Humor, metáforas y las máximas de Grice.

El humor es una forma que tenemos de presentar la realidad de forma ingeniosa, ridícula, irónica o, en resumidas cuentas, divertida.

Aristóteles en su obra “Retórica” destacó la importancia de la comedia, afirmando que se ocupa de las imperfecciones y vicios de las personas, y que tiene el propósito de provocar risas y entretenimiento.

Freud, por su parte, sugirió que el humor a menudo proviene de expresiones simbólicas de deseos reprimidos o pensamientos inconscientes, lo que se podría relacionar con las metáforas que, al ser formas figuradas de expresión, pueden permitir la expresión indirecta de ideas, liberando así tensiones emocionales mediante el humor.

La metáfora es una forma muy recurrente de humor. Cuando una metáfora es graciosa, puede ser por varios motivos. Uno de ellos, se podría explicar por las teorías de la incongruencia, que dicen que el humor resultaría de la incongruencia entre dos elementos aparentemente no relacionados, como ocurre con los juegos de palabras o las ironías. Por ejemplo, cuando decimos a un amigo: “es un sol de persona”, refiriéndonos a alguien que ha sido desagradable o borde con nosotros.

Si nos fijamos, una parte importante para que algo sea gracioso es que no cumpla algunas de las máximas de Grice como, por ejemplo, que se vulnere la máxima de calidad (dando información falsa pero que resulte graciosa), o la de relevancia, (dando información aparentemente irrelevante para la conversación pero que, por ese mismo motivo, resulte gracioso para el receptor). En el contexto adecuado, vulnerar cualquiera de las máximas de Grice (con ingenio), puede resultar en un buen chiste.

En cualquier caso, resulta interesante ver que el humor, para surtir el efecto deseado suele, casi por norma general, vulnerar estas máximas que para otras formas de comunicación son tan importantes.

--

--