Hablamos con nuestro cuerpo

Irene Espejo Ruano
Psicología del Lenguaje — ugr
4 min readJan 24, 2019

En entradas anteriores, mi compañera María y yo ya poníamos de manifiesto la importancia de la comunicación no verbal. Antes lo hicimos en términos de proxémica, y ahora nos gustaría hablar de lo que nuestros gestos dicen.

Hay gestos que casi podríamos decir que son universales. Una sonrisa por ejemplo, a lo largo y ancho del planeta se entiende como un signo de felicidad. Asentir para afirmar algo o mover la cabeza de un lado a otro para negar (aunque hay algunos países como Bulgaria, que por razones históricas es al revés), encogerse de hombros para indicar que no sabemos algo, o levantar la palma de las mano hacia arriba a modo de saludo.

Los gestos resultan imprescindibles para la comunicación, ya que complementan la información que transmitimos verbalmente. ¿Pero los gestos se aprenden, o son inherentes al propio proceso de lenguaje?

Iverson y Goldin-Meadow en una investigación llevada a cabo en 1997, comprobaron que incluso aquellas personas que nacen siendo ciegas (y que por tanto no pueden imitar visualmente lo que ven) gesticulan incluso cuando hablan con otro invidente.

Los gestos se observan en personas de todas las culturas y conocimientos lingüísticos, y se estima que empiezan a producirse incluso antes del desarrollo del lenguaje verbal. De hecho, a partir de los ocho meses aproximadamente, los bebés empiezan a señalar con intencionalidad comunicativa, antes de producir sus primeras palabras (Bates, Camaioni y Volterra, 1975).

Aunque los gestos son inherentes al ser humano, tienen un fuerte componente cultural, y cada región tiene los suyos propios. El periódico británico “The Guardian” se ha hecho eco de esta discrepancia y ha publicado una serie de imágenes con las que enseña a hablar español a través de gestos.

Algunos de los ejemplos que pone son los siguientes:

¡Eres un caradura!

¡Estoy hasta aquí de harto!

¡Estás loco!

Pero no solo se trata de los gestos que podemos aprender para utilizar si viajamos a otros países, sino de aquellos que también debemos conocer para evitar emular, porque pueden resultar muy ofensivos.

Por ejemplo:

  • Señalar con el dedo: Aunque en España tampoco está especialmente bien visto, si lo haces en la India, es un insulto en toda regla.
  • El símbolo de la paz: cuando levantamos los dedos índice y corazón hacemos lo que conocemos como “el símbolo de la paz”, que bien puede significar eso, o también se puede identificar como una señal de victoria. Pues este mismo gesto en Gran Bretaña es de lo más ofensivo y básicamente se puede traducir como enviar a paseo a alguien.
  • Levantar la mano en señal de espera. Este gesto tan cotidiano, si lo recreamos en Grecia, vuelve a ser algo muy peyorativo que debemos evitar.
  • Levantar el pulgar hacia arriba con el puño cerrado, en algunos países de Oriente Medio es un insulto.

En cualquier caso, los gestos componen un porcentaje muy importante de la información que se quiere transmitir, y en muchos casos, si va acompañado de la mímica correspondiente, ni siquiera es necesario terminar la frase para entender perfectamente la información que se quiere transmitir.

Bibliografía

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