Empujar a un niño por una colina, metafóricamente hablando.

Pero el empujón es ayuda profesional para llegar a la cima, y la colina es realmente terapia infantil haciendo uso de metáforas.

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Tras leer la lectura sobre el uso de metáforas para traer a un plano más físico algo tan abstracto como son nuestras propias emociones, estuve reflexionando sobre lo útiles que son y la frecuencia con la que las usamos sin ser conscientes, pero sobre todo pensé en lo necesarias que son en ocasiones, y hasta qué punto podíamos usarlas.

Esto me llevó a plantearme la existencia de terapias basadas exclusivamente en el uso de metáforas, y en como algo así es especialmente útil para niños, sobre todo para, de primeras, explicarle a un niño quién es un terapeuta y por qué debe hablar ocasionalmente con un extraño durante al menos una hora de su ocupado día.

Investigando, encontré un artículo con varias técnicas basadas en el uso de metáforas, enfocadas sobre todo a niños, y he querido compartir las que me han parecido más útiles o curiosas.

  • Zapping mental: Consiste en explicarle al niño que, si lo imagina, puede tener un mando a distancia, como el del televisor, que sirve para cambiar la forma de pensar en una misma situación. Se le asignarían a los “Canales” formas de ver una misma cosa (Canal 1 pensamientos negativos, Canal 2 pensamientos alternativos. La idea es que el niño sepa “pulsar” el 2).
  • Detective de pensamientos: Esta es, más que curiosa, muy útil y muy empleada en terapia con adolescentes y adultos también, exceptuando el darle un nombre y asignarle una metáfora. Se trata de hacer que el pequeño paciente haga una “Búsqueda de pistas” para sus propios pensamientos disfuncionales y/o distorsionados, a modo de razonamiento hipotético-deductivo. (Ejemplo: ¿Qué pistas tengo de que vaya a suspender mañana el examen para el que he estudiado?)
  • Congelador del enfado: En un estado de la terapia donde el niño ya sabe identificar sus emociones, les ofreceremos que imaginen que van metiendo al enfado u otras emociones que nublan el entendimiento en un congelador, a base de auto-instrucciones o similares. Así, el pequeño monstruo del enfado podrá apagar el fuego de su cabeza y pensar con claridad, porque no es bueno pensar con la cabeza en llamas.
  • El torneo contra los miedos: Una especie de Olimpiadas en las que los países son los miedos del niño y él mismo. En ellas, podrá conseguir victorias con un sistema de “medallas” o, aún más ingenioso, cinturones como en artes marciales. Así, cuando gane el cinturón amarillo, se planteara junto al niño qué deberá hacer para conseguir el naranja, y así sucesivamente.
  • Respiración de la tortuguita: Para que el niño sea capaz de regular su respiración, se le pide que imagine el paso de una tortuga e intente respirar a ese ritmo. Es un método de relajación simple, pero de eso se trata.
  • El bicho loco: Este es más específico, y se trata de un tratamiento empleado para niños con trastornos como el TOC. En este, los pequeños asignarán e un personaje todos los pensamientos intrusivos que les hacen caer en sus compulsiones, donde tienen que pelear activamente con el “bicho” que les trata de convencer de que hagan cosas que no tienen por qué hacer. Para esto, se deben combinar otras técnicas y la ayuda de familiares, para que el niño sepa identificar qué pensamientos son suyos y cuáles del bicho, que se enfrente a él, y mantener un seguimiento de estos “enfrentamientos”.
  • Termómetro y La escalera del valiente: Dejo para las últimas estas dos, porque no sólo son las más típicas y simples, sino que son probablemente las dos que más se van a necesitar para complementar otros tratamientos con metáforas como son el que acabamos de ver, El bicho loco. El termómetro consiste, simplemente, en asignar una escala para diferentes grados de activación emocional y la dificultad del afrontamiento, como si de un termómetro se tratase. En cuanto a La escalera del valiente, no es más que crear una escalera, trabajando en el diseño con el paciente, en el que cada escalón sea un paso de una jerarquía de exposición, y que el niño irá subiendo progresivamente.

Esto puede ser introductorio a la terapia clásica, simplemente ser usado en un principio para explicar conceptos psicológicos, o como camino principal en un tratamiento, pero sea como sea, está claro que es una gran herramienta en manos de un terapeuta, y una forma de hacer más ameno un rato que, en ocasiones, puede ser un tanto amargo en el día de un niño.

REFERENCIAS

Bunge, E., Gomar, M., & Mandil, J. (2007). Implementación de metáforas en la terapia cognitiva con niños. Revista argentina de clínica psicológica, 16(3), 239–249.

Soriano, C. (2012). La metáfora conceptual. Lingüística cognitiva.

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