¿Está nuestra forma de hablar condicionada por nuestro sexo?

cristina molini
Psicología del Lenguaje — ugr
3 min readJan 18, 2019

El lenguaje es una de las características básicas que diferencia a la especie humana de otras especies animales. La gran cantidad de diferencias que se observan en los usos lingüísticos son fruto de la influencia de factores sociales y culturales.

El otro día surgió este debate entre mi compañera Maria Jesus Prieto y yo, dando fruto a la siguiente reflexión.

En este blog propongo algunos aspectos en los que se aprecia la relación entre diversidad lingüística y diferencia sexual, y desde mi opinión como mejorarlo en ciertos modos, concretamente en relación al lenguaje y otras formas de comportamiento comunicativo.

La edad, la profesión, el origen social o el sexo son algunas de las variables que se aprecian en las características especificas de su uso. Por ejemplo, no es igual la manera de hablar de la gente joven que la de la gente mayor, ni de quién se dedica a la medicina y quien se dedica a la docencia, ni hablan “igual” las mujeres que los hombres.

Desde luego, no se trata de establecer una relación discriminativa entre el sexo y uso lingüístico sino ciertos patrones que difieren entre unos y otros (a mi parecer, no es extraño que los hombres y las mujeres tengan estilos discursivos diferentes ya que tradicionalmente las ocupaciones de ambos han sido distintas). Por lo tanto, propongo dos estilos discursivos diferentes: un estilo femenino y un estilo masculino. Esto no quiere decir que todos los hombres utilicen todos los rasgos típicos del estilo masculino ni que todas las mujeres utilicen todos los rasgos típicos del estilo femenino, sino una concepción generalizada entre ambos.

A continuación presentamos, de forma esquemática, las características más sobresalientes.

Estilo femenino:

  • Más cambio de tono de voz, con tendencia a tonos más agudo, más finales ascendentes.
  • Más frecuencia de oraciones interrogativas y exclamativas, más uso de modalizadores (¡Ay, no sé!, pero a mí me parece que…, etc).
  • Más palabras que designan matices, por ejemplo referidos a colores, que los hombres.
  • Elementos no verbales: Más contacto físico suave, se toman del brazo al caminar, besos en los saludos, mayor proximidad al hablar.

Estilo masculino:

  • Menos modulaciones entonativas, pocos cambio de tono de voz, más finales descendentes.
  • Más frecuencia de oraciones enunciativas , más enunciados directos, menos uso de modalizadores.
  • Léxico más procaz (palabrotas…)
  • Tendencia a resumir o reformular lo que se está diciendo (control temático)
  • Elementos no verbales: Contacto físico más esporádico y más agresivo (golpes, palmadas…), choque de manos, mayor distancia al hablar.

En mi opinión, el papel de la educación es fundamental para que exista una sociedad crítica y responsable. Desde mi punto de vista deberíamos reconocer y respetar los estilos femeninos en las interacciones sociales, por lo que finalmente, mi objetivo es dar pie a la reflexión y el debate sobre los usos lingüísticos sexistas, por lo que considero que no podemos olvidar el papel fundamental que tienen los usos del lenguaje para crear una nueva generación de cambio.

Si creemos que las lenguas pueden ser instrumentos de diálogo y de inclusión, debemos de generar el cambio principalmente a través del ámbito docente.

¿Qué os ha parecido? ¿Estáis de acuerdo con lo planteado anteriormente? ¡No dudes en dejar tu opinión!

Referencia: Lozano Domingo, Irene. 1995. Lenguaje femenino, lenguaje masculino. ¿Condiciona nuestro sexo la forma de hablar?, Madrid, Minerva Ediciones.

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