Es tiempo de metáforas.

Las imágenes-esquema suelen formar parte de los dominios-fuente de las metáforas. Los elementos imagen-esquema son la base de la metáfora y suelen estar corporizados, es decir, son elementos que suelen tener relación con nuestro cuerpo (físicamente, con movimientos, acciones, etc). Estos elementos son universales, las diferencias se encuentran en cómo los utilizamos.

Un ejemplo de esto son las frases “céntrate en lo que estás haciendo”, “equilibrio emocional” o “estoy a dieta para mantenerme en línea” (relación con el equilibrio). Pero hay muchísimos más y muchas veces no somos conscientes de ellos, apenas de que son metáforas o de que parten de una base cultural. Un ejemplo que me pareció muy impactante al comentarlo en clase y sobre el que me gustaría profundizar más son las metáforas que usamos en relación con el tiempo.

Para nosotros el tiempo se parece a caminar, ponemos el futuro delante, a continuación. Como camino hacia delante, lo que me encuentro nuevo es el futuro. Nuestro futuro está por presentarse en nuestro camino y nos lo encontraremos delante conforme avancemos, mientras, nos alejamos de nuestro pasado dejándolo atrás.

Resulta muy sorprendente descubrir que esto no es igual para todas las personas del mundo, no se trata de un pensamiento universal, sino que existen diferencias culturales. En otras culturas ponen el pasado delante. Por ejemplo, para la inmensa mayoría de la población china el paso del tiempo se relaciona con caminar hacia atrás. Si, después del shock cultural, nos paramos un momento a analizar esta idea podemos encontrarle todo el sentido: ya que el futuro no lo conocemos, tiene sentido que lo mientras avanzamos de espaldas veamos el pasado alejarse delante de nosotros mientras el futuro, que está a nuestra espalda, va apareciendo ante nuestros ojos a la vez que se convierte en presente.

Pero, por muy razonable que veamos la explicación, para nosotros es difícil imaginarnos sin “todo el futuro por delante”, porque esa idea, esa metáfora que apenas habíamos identificado como tal, está implícita en nuestra cultura y la hemos ido interiorizando desde a saber cuándo.

Independientemente de cómo se utilice en las diferentes culturas, en ambos casos estamos ante la misma metáfora “caminar-tiempo”, cuando la realidad es que no realizamos ningún movimiento físico en el tiempo.

Pero podemos ahondar más en el tema, y es que esta metáfora es parte de otra, en realidad nos encontramos ante una metáfora más extendida y universal que la de “caminar-tiempo”, y es la metáfora del “espacio-tiempo” (Casanto y Boroditsky, 2008).

Además de utilizar el eje delante-atrás para hablar sobre el tiempo también hacemos uso del eje arriba-abajo y derecha-izquierda, todo nominaciones espaciales, conceptos palpables mediante los que nos guiamos mientras nos movemos en el espacio, pero que, si nos detenemos a analizar su aplicación respecto al tiempo podemos ser conscientes de lo arbitrario de su asociación. Sobre todo, cuando asociaciones distintas son igual de válidas en otras culturas. Podemos estar de acuerdo en que arriba y abajo son lugares situados en la misma posición tanto para mí, como para un estadounidense, como para un chino, si nos piden que señalemos todos levantaremos el dedo. Sin embargo, la cosa no está tan clara cuando se pide que señalemos dónde se encuentran el pasado y el futuro. Por lo general, un europeo coloca el futuro arriba y a la derecha y el pasado abajo a la izquierda, y seguramente nos parezca algo obvio y nunca nos hayamos parado a preguntarnos el por qué. Pero, por el contrario, una persona china coloca el futuro y el pasado en posiciones inversas, abajo a la izquierda y arriba a la derecha respectivamente (Alverson, 1994).

Además, cuando se imaginan el paso del tiempo, ellos lo hacen como si se tratara de un recorrido vertical, de abajo a arriba, mientras que nosotros pensamos en el tiempo como algo que transcurre horizontalmente, de izquierda a derecha (Boroditsky, 2001). Estas concepciones diferenciadas sobre la “dirección de avance del tiempo” podrían encontrarse relacionadas con la manera en la que se escribe en las diferentes culturas, ya que las direcciones coinciden.

Para finalizar, me gustaría puntualizar lo relevante que es esta metáfora en nuestras vidas, tanto que todas nuestras expresiones verbales sobre el tiempo lo relacionan con el espacio.

La explicación de la relevancia que tiene esta metáfora en nuestras vidas se debe al nivel de abstracto que es el concepto del tiempo. Se nos hace necesario referirnos a algo que sí llegamos a comprender, algo más cercano y palpable como es el concepto de espacio, y lo mejor es que nos funciona, nos es soberanamente útil (Casanto y Boroditsky, 2008).

La metáfora espacio-tiempo es tan importante que no somos capaces de imaginarnos el tiempo sin utilizar el espacio.

Bibliografía:

Alverson, H. (1994). Semantics and experience: Universal metaphors of time in english, mandarin, hindi, and sesotho. Baltimore: Johns Hopkins University Press.

Boroditsky, L. (2001). Does Language Shape Thought?: Mandarin and English Speakers’ Conceptions of Time. Cognitive Psychology, 43(1), 1–22. doi:10.1006/cogp.2001.0748

Casasanto, D., & Boroditsky, L. (2008). Time in the mind: Using space to think about time. Cognition, 106(2), 579–593. doi:10.1016/j.cognition.2007.03.0

Soriano, C. (2012). La metáfora conceptual. Ibarretxe-Antuñano y J. Valenzuela. Lingüística Cognitiva. Barcelona: Anthropos. http://archieve-ouverte.unige.ch/unige:98126

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