Harry Potter y el afrontamiento del miedo

Harry Potter muestra distintas formas de afrontar los miedos. El objetivo es saber del miedo, qué funcionaría y qué no para combatirlo.

En una clase, se enseña a los alumnos a combatir el miedo a través de un hechizo que consiste en ridiculizarlo, burlarse, como se puede ver en el siguiente extracto del libro:

El hechizo para vencer a un boggart es sencillo, pero requiere fuerza mental. Lo que sirve para vencer a un boggart es la risa. Lo que tenéis que hacer es obligarle a que adopte una forma que vosotros encontréis cómica. Practicaremos el hechizo primero sin la varita. Repetid conmigo: ¡Riddíkulo!

— Bien — dijo el profesor Lupin — . Muy bien. Pero me temo que esto es lo más fácil. Como veis, la palabra sola no basta. Y aquí es donde entras tú, Neville.

El armario volvió a temblar. Aunque no tanto como Neville […]

— Bien, Neville — prosiguió el profesor Lupin — . Empecemos por el principio: ¿qué es lo que más te asusta en el mundo?

— El profesor Snape.

Casi todos se rieron. […]. El profesor Lupin, sin embargo, parecía pensativo.

— El profesor Snape… mm… Neville, creo que vives con tu abuela, ¿es verdad?

— Sí — respondió Neville, nervioso — . Pero no quisiera tampoco que el boggart se convirtiera en ella.

— No, no. No me has comprendido — dijo el profesor Lupin, sonriendo — . Lo que quiero saber es si podrías explicarnos cómo va vestida tu abuela normalmente.

Neville estaba asustado, pero dijo:

— Bueno, lleva siempre el mismo sombrero: alto, con un buitre disecado encima; y un vestido largo… normalmente verde; y a veces, una bufanda de piel de zorro.

— ¿Y bolso? — le ayudó el profesor Lupin.

— Sí, un bolso grande y rojo — confirmó Neville.

— Bueno, entonces — dijo el profesor Lupin — , ¿puedes recordar claramente ese atuendo, Neville? ¿Eres capaz de verlo mentalmente?

— Sí — dijo Neville, con inseguridad, preguntándose qué pasaría a continuación.

— Cuando el boggart salga de repente de este armario y te vea, Neville, adoptará la forma del profesor Snape — dijo Lupin — . Entonces alzarás la varita, así, y dirás en voz alta: ¡Riddíkulo!, concentrándote en el atuendo de tu abuela.

Si todo va bien, el boggart-profesor Snape tendrá que ponerse el sombrero, el vestido verde y el bolso grande y rojo.

Hubo una carcajada general. El armario tembló más violentamente.

Haciendo el paralelo con la exposición intensiva, hay un enfrentamiento directo con el estímulo de miedo, está la ayuda de un experto y está el cambio cognitivo para poder empezar a manejarlos. No obstante, este hechizo no funcionaba con todos los miedos. Un ejemplo de esto es el miedo de Harry al dementor, quien representa la muerte y no logró combatirlo al aplicar este hechizo, porque no puede burlaste de esta, porque sus padres fallecieron. Es un miedo que no puede ridiculizar.

Este miedo logró vencerlo con un hechizo diferente, que es el “Expecto Patronum”. Este no se burla del miedo, sino que requiere que tu mente genere una imagen que represente la felicidad, lo cual requiere más sesiones de entrenamiento mental y concentración.

Se puede hacer el símil con la Técnica de Imágenes Emotivas de Lazarus, la cual para inhibir el miedo hace uso de emociones positivas a través de una historia donde el niño participa activamente de esta, con la diferencia de que en la historia de Harry Potter no se emplea la jerarquía de situaciones temidas.

Esto nos enseña que pueden haber símiles con técnicas psicológicas, pero no tienen que necesariamente ser aplicadas de manera estricta, se pueden dar modificaciones, según el tipo de miedo y la persona.

Esta es la escena donde se introduce al hechizo de “Expecto Patronus”:

— Bueno, cuando sale bien invoca a un patronus para que se aparezca — explicó Lupin — y que es una especie de antidementor; un guardián que hace de escudo entre el dementor y tú.

Harry se imaginó de pronto agachado tras alguien del tamaño de Hagrid que empuñaba una porra gigantesca. El profesor Lupin continuó:

— El patronus es una especie de fuerza positiva, una proyección de las mismas cosas de las que el dementor se alimenta: esperanza, alegría, deseo de vivir… y no puede sentir desesperación como los seres humanos, de forma que los dementores no lo pueden herir. Pero tengo que advertirte, Harry, de que el hechizo podría resultarte excesivamente avanzado. Muchos magos cualificados tienen dificultades con él.

— ¿Qué aspecto tiene un patronus? — dijo Harry con curiosidad.

— Es según el mago que lo invoca.

— ¿Y cómo se invoca?

— Con un encantamiento que sólo funcionará si te concentras con todas tus fuerzas en un solo recuerdo de mucha alegría.

En el caso de Harry, su miedo era hacia los dementores, porque por las carencias que ha tenido, escucha los gritos de su madre al morir cuando los ve y por eso es que el dementor le genera un miedo más fuerte que a los demás.

Para poder enfrentarse a este tipo de miedo hay que conocerse mucho. Harry tuvo que intentar con distintos recuerdos, como se muestra en esta escena:

— Cada vez es peor — musitó Harry, mordiendo la cabeza de la rana — .Esta vez la he oído más alto aún. Y a él… a Voldemort…Lupin estaba más pálido de lo habitual.

— Harry, si no quieres continuar; lo comprenderé perfectamente…

— ¡Sí quiero! — dijo Harry con energía, metiéndose en la boca el resto de la rana — . ¡Tengo que hacerlo! ¿Y si los dementores vuelven a presentarse en el partido contra Ravenclaw? No puedo caer de nuevo. ¡Si perdemos este partido, habremos perdido la copa de quidditch!

— De acuerdo, entonces… — dijo Lupin — . Tal vez quieras seleccionar otro recuerdo feliz. Quiero decir; para concentrarte. Ése no parece haber sido bastante poderoso…

Harry Potter expresa el miedo y nos enseña técnicas para afrontarlo, aceptando que no es lo mismo para todos y que si bien hay un símil con terapias psicológicas, tenemos que saber de qué miedo se trata, qué funcionaría y qué no.

  • Rowling, J. (2004). Harry Potter y el prisionero de Azkaban. Salamandra.
  • Berenguer, C. & et al. (2019). Tratamiento mediante imágenes y escenificaciones emotivas de un caso de fobia a la oscuridad. Revista de Casos Clínicos en Salud Mental, 1: 1–17.

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