba a romperse, era cierta. En contrapartida, los resultados podían estar sesgados por este tipo específico de personas que creía en la bondad de la sexualidad y por esto, decidía participar. Entre todos sus trabajos, alcanza especial relevancia la Teoría de la Respuesta Sexual Humana donde le dan nombre a las fases de la respuesta sexual, en este caso, excitación, meseta, orgasmo y resolución (Masters y Johnson, 1966).
Como se puede observar, la sexualidad comenzó a ser evaluada a través de diferentes métodos que actualmente siguen vigentes, aunque ahora se cuenta con tecnología más avanzada, indicadores psicométricos y estandarización de cuestionarios, entre otros. En cuanto a la medición del orgasmo, existen múltiples instrumentos para su medida. Cabe señalar que, la mayoría de las investigaciones, se centran en la ocurrencia, frecuencia, la capacidad y/o dificultad para conseguir un orgasmo (Arcos-Romero, 2019). De forma general, el orgasmo es evaluado con ítems incluidos en cuestionarios de la respuesta sexual, así como en aquellos creados específicamente para su medición. Entre estos últimos se distinguen los que se centran en la respuesta física (más numerosos) y los basados en la experiencia subjetiva o psicológica. En la siguiente entrada del blog continuaré con el análisis de diferentes instrumentos que miden el orgasmo, reparando en discrepancias encontradas en la evaluación de hombres y mujeres.
Referencias
Arcos-Romero, A. I. (2019). Estudio de la experiencia subjetiva del orgasmo [Tesis doctoral, Universidad de Granada]. DIGIBUG: Repositorio Institucional de la Universidad de Granada. http://hdl.handle.net/10481/55928
Barnes-Holmes, D., Rodríguez-Valverde, M. y Whelan, R. (2005). La Teoría de los Marcos Relacionales y el Análisis Experimental del Lenguaje y la Cognición. Revista Latinoamericana de Psicología, 37, 255–275.
Blümel, J. E., Binfa, L., Cataldo, P., Carrasco, A., Izaguirre, H. y Sarrá, S. (2004). Índice de Función Sexual Femenina: un test para evaluar la sexualidad de la mujer. Revista Chilena de Obstetricia y Ginecología, 69(2), 118–125. http://dx.doi.org/10.4067/S0717-75262004000200006
Gómez-Martín, S., López-Ríos, F. y Mesa-Manjón, H. (2007). Teoría de los marcos relacionales: algunas implicaciones para la psicopatología y la psicoterapia. International Journal of Clinical and Health Psychology, 7(2), 491–507.
Gramegna, G. (2000). Sexualidad Humana. En A. Heerlein (Ed.), Psiquiatría Clínica. Ediciones World Psychiatric Association — Sociedad de Neurología, Psiquiatría y Neurocirugía.
Kinsey, A. C., Pomeroy, W. B. y Martin, C. E. (1948). Sexual Behavior in the Human Male. W. B. Saunders.
Kinsey, A. C., Pomeroy, W. B., Martin, C. E. y Gebhard, P. H. (1953). Sexual Behavior in the Human Female. W. B. Saunders.
Lariar, L. (1953). Oh! Dr. Kinsey! A photographic reaction to the Kinsey report. Cartwrite Pub. Co
Masters, W. H. y Johnson, V. E. (1966). Human sexual response. Little Brown.