Y tú, ¿Cómo combates las crisis existenciales?

En base al fragmento de Zorba que compartió nuestro compañero Jose María, hace ya algunos días, me he animado a pasar a un plano más existencialista. El existencialismo existe en un afán por darle un sentido a la propia vida, más que a la muerte y es en este punto donde tienen cabida enfoques filosóficos como el de Nietzsche, Rollo May, Heidegger, Sartre o Irvin Yalom entre un amplio etc.

En palabras de Espinoza: “Todo se esfuerza por persistir en su propio ser.” El dilema que surge entre esta afirmación y la realidad de la muerte supone una fuente de malestar para muchas personas. No es nada nuevo que la religión palie en cierta forma la ansiedad que causa la idea de la muerte, un término cargado de temores ante la gran incógnita que encierra. Así se asume, aunque no sea tan aplicable en la práctica, que la fe pura y ciega calma las crisis existencialistas y hace la vida más llevadera. En una conversación, un amigo definió lo que para él es la religión de la siguiente forma: “para mi la religión siempre ha sido eso, una respuesta irracional ante la verdad, inasumible desde la conciencia, de la muerte de la conciencia”. Visto desde este punto de vista ¿no es la Fe una conducta de escape hacia la ansiedad que causa pensar en la muerte, en la no existencia?

Hecha esta reflexión personal, me parece interesante hablar de la psicoterapia existencial. Irvin Yalom escribió a cerca de esta problemática en numerosas obras, en El verdugo del amor, encontramos los cimientos de su labor como psicólogo:

“Creo que la materia primordial de la psicoterapia es siempre el dolor de la existencia, y no, como a menudo se dice, los esfuerzos instintivos reprimidos o los fragmentos imperfectamente enterrados de un pasado personal trágico.”

Así a lo largo de este libro describe 10 casos de pacientes e intenta demostrar, que es posible confrontar las verdades de la existencia y aprovechar su poder al servicio del cambio y del crecimiento personal. Para Yalom la plena conciencia de la muerte, madura nuestra sabiduría y enriquece nuestra vida.

También de este autor he extraído lo que me parece una buena descripción de los posibles mecanismos psicológicos que perpetúan la religión:

“Mientras que la creencia en la especialidad personal proporciona una sensación de seguridad desde dentro, el otro gran mecanismo de negación de la muerte -la creencia en un salvador último- nos permite sentirnos siempre vigilados y protegidos por una fuerza externa”.

Aquí es donde entra la idea de la libertad, una idea que a priori va asociada a estímulos muy positivos pero que, de nuevo en la práctica puede aterrar. La libertad implica que cada uno es responsable de sus propias decisiones, acciones y por ende de la situación en la que vive, Sartre define ser responsable como “ser autor de” y en palabras de Yalom:

“Somos libres de ser todo menos libres: estamos, diría Sartre, condenados a la libertad. En efecto, algunos filósofos afirman mucho más: que la arquitectura de la mente humana hace que cada uno de nosotros sea incluso responsable de la estructura de la realidad externa, de la forma misma del espacio y del tiempo. Es aquí, en la idea de la autoconstrucción, donde habita la ansiedad: somos criaturas que deseamos la estructura, y nos asusta un concepto de libertad que implica que debajo de nosotros no hay nada, una falta de fundamento.”

En base a esto Yalom confía en que el primer paso crucial en la terapia consiste en que el paciente asuma la responsabilidad de su situación vital de cualquier otra forma, manteniendo un locus de control externo, poco habría que hacer.

Todo esto que he soltado no tiene otro fin que compartir una visión que me parece muy interesante y abrir un debate a cerca de las crisis existenciales, que de alguna forma, nos sacuden a todos en algún momento de nuestra vida y los mecanismos que usamos para combatirlas. Yo me he centrado en la religión por el enorme peso que tiene en el mundo y por su permanencia en el tiempo, pero hay infinidad de fundamentos a los que aferrarse para darle sentido a nuestra existencia.

Por ejemplo, yo tuve la suerte de dar con el libro de Milán Kundera La insoportable levedad del ser, en una época en la que mi principal fuente de ansiedad se había acabado y aún así mi sentimiento no era de satisfacción sino de aburrimiento. Me sentí tan dentro de lo que Kundera explicaba que en ese momento concreto me pareció terapéutico, al coincidir con el autor en que el peso de las cosas no tiene por qué ser malo y puede servir para darle un sentido a la existencia.

Me gustaría saber a qué mecanismos os habéis aferrado ante situaciones difíciles, o si hay alguna doctrina o filosofía que os haya ayudado en un momento concreto de vuestra vida, por ejemplo, ante la muerte de alguien cercano, su duelo o la idea de vuestra propia muerte.

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