Evaluando el “clímax”

Reina Granados
Psicología del Lenguaje — ugr
5 min readDec 2, 2021
HENRIK SORENSEN / GETTY IMAGES

Parte 3

Durante el siglo pasado, investigadores y profesionales de la práctica clínica comenzaron a desarrollar métodos de evaluación de la sexualidad humana. En la actualidad, se cuenta con un amplio número de instrumentos que permiten medir desde la respuesta sexual y sus diferentes fases hasta conocimientos, actitudes sexuales y otras variables como las fantasías sexuales, la asertividad sexual, etc. (Sierra et al., 2014).

Actualmente, se considera que la respuesta sexual está formada por varias etapas: deseo, excitación, orgasmo y satisfacción (Kaplan, 1979; Kinsey et al., 1948; Kinsey et al., 1953; Masters y Jonhson, 1966; Schnarch, 1991). Por tanto, el orgasmo podrá medirse como parte del funcionamiento sexual (ej., O´Leary et al., 1995) o de forma individual, con instrumentos específicos para ello (ej., Mah y Binik, 2002, 2011). Estos últimos se dividen por un lado en los que se centran en la respuesta física y por otro, en la experiencia psicológica.

Entre los numerosos autoinformes que evalúan el orgasmo como parte de la respuesta sexual, resulta relevante indicar que se suele utilizar de forma indistinta orgasmo, eyaculación, clímax. Esto puede estar generando cierta confusión a los participantes, ya que para una persona orgasmo puede suponer algo muy distinto a lo que experimenta otra, y pueden llegar a dudar si esto es igual a clímax, a la resolución de ese estado, a la eyaculación, etc. (De hecho, la eyaculación y el orgasmo son procesos diferentes pudiéndose manifestar por separado; Cruz-Navarro y San Juan, 2012). Más aún, se debe considerar también la interpretación de los evaluadores y de los propios creadores de los ítems, es decir, lo que les evoca a ellos. Así, por ejemplo, en Creti et al. (1998) se da por hecho que la masturbación conlleva “sensación de clímax”, mientras que el coito sí genera “orgasmo”, idea errónea que aún persiste. Otro ejemplo, sería el usar “relaciones sexuales” como sinónimo o no de “coito”. Por tanto, los resultados y su discusión deben tratarse con cierta cautela porque pueden estar sesgados.

Otro aspecto a considerar, es que los ítems referidos a hombres se centran en la eyaculación, sobre todo si se consigue o no, si hay dificultades, frecuencia, etc. (ej., “Durante los últimos 30 días, ¿cuánta dificultad tuvo para eyacular tras haber sido estimulado sexualmente?”; O´Leary et al., 1995). A continuación, se expone un ejemplo de palabras más utilizadas en el Cuestionario de cambios en el funcionamiento sexual-forma breve (CSFQ-14; Keller et al., 2006) en los ítems desarrollados para mujeres y hombres, respectivamente (véase las Figuras 1 y 2). Como se puede observar en los ítems destinados a evaluar a hombres, el orgasmo y la eyaculación se usan en la misma proporción. En el caso de aquellos que evalúan a mujeres la palabra orgasmo tiene mayor peso, ya que no se utilizan otros “sinónimos” para evaluarlo.

Figura 1

Palabras más utilizadas en los ítems desarrollados para mujeres del CSFQ-14 (Keller et al., 2006)

Nota. Elaboración propia.

Figura 2

Palabras más utilizadas en los ítems desarrollados para hombres del CSFQ-14 (Keller et al., 2006)

Nota. Elaboración propia.

Cabe señalar que algunos ítems específicos para mujeres también hacen referencia a la frecuencia y problemas para alcanzar el orgasmo (ej., “¿Es capaz de conseguir un orgasmo cuando quiere?”; Keller et al., 2006), pero además se incluyen ítems sobre “satisfacción” con el orgasmo (ej., “En las últimas 4 semanas, ¿cuán satisfecha está con su capacidad para alcanzar el orgasmo (clímax) durante la actividad sexual?”; Rosen et al., 2000). Este tipo de variables no están en la misma medida contempladas en los cuestionarios de funcionamiento sexual para evaluar a hombres. El que no haya un indicador en la mujer tan evidente como en el hombre para establecer que se ha producido un orgasmo, puede haber desencadenado el estudio de otros componentes como la “satisfacción”. De forma paralela, en los ítems desarrollados para hombres puede haberse obviado estos aspectos importantes. En esta línea, no queda recogida la eyaculación femenina, quizá por su desconocimiento y falta de investigación, ya que aún no se sabe si está ligada al orgasmo o a la excitación sexual (Rodriguez et al., 2020).

