Expresión de emociones

En numerosas ocasiones nos ocurre a prácticamente todas las personas que modificamos nuestra conducta dependiendo del contexto en el que nos encontremos, por ejemplo, cuando nos encontramos con nuestra familia, nuestra actitud puede ser notablemente diferente a la que tenemos cuando estamos con nuestros amigos, en clase o contextos totalmente diferentes. En relación a estos cambios comportamentales, también nos ocurre que sentimos miedo de expresar nuestras emociones a los demás. Un ejemplo de esto podría ser cuando estamos tristes por algo que nos ha ocurrido y evitamos que nuestros familiares o amigos lo noten y conozcan nuestros sentimientos.

El contexto en numerosas ocasiones modifica las acciones, así como las debilita. Se conoce que el contexto hace pensar a las personas en las expresiones que van a realizar antes de llevarlas a cabo para que estas sean acordes al contexto y situación social.

Las normas culturales son una realidad existente en la sociedad que guían y enseñan a las personas a cómo y cuándo manifestar las emociones en dependencia de cada momento particular, mostrando así quién y frente a quien se pueden mostrar nuestras experiencias emocionales.

Por ello se dice que las reglas de expresión son normas implícitas que manipulan la gestualidad de manera silenciosa. (Marcelo E. Rodríguez Ceberio , Sonia E. Rodríguez , 2018)

Todo ello lleva a poner en duda la espontaneidad y libertad de las emociones, que como se ha mencionado anteriormente, en una inmensa cantidad de ocasiones se ven influenciadas por el contexto.

Por todo esto, la educación emocional tiene una gran importancia y por ello se debe inculcar desde la infancia en la familia. Como comentamos antes, el contexto es fundamental para las emociones y su expresión, por lo cual se debería educar en diferentes ámbitos de la vida de la persona, y con ello incluirlo como un punto necesario a impartir en la educación escolar. De esta manera, se eliminarían los prejuicios y aspectos negativos de la expresión abierta de las emociones.

En el modelo de mente humana en la cultura occidental se consideraban las emociones como obstáculos para la racionalidad (Colom Bauzá, Joana, Fernández Bennassar, María del Carmen, 2009). De esta manera, las emociones representaban la subjetividad y la racionalidad la objetividad. Debido a estas creencias, en la sociedad actual la expresión de los sentimientos se ve como algo malo y poco racional. Las personas tienen miedo de mostrarse como son y mostrar sus emociones abiertamente, ya que creen que hacerlo les convierte en débiles. La carencia de una mente emocional resulta peligroso, algunas aportaciones a favor de esto en Neurobiología:

“Nada ha de producirnos mayor inquietud, nada resulta más peligroso para nuestras propias vidas y las ajenas que una racionalidad desprovista de sentimientos, de empatía, de compasión. Porque sin la orientación de esos sentimientos, que supone un compartir de inmediato el escenario mental de los demás, tanto los planos cognitivos como los relacionales pueden perturbarse seriamente y dar paso a una razón cegada en sus propios argumentos, insensible a las solicitudes de los demás, endiosada en su peligrosa ignorancia” (Asensio; Acarín y Romero, 2006: 45).

Es necesario una mente racional, pero también una emocional. Basar nuestras decisiones en una racionalidad sin sentimientos es un error, ya que se toma desde un pensamiento sesgado por nuestras propias opiniones y egoísmo. Incluir nuestros sentimientos en los actos no significa que seamos menos racionales y que sean menos válidos.

Así mismo, debemos educar para tener presente que la expresión de las emociones no nos hace más vulnerables, si no que nos permite aumentar nuestra inteligencia emocional, ayuda a gestionar nuestras emociones y una mejor comunicación social.

Paula Gutiérrez García

Ana García Valverde

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