Para finalizar esta entrada al blog, dejo la siguiente reflexión: si el orgasmo implica placer, ¿por qué los cuestionarios incluyen preguntas sobre el dolor durante el orgasmo? Por ejemplo: ¿Con qué frecuencia tiene orgasmos dolorosos? (Keller et al., 2006). ¿Sería un orgasmo u otra cosa? ¿Debería llamarse de otra forma?

Nota. En este enlace se pueden encontrar los ítems de orgasmo de cuestionarios sobre funcionamiento sexual revisados: https://drive.google.com/file/d/1FmQr-WTZzDDJ6XEQNUcItV4Cg8bunEu6/view?usp=sharing

Referencias

Creti, L., Fichten, C. S., Libman, E., Amsel, R. y Brender, W. (1988). Global sexual functioning”: A single summary score for Nowinski and Lopiccolo’s sexual history form (SHF). En C. M. Davis, W. L. Yarber, R. Bauserman, G. Schreer y S. L. Davis, Handbook of sexuality-related measures. Sage Publications.

Cruz, N. y San Juan-Salas, N. (2012). Anatomía y fisiología de la eyaculación. Clasificación de los trastornos de la eyaculación. En N. Cruz (Ed.), Tratado de Andrología y Medicina Sexual (pp. 669–667). Editorial Médica Panamericana.

Kaplan, H. S. (1979). Disorder of sexual desire and other new concepts and techniques in therapy. Simon and Schuster.

Keller, A., McGarvey, E.L. y Clayton, A.H. (2006). Reliability and construct validity of the Changes in Sexual Functioning Questionnaire Short-Form (CSFQ-14). Journal of Sex & Marital Therapy, 32, 43–52. https://doi.org/10.1080/00926230500232909

Kinsey, A. C., Pomeroy, W. B. y Martin, C. E. (1948). Sexual Behavior in the Human Male. W. B. Saunders.

Kinsey, A. C., Pomeroy, W. B., Martin, C. E. y Gebhard, P. H. (1953). Sexual Behavior in the Human Female. W. B. Saunders.

Mah, K., y Binik, Y. M. (2002). Do all orgasms feel alike? Evaluating a two-dimensional model of the orgasm experience across gender and sexual context. Journal of Sex Research, 39, 104–113. https://doi.org/10.1080/00224490209552129

Mah, K. y Binik, Y. M. (2011). Orgasm Rating Scale. En T. D. Fisher, C. M. Davis, W. L. Yarber y S. L. Davis (Eds.), Handbook of Sexuality-Related Measures (3ª ed.; pp. 500–502). Routledge.

Masters, W. H. y Johnson, V. E. (1966). Human sexual response. Little Brown.

O’Leary, M. P., Fowler, F. J., Lenderking, W. R., Barber, B., Sagnier, P. P., Guess, H. A., & Barry, M. J. (1995). A brief male sexual function inventory for urology. Urology, 46(5), 697–706. https://doi.org/10.1016/S0090-4295(99)80304-5

Rodriguez, F. D., Camacho, A., Bordes, S. J., Gardner, B., Levin, R. J. y Tubbs, R. S., (2020). Female ejaculation: An update on anatomy, history, and controversies. Clinical Anatomy, 34(1), 103–107. https://doi.org/10.1002/ca.23654

Rosen, R. C. C., Brown, C., Heiman, J., Leiblum, S., Meston, C., Shabsigh, R., Ferguson, D. y D’Agostino, R. (2000). The Female Sexual Function Index (FSFI): A Multidimensional Self-Report Instrument for the Assessment of Female Sexual Function. Journal of Sex & Marital Therapy, 26(2), 191–208, https://doi.org/10.1080/009262300278597

Schnarch, D. M. (1991). Constructing the sexual crucible: An integration of sexual and marital therapy. W. W. Norton & Co.

